Estaciono mi indignación para centrarme en comprender el por qué. Mi hipótesis de trabajo es que el despido de Carmen Aristegui y su equipo de MVS –soy parte de él– fue orquestado y acordado entre la empresa y Los Pinos.

Sabemos que la negociación entre Carmen y MVS encalló en la negativa de recontratar a Daniel Lizarraga e Irving Huerta. MVS dijo tener “razones suficientes” tras la “pérdida de nuestra confianza” pero nunca las explicitó. Sólo queda, como motivo, el error de los periodistas al usar las siglas MVS cuando anunciaron su participación en MexicoLeaks, una plataforma que protege el anonimato de quienes denuncien la corrupción. Se merecían una amonestación y procedía una rectificación pero es absurda la decisión desde una óptica empresarial.

En los medios de comunicación el prestigio se traduce –generalmente– en mayor flujo de caja. Porque MVS ganaba dinero con la independencia de Carmen y su equipo, resulta incomprensible cesar a dos de los periodistas que sacudieron al país en 2014 con la Casa Blanca. Es como si el Washington Post hubiera atendido las presiones del gobierno de Richard Nixon y despedido en 1973 a Bob Woodward y Carl Bernstein por investigar Watergate.

Las personalidades importan pero en este asunto el epicentro se encuentra en el “periodismo de investigación” un género que hurga en la manera en como se usa el poder. Cuando un periodista o analista mexicano entra en ese terreno se desatan las furias de los poderosos y por eso crece incontenible la lista de periodistas asesinados, amenazados o despedidos por difundir detalles incómodos.

De acuerdo con la investigadora Sinaia Urrusti Frenk, en 2012 había 1556 estaciones de radio. Todos los concesionarios se comprometieron a proporcionar información oportuna, veraz y objetiva. La inmensa mayoría se olvida de la audiencia–sin que Gobernación haga nada– y usa la concesión como arma para negociar con los poderosos más beneficios. El periodismo de investigación es poco frecuentado y el resultado es que se priva al público de una información relevante y de calidad.

Rara vez nos enteramos de lo qué pasa en los cenáculos de los concesionarios. Es paradójico que Joaquín Vargas Guajardo de MVS abriera el cortinaje, en agosto de 2012, y nos permitiera atisbar el flujo de presiones y concesiones. Vargas estaba irritado por el maltrato del gobierno de Felipe Calderón y criticó públicamente la “actuación sesgada de funcionarios públicos, que han favorecido ilegítimamente los intereses de Televisa”.

También dio pormenores sobre el despido de Aristegui en febrero de 2011. En el origen estuvo aquel llamado de Carmen a Los Pinos para aclarar el rumor sobre un “supuesto problema de alcoholismo del Presidente”. Según palabras expresas de Vargas, “minutos después, recibí una llamada de la señora Alejandra Sota, coordinadora de Comunicación Social de la Presidencia de la República, quien me exigió una disculpa pública por parte de la periodista”. Carmen no lo hizo y Vargas la despidió.

La reacción social fue tan fuerte y los cabildeos tan intensos que los Vargas dudaron. Javier Lozano era secretario del Trabajo y con la claridad y elegancia que lo caracteriza le dijo a Vargas: “si recontratas a la periodista, a tu proyecto [empresarial] se lo lleva la chingada”. En el haber de MVS está haber recontratado a Carmen y a su equipo.

Enrique Peña Nieto quiere pasar a la historia como el reformador de México. Múltiples factores han ido obstaculizándolo; uno de ellos fueron las revelaciones sobre su residencia. Se ha endurecido y hay evidencias sobre los intentos de su gobierno por controlar la información incómoda y las voces críticas,  y silenciar los conflictos de interés. Terminaron quebrando la resistencia de los Vargas; según algunas versiones, Eduardo Sánchez Hernández, director de Comunicación Social de Los Pinos, desde el 6 de marzo, jugó un papel central ayudado por sus nexos históricos con MVS.

En México el modelo empresarial de comunicación en radio y televisión es reacio al periodismo de investigación que ayudaría a reavivar un país ahogado por la corrupción y los conflictos de interés. Al eliminar a Carmen y a su equipo del cuadrante han lanzado una advertencia a quienes piensen en hablar claro. Pero en la vida y en la historia una cosa es querer y otra poder. No menosprecio la fuerza de gobernantes y concesionarios; nos quitaron un espacio privilegiado pero pueden estar seguros que seguiremos diciendo lo que pensamos.

 

Comentarios: www.sergioaguayo.org

 

Colaboraron Maura Álvarez Roldán y Paulina Arriaga Carrasco.

 

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