No creo en los espíritus ni pamplinas parecidas. Y pensaba que ya nadie lo hacía, en tiempos de crisis que corren y el cine tan caro… lo que nos faltaba.
Ayer fuimos a ver una película de miedo unos cuantos amigos. De esas de espíritus malos, que te ponen los huevos de corbata. Es asombroso, que no crees y aun así, durante la película, mientras tus amigas/os guardan malamente la compostura tú la pierdes violentamente, revolviéndote en la butaca con pequeños espasmos, acariciándote el pecho cada nueva escena, cayéndote hacia atrás, tapándote la cara, y agarrándote con fuerza a la mano del compañero de tu lado, que resulta ser un señor viejo y calvo que está con su mujer. Y el buen hombre, perdida la paciencia, termina por levantarse, indignado, y cambiarse de fila, lo más lejos posible de ti. Y te quedas pensativo, deduciendo si es que le has agarrado demasiado fuerte o acaso te sudaban las manos.
Al salir, unas amigas decían el pavor que les daba irse a dormir, “por lo de los espíritus”.
–Pero si no existen –dijimos varios muertos de risa. Aunque supongo que un poco en guardia de no jactarnos en exceso, por si acaso.
–Imagínate que notas algo por debajo de la sábana que te da en el tobillo en plena noche –dijo una.
–Pues que se quede a dormir y me lo follo –saltó un amigo.
Que hasta yo, tan escéptico, me puse a mirar a todas partes, esperando lo menos un relámpago o que empezara a llover.