Ya van sacando fuego por la nariz tras los cinco escaños de Podemos en las elecciones europeas. Se retuercen de dolor y desesperación ante la amenaza; y a uno no le deja de hacer gracia escuchar a gente diciendo que Pablo Iglesias es un enviado de Venezuela o Irán. Ya lo intentan vender como el portador de todos los males, la personificación del mal. En el «Que vienen los rojos». Sólo falta que alguien se atreva a decir «Pablo iglesias mató a mi madre y violó a mi padre». Es una reacción muy humana intentar destruir aquello a lo que ves como una amenaza. En el fondo somos monos.
Ya ansío que lleguen las eleciones generales. Si ha devenido todo esto con unas eleciones europeas, ansío ver lo que pasará cuando saquen escaños en el parlamento; o incluso, quien sabe, acabe en el gobierno. Pablo iglesias es lo mejor que le ha pasado a la política española desde hace bastantes años. Sólo con ver cómo lo ven como una amenaza, hermano del líder de Corea del Norte, primo de Hugo Chávez y asesino de niños lactantes, ya ha merecido la pena. Quizás no pueda llevar a cabo todas la promesas electorales, pero que esa acusación venga del partido que gobierna por haber mentido y después haber impuesto lo contrario de lo que prometieron, es una aberración. De todas formas, Pablo iglesias no puede llevar a cabo ninguna promesa porque no gobierna, sólo va al Parlamento a luchar por lo que quiere prometer y esas promesas todo el mundo las sabía, pero nadie parecía tomárselo muy en serio. Hasta ahora.
El problema es que la misma gente que cree que el PSOE es de izquierdas, cree que Podemos es de extrema izquierda. Incluso desde el propio PSOE lo pintan como un iluso afectado por la moda de la revolución bolivariana; ellos, que no reniegan del «Socialista obrero» de sus iniciales. Ellos, que tienen de izquierda lo mismo que el PP de moderado. Es hasta tierno ver cómo un partido progresista moderado, cree que es de izquierdas por hacer algunas políticas sociales que no les alejan ni un milímetro del centro.
