Los Chase, “regentes” de Caracol, llevaron a cabo un artículo en el año 2000 que tenía como objetivo dar a conocer la expansión militarista y posterior declive de un lugar que fue considerado un sitio pequeño y de escasa importancia, pero que ahora es reconocido como una de las potencias regionales de las tierras bajas del sur y que, además, dominó políticamente gran parte de las tierras bajas durante el Clásico tardío.

En la actualidad, Caracol es considerada una gran metrópolis maya, con más de 70 kilómetros de calzadas (conectando incluso con Naranjo). Tales son sus dimensiones que actualmente el sitio abarca 177 kilómetros cuadrados y tiene más de 36.000 estructuras. Se cree que pudieron llegarlo a habitar como poco 115.000 habitantes (A. Chase y D. Chase. 1994), siendo aún mayor que la archiconocida Tikal (62.000 habitantes). La pregunta es ¿Por qué creció tanto este sitio durante el Clásico tardío?

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Sabemos, mediante los jeroglíficos, que Caracol llevó a cabo guerras contra naranjo entre el 626 y el 631 d.C. en las que salió victoriosa Caracol. Esto ha sido confirmado porque hay fechas compartidas por ambos sitios, con la mención del gobernante de Caracol en contextos iconográficos de dominación de Naranjo y con la aportación del “Título de Reinado de Naranjo”, tanto en Caracol como en la propia Naranjo (Grube, 1994). Si recordamos el acontecimiento jeroglífico concha-estrella del que hablábamos en la introducción, es en Caracol donde encontramos el más temprano conocido, fechado en el 562 d.C. y que marca la derrota de Tikal. Encontramos más sucesos concha-estrella en el 636 d.C. y en el 680 d.C. En el 702 d.C. un señor cautivo de Ixkun aparece en una estela de Caracol. En el 800 d.C., señores cautivos de Ucanal y de otro sitio son representados como cautivos.

Los hechos bélicos de Caracol abarcan dos horizontes cronológicos: entre 550 y 700 d.C. y el segundo después del 800 d.C. Además, estos dos períodos de acciones bélicas se relacionan con dos etapas problemáticas en la prehistoria maya: el hiatus y el colapso maya en el Clásico (D.Chase y A.Chase. 2000).

Gracias a las investigaciones de los Chase, se ha podido averiguar que después de la victoria sobre Naranjo y Tikal, la población aumentó un 325% en las zonas alrededor de las calzadas de Conchita y Pájaro-Ramonal. Hay un auge constructivo y un incremento en la población también en el propio corazón de Caracol después de los hechos bélicos. También el orden social experimentó transformaciones. La mayoría de grupos de montículos residenciales distantes mostró una o más tumbas formales, dentro de estos grupos residenciales se encontraron desde grandes vasijas hasta grandes cantidades de obsidiana, lo que llevó a los Chase a asegurar que gracias a las victorias militares, el comercio y la riqueza se expandieron. También demostraron (según ellos, claro) que la mayoría de población principal de Caracol participaba en espacios rituales que se pensaban reservados a la élite de la sociedad maya. Así pues, se puede decir que la guerra hizo que prosperara la cohesión social.

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                                                                         Vasija K1377

En esta vasija se ve la deshumanización del cautivo, al cual se entrega como alimento a los dioses y los gobernantes.

Durante la hegemonía sobre Naranjo, Caracol llegó a controlar una superficie de al menos 5.544 kilómetros cuadrados. De la información epigráfica se desprende que Caracol incorporó a Naranjo a su territorio, cosa que no vemos con Tikal, una ciudad bastante más lejana, lo que llevó a la teoría de que los estados mayas únicamente podían controlar directamente hasta cierta distancia (42 kilómetros, en este caso, es la distancia de Naranjo, mientras que Tikal son 76).

Respecto a Caracol y al colapso maya del Clásico hay que decir que durante el Clásico tardío, los monumentos muestran una elevada frecuencia de prisioneros. Seguidamente, hay representadas escenas de cautivos y guerreros. En tercer lugar, se han hallado un elevado número de puntas alargadas de piedra en el registro arqueológico de esta época. También hay evidencias de rápido abandono de muchas estructuras y habitaciones de Caracol dejando las pertenencias in situ (incluso el cuerpo de un niño). Por último, muchos de los suelos de esta época están cubiertos por carbón donde las pruebas pertinentes han señalado que en su mayoría pertenecen a una cronología que oscila entre el 890 y 895 d.C. Esto puede significar que fue una gran conflagración epicéntrica. Si bien el abandono parece repentino, no es sino un abandono temporal, ya que después se han rescatado materiales que indican una continuidad en la ocupación, a menor escala. La conclusión a la que llegan los Chase es que el abandono se debió a guerras destructivas, aunque hay factores que complican la situación. En primer lugar las evidencias de que continuaron usando los edificios rituales y el uso de los campos después del colapso. Tal vez lo que colapsó fue únicamente el centro, y no la periferia, que siguió viviendo tal y como lo hacían antes. Este estudio por parte de los Chase es muy importante, pues nos da la muestra de cómo toda la sociedad maya se benefició de la guerra y que se instalaron patrones que devendrían en los factores culturales de los mayas del Posclásico.

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                                              Placa de Leiden (Dibujo de Linda Schele)

                                                    Gobernante pisando a un cautivo

Conclusión

Como hemos visto, la sociedad maya no era ni mucho menos una sociedad pacifista. Gracias al desciframiento de los jeroglíficos y a las evidencias arqueológicas que poco a poco van saliendo a la luz (a tenor de lo “devoradora” que es la selva), se ha conseguido dar una nueva visión acerca de los misterios que siempre han rodeado a esta cultura mesoamericana. ¿Y si el colapso no fuera un misterio? ¿Y si es que acaso no buscábamos donde teníamos que buscar? Es evidente que la guerra fue uno de los motores, si no el más importante, a la hora de hacer que pequeñas ciudades, como Caracol, se convirtiesen en potencias en relativamente poco tiempo. Pero aquí tenemos la doble cara de la guerra, lo que ya ocurrió con los mexicas: siendo una sociedad devoradora, al final acabas siendo devorado por la fragilidad que hemos comentado que tenían estas sociedades y donde los líderes políticos y espirituales tenían que bregar día a día con el mundo para poder seguir teniendo privilegios y, a parte de los sacrificios y auto-sacrificios, de sobras es conocido que la forma más rápida (y peligrosa) de generar una economía potente y respeto en las sociedades antiguas, es mediante el terror (de los perdedores) y la cohesión (del bando vencedor) que genera una empresa bélica; viendo sobre todo, gracias a los estudios de Webster y los Chase, como prácticamente vivían en una guerra permanente.

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