Los cautivos tuvieron una gran importancia en la sociedad maya, más allá del nivel ritual (sacrificios), sino también desde el punto de vista diplomático, artístico y, como veremos con el ejemplo de Caracol, económico. En los años 60, Tatiana Proskouriakoff descubrió e identificó el glifo de captura (chuhkaj). Durante años se pensó que los mayas únicamente iban a la guerra para abastecerse de prisioneros para inmolar a sus sangrientos dioses pero, como hemos visto en el apartado anterior, la realidad de la guerra maya es bien diferente a la establecida en la segunda mitad del siglo pasado.
Representaciones iconográficas de cautivos las tenemos en todos los rincones del arte maya, desde monumentos de piedra, pasando por la cerámica, hasta llegar a la pintura y a la escritura. Famosos son los encontrados en Toniná, Yaxchilán y Piedras Negras. En cuanto al contenido de las representaciones, destaca que en todas ellas se muestran a los prisioneros expuestos a humillación y sufrimiento, desnudos o semidesnudos, o sea, sin ninguna prenda, joya o pintura que les otorgue ningún tipo de validez dentro de la jerarquía maya. Se muestran en posiciones poco naturales y comúnmente aparecen solos o en compañía del captor. Hay, eso sí, diferencias a la hora de tratar a cautivos gobernantes, que conservan algunos atributos de su antiguo poder, así como joyas reales.
En los monumentos de piedra podemos contemplar los nombres y los títulos de los cautivos. Se muestran a los gobernantes agarrando por el cabello a los prisioneros, lo que se interpretó como derrota. También hay escensa de humillación sexual. Parece ser que a algunos de estos prisioneros se les consumió en actos de canibalismo. Como muestra tenemos el Dintel 35 de Yachilán que posee un texto que dice uwe’jiiy, lo que se tradujo como “fueron comidos”. Como elemento curioso, vemos que muchas veces hay representaciones pictóricas realizadas por los propios derrotados, como el Monumento 122 de Toniná, que muestra la derrota de un gobernador de Palenque, donde el estilo es propio de Palenque, no de Toniná. Para hacer referencia a la etnohistoria, hay que destacar que fuentes coloniales, como la de Bernal Díaz del Castillo, habla sobre que si se capturaba a ciertos personajes, la batalla podía darse como finalizada.
Pero los guerreros no eran los únicos capturados, también se podían capturar a los dioses patronos de la ciudad, que eran unos de los elementos más codiciados en el campo de batalla, así como los propios reyes. Parece ser que, en muchas ocasiones, después de capturar a un rey, se le dejaba volver a su ciudad para gobernar, eso sí, subordinado a la ciudad victoriosa, aunque también tenemos referencias de decapitaciones y sacrificios de gobernadores, como el caso de Waxaklajun’n Ub’aah K’awiil de Copán.
Como hemos mencionado, los dioses patronos podían ser capturados. Hay fuentes del Posclásico que ya citan este hecho, de cómo los mexicas capturan efigies de los dioses de los pueblos que van derrotando. Dentro del paradigma maya, las imágenes de los dioses eran capturadas y llevadas a la ciudad que había ganado la contienda, allí se mostraban en rituales en las diversas y variopintas plazas de las capitales mayas. Con este hecho, la ciudad vencedora se hacía con el favor de los dioses de la ciudad derrotada, lo que otorgaba aún más poder y misticismo al gobernador victorioso y hacía que los vencidos se subordinasen completamente. Con el fin de cerrar este apartado, hay que hablar sobre la captura del escriba, que ha hecho correr ríos de tinta por parte de los principales mayistas en los últimos años.
Los ejemplos más importantes de la captura de escribas se pueden ver en tres lugares, en la Estela 12 de Piedras Negras, se ve al soberano del lugar exponiendo a nueve personas de la élite capturados en Pomona, siendo humillados. En los glifos se pueden identificar a los escribas “ba cheb” o primera persona de la pluma. El segundo lugar e Bonampak, que hemos mencionado al principio de este trabajo y que podemos observar en la portada del mismo. Se ven dos humillaciones hacia estos escribas capturados: les han partido los dedos y sangran mucho, así como sus uñas, que están arrancadas. También vemos como otros tienen doblados los dedos en una posición muy antinatural, lo que indica que buscan imposibilitar que vuelvan a escribir.
Kevin J. Johnston nos habla de tres estadios a los que someten a los escribas capturados. El primer estadio es la misma captura, el segundo, quebrar los dedos de los prisioneros y el tercero, la ejecución por medio del sacrificio, que está representado por la figura central del mural de Bonampak, a quien le han arrancado el corazón y aún sangra por los dedos, también se ve la cabeza decapitada de un prisionero. El tercer lugar donde se aprecia mejor la captura y cautiverio del escriba es en el Palacio de Palenque. También han pasado por los tres estadios mencionados anteriormente.
¿Por qué era tan importante capturar e inutilizar a los escribas? La respuesta es muy sencilla: los escribas eran parte vital de la producción de poder de los soberanos y por ende, eran un blanco legítimo y estratégico de captura y destrucción. Sin ellos, sus rivales no podían generar textos políticamente impactantes (Johnston). Sin sus escribas, los políticos menguaban su capacidad de producir monumentos públicos y por ende perdía notoriedad y autoridad, lo que podía significar una pérdida total del poder en favor de otro sector de la élite. La captura del escriba reducía el número de seguidores del soberano y por lo tanto, perdía tributo y mano de obra, pilares del poder político en la sociedad maya. Los textos eran un medio por el cual los soberanos afirmaban y mostraban su poder. También hay constancia, eso sí, de captura de escribas que pasan a formar parte de la corte vencedora. Por último, decir que la fractura de los dedos era un acto político significativo, ya que producía y revelaba la fragilidad de los enemigos del soberano.