Tan solo seis minutos alrededor de las cinco de la tarde. El sol cae, la noche aún no llega. La gente del pueblo le llama sininen aika, el momento azul. Entonces un hondo añil lo impregna todo y es tan intenso que casi se puede tocar. Cielo lazuli, nieve índigo, aire zarco… azul sereno, como el manto del silencio. Le admiro por la ventana mientras el termómetro marca cinco bajo cero. El invierno es atípico, deberíamos estar cercanos a los menos veinte centígrados. El cambio climático, dicen unos. Es cíclico, dicen otros.
El calor que emana de una vieja chimenea abraza con afecto materno. Las risas de las niñas, el periódico de hace dos ayeres, Sibelius y Finlandia, la hoja en blanco que exige brotar mis adentros. Estoy en Kuusamo, a unos cuantos kilómetros del Círculo Polar Ártico, lejos de mi patria, cercano al cielo. Bosquejo el próximo documental que dirigiré y que será filmado en parte aquí, en esta apartada región del mundo donde el blanco de la nieve abruma, el olor de la madera respira, la magia de la luz excita, emociona: quisiera estar ya detrás de la cámara contando historias, retratando la vida como la veo, como la percibo, como la siento.
A pesar de haber aterrizado hace días en esta nórdica región, la totalidad de mi cuerpo aún no arriba. Una parte de mí sigue en México, en un México compungido que miro a la distancia tal y como se observa a un amado amigo que tropieza una y otra vez. Vivir sin acceso a internet, no tener un smartphone, darse el respiro de no leer noticia alguna, desintoxicarse, regalarse el tiempo de tener tiempo… sin embargo, invariablemente, la realidad siempre nos alcanza: La Gaviota y sus vestidos Dolce Gabbana en un país que se muere de hambre; el agua como último(?) botín a privatizar; Medina Mora impuesto; los 43 doblándose en el cajón de los olvidos; el Verde inmune ante un INE impune; ecocidio, feminicidio, corrupción: la patria desgajándose. Así, a lontananza, se alcanza a percibir con mayor claridad el abismo hacia donde nos dirigen.
La noche ha caído por completo. Recuesto a mis hijas luego de leerles por enésima vez El Principito. Me preguntan por Guanajuato y Yucatán. Me piden les vuelva a contar la leyenda de X’tabay, los aluxes y Cri-Cri. Recordamos el mar del sur y saborean la comida en Coyoacán. Mientras les cuento la historia de La llorona, el relato de misterio se hace largo y el espanto y el cansancio les hacen dormir. Sueñan mientras sueño despierto en el país que tenemos y el que habremos de heredar. Entonces a mi también me da miedo, mejor me dispongo a dormir mientras me prometo a mi mismo construir un mejor mañana, que mañana, los mañanas, serán nuestros.
Posdata en botella de mar:
Il Capo:
«ll Capo” (Excerpt) by Yuri Ancarani – NOWNESS from NOWNESS on Vimeo.