“Mira el cara a cara, que es la primera”, así podría haberse titulado el debate de ayer si lo hubiesen hecho en La Hora Chanante a modo de parodia; de hecho tuve mis dudas de si fue una parodia que hicieron Sánchez y Rajoy de ellos mismos, pero la realidad fue aún más cruel: no era parodia. Era la pura y dura realidad. Por una parte, el presidente del Gobierno, el más mediocre de los presidentes que haya elegido el pueblo español. Posiblemente –hablaré claro– la persona más tonta, inútil, mentirosa, psicópata, estafadora y cínica que haya pasado por Moncloa. Aún me resulta increíble que ese cono haya sido elegido por el pueblo y que haya gobernado con mayoría absoluta. Por otra parte, Pedro Sánchez, el “quiero y no puedo” hecho líder de la oposición. Un debate patético, surrealista, de teta-culo-caca-pis; pura algarabía acentuada con cacofonías y carente de contenido alguno entre el más inútil de los presidentes y aquel que no puede con él. Mariano Rajoy es como Martínez Soria en Abuelo made in Spain, pero incluso dentro de su propio país. Y Pedro Sánchez, el “preparado”, no puede con él. Amigos: no puede con él.
El debate de ayer sólo puede servir para despejar las dudas de aquellos que dudaban entre votarles o no: ambos son totalmente descartables.
Fue la estocada final al bipartidismo, por mucho que hagan ver que no hay otros partidos. Por mucho que ninguneen y demonicen a los demás candidatos; y por mucho que intenten hacer ver que la realidad política de este país es la de 1995 y no la de 2015. A ambos partidos les va, y les ha ido, el bipartidismo como anillo al dedo. Ni siquiera tenían que esforzarse porque sólo necesitaban esperar a que la otra cara de su misma moneda cansase al pueblo. Luego todo era pedir el voto, dar la vuelta a la cinta; y así hemos estado 40 años pasando de la cara A a la cara B, rebobinando y escuchando siempre lo mismo. 40 años escuchando lo mismo, sufriendo lo mismo y aguantando a los mismos por una sencilla razón: no tenemos memoria y ellos lo saben. Sólo necesitaban, como buitres, esperar al cadáver político.
Ambos dicen escuchar a la sociedad. Ambos dicen representar a la sociedad, pero parece que no se quieren dar cuenta de que la propia sociedad es la que dijo, en aquellas acampadas del 15-M duramente reprimidas, que ya no quiere más bipartidismo. Ya no quiere más debates a dos bandas ni votos útiles. Ya no quiere votar caca para que no salga mierda. El Bipartidismo ha muerto. Que se queden ellos en 1995.