Huele a Orientalismo, a Edward Saïd. Oriente y Occidente, mundos cenizos. Incienso, mirra y camellos. Especias. Mezquitas y la reminiscencia de viejas leyendas, bazares de ensueño, viajeros errantes y mercaderes de seda. Europa y Asia entrelazadas, y ese viejo puente Gálata, que separa los dos continentes, que los enfrenta, los ensangrienta, los embellece. Cara a cara. Islam y Cristianismo, mirándose a los ojos, desafiantes. Love will tear us apart. Demasiada belleza, Ian.

Estambul, mañana y óxido, legañas. La ciudad se despereza lentamente, rebosante, recóndita y raída. Historias. Las mismas que cuenta Pamuk. Brisa soñolienta, humeante, hecha de lana de oveja vieja. Turquía turquesa, ámbar. Lágrimas contenidas en la respiración de viejos de ceño fruncido. Miran de soslayo. Cigarrillo, té moribundo que desaparece entre sus labios. Del polvo vienen y en polvo se convertirán. Saberes sepultados con su último aliento; el mundo seguirá dando vueltas, o tumbos, hacia ninguna parte.

Dibujo en una libreta vieja. Intento recrear lo que veo, imposible. Me abruma la niebla… Esa niebla que me trae a Demian de vuelta, ese Demian con el que he vivido obsesionada durante el último año. Herman Hesse para aliviar la existencia baldía.

Me pierdo. Perderme quiero… sólo el que se quiere perder se pierde. La lírica mediterránea de Makovski: sometimes you need to get lost to find you don’t need to be found. Musa magnífica, delicada. Necesito tres eternidades para entender este país. Galata domina la ciudad, las ciudades. Me envenena.

Huele a kohl, tradición azabache. Henna y bendiciones de Mahoma, profeta de profetas. El agua absorbe los últimos rayos del sol y ahí sigue la Torre, el Puente. Imperecederos, eternos, combativos. Pescadores que saben demasiado. Turistas que no quieren ver, Réflex en mano, luchan contra sus propios demonios. ¿Acaso creéis que podréis capturar esa luz con esos cachivaches? Los destellos se posan en el aire, en el agua, en una tierra hendida por las batallas del Imperio Otomano. Otrora esplendor. ¿Acaso podrás capturar el infinito? Siéntate, fuma, disfruta, olvídate y entonces, quizás, aunque remotamente, podrás entender esta ciudad, brizna de aire fresco.

Me acuerdo de estrecho de Gibraltar, esos catorce kilómetros que separan esos dos mundos distintos. La bárbara y sangrienta Europa y África, donde la humanidad continua muriendo por la inhumanidad. Atlántico y Mediterráneo. Como el Puente Gálata, ese que separa dos mundos. Dos historias que se cuentan en vidas distintas. Se abre la noche luna creciente. ¿Acaso no somos todos humanos?

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