Hebrón es una de las ciudades más violentas de Cisjordania y el máximo exponente de lo que suponen la ocupación y las colonias judías en territorio palestino. Continuos ataques de colonos contra palestinos, ataques palestinos contra soldados, helicópteros militares sobrevolando a baja altura la ciudad, tanquetas y check points militares en cada calle forman parte del panorama habitual de esta importante ciudad palestina.

Al acercarse a Hebrón va cambiando el paisaje que nos rodea; las carreteras con algún que otro soldado israelí haciendo guardia a los lados y los discretos puestos de control, van dando paso a auténticas fortificaciones y a una presencia militar cada vez más evidente. Entrar en ella es como entrar en una zona de guerra: calles llenas de barricadas y tomadas completamente por soldados israelíes, que patrullan con vehículos pesados o hacen guardia en sus puestos fortificados, muros de hormigón que cierran calles enteras o torres de vigilancia en pleno centro de la ciudad. Así es Hebrón.

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Con una población de más de 150.000 palestinos y entre 650 y 750 colonos israelíes, Hebrón, una de las ciudades más importantes de Cisjordania y uno de los centros económicos palestinos por excelencia. Sin embargo, la ciudad está tomada por más de 3.000 militares israelíes que atemorizan y controlan a la población árabe en todos los rincones de la ciudad. Hebrón es considerada sagrada por las tres religiones mayoritarias, judíos, musulmanes y cristianos; se cree que allí vivió, murió y también fue enterrado Abraham, padre del monoteísmo, junto a sus hijos Isaac y Jacob. Los musulmanes consideran que también allí es donde el ángel Gabriel hizo a Mahoma detenerse para rezar en su viaje de La Meca a Jerusalén; para los judíos, Hebrón es la Ciudad de los Patriarcas, el segundo lugar más sagrado después del Muro de las Lamentaciones. Callejuelas estrechas y sinuosas, con casas mamelucas de techos planos y viejos mercados saturados de controles militares, conducen hasta la Tumba de los Patriarcas, actualmente la Mezquita de Abraham, un importante lugar religioso venerado en el Islam y el judaísmo. El edificio ha acabado adquiriendo una solución kafkiana, por un lado funciona como mezquita y por otro como sinagoga, teniendo acceso las dos partes a la tumba desde lados opuestos, creando una nerviosa convivencia.

Las colonias judías de Hebrón se remontan a la guerra de los Seis Días, en 1967, cuando Israel recuperó el control de la región cisjordana y se construyó allí el primer asentamiento ilegal: Karyat Arbaa. Ahora, 50 años después se ha convertido en la segunda urbe de Cisjordania . En Hebrón es donde más problemas de convivencia hay entre judíos y palestinos, ya que es la única con colonias en pleno centro histórico.

Los colonos más radicales

Una de las primeras preguntas que me pasan por la cabeza al ver el asentamiento judío en pleno centro, rodeado de elevados muros con torres de vigilancia y lleno de soldados armados es: ¿Quién quiere vivir así? Es difícil de imaginar que alguien voluntariamente decida ir a vivir a un rincón de una ciudad que más parece una cárcel que otra cosa: controles para entrar, controles para salir y un muro que delimita toda la zona donde te puedes mover libremente. La explicación no es muy mundana, ya que se trata de una colonización totalmente ideológica; la mayoría de colonos creen estar cumpliendo una misión divina, toda Palestina es la tierra prometida para el pueblo elegido y no puede abandonarse, y más un sitio sagrado como Hebrón. Además, el Gobierno concede numerosas ayudas a los colonos, y las casas, la educación y la vida en general son subvencionadas por el Estado.

El origen de la colonia en el centro de Hebrón tiene una historia cuanto menos particular: la primera incursión a la ciudad fue dirigida por un rabino americano y su mujer. Alquilaron un hotel entero en el centro y luego se negaron a irse. Con altibajos, el asentamiento ha llegado a ser lo que es hoy. A Hebrón han ido a parar los colonos más radicales e intolerantes del territorio. Ejemplo de ello es que aún hoy se erige un monolito en la colonia de Karyat Arbaa ensalzando como héroe al colono y doctor norteamericano Baruch Goldstein, quien en 1994 entró en la mezquita de Ibrahim en pleno rezo y comenzó a disparar con su metralleta contra una multitud desarmada, asesinando a 29 árabes e hiriendo a decenas, hasta que acabó linchado por los propios supervivientes de la masacre. Para más inri, esta masacre judía supuso el levantamiento del muro de separación entre la colonia y el resto de la ciudad, cosa que provocó incontables molestias a los palestinos, que dejaron de poder circular de manera más o menos libre por su ciudad. Además, la colonia del centro de Hebrón también es el hogar de Baruh Marzel, líder del movimiento Jeeish Defense League (JDL), heredero del ilegalizado partido Kach, del que Marzel fue portavoz durante diez años, y que promovía leyes como la ilegalización de las relaciones sexuales entre judíos y no judíos o la retirada de la nacionalidad israelí a todos los que no profesaran la religión judía. Actualmente, el partido Kach es considerado una organización terrorista tanto por Israel como por Estados Unidos, pero su ex líder sigue viviendo en pleno centro de Hebrón protegido por los militares israelíes.

Para la mayoría de colonos de Hebrón, la salvaguarda de los judíos contra actos antisemitas pasa por ataques directos e indiscriminados contra los árabes –el joven palestino que nos guió por la ciudad había estado hospitalizado dos veces en los últimos cinco años fruto de este tipo de ataques– y abundan las estrellas de David, acompañadas de pintadas racistas, en casas de palestinos, muchos de los cuales se han visto obligados a poner verjas y barras de hierro en puertas y ventanas para evitar agresiones. Las agresiones de colonos siempre quedan impunes, ya que los soldados israelíes no actúan en esos casos. Se ha llegado al extremo de que voluntarios de ONG internacionales acompañen a los niños palestinos a la escuela para protegerlos de los ataques de los colonos.

La vida en Hebrón

La localidad está militarizada y hay cinco soldados por cada colono israelí. Hay cierre de comercios y toque de queda permanente. La vida de los palestinos en Hebrón se ha convertido en un infierno. Ir al mercado, desde una casa situada a poco más de 400 metros, puede ser un periplo que dure horas entre controles y colas para entrar, registros arbitrarios en cualquier momento, y nuevos controles para salir. En Hebrón hay 18 de los 103 check points permanentes que existen entre Cisjordania y Jerusalén Este y 113 tipos distintos de restricciones en medio de la ciudad entre puntos de control, bloques de piedra taponando carreteras, y pasos restringidos y vigilados con el fin de controlar el tráfico de vehículos y personas.

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Según un informe de la ONU, desde el inicio de la Segunda Intifada (2000-2005), el 76,6 por ciento de los negocios de Hebrón han cerrado y el 41,9 por ciento de la población ha huido de la ciudad.

Pasear por el barrio viejo, antes uno de los mercados más concurridos de toda Palestina, es ahora una experiencia desoladora. El centro de Hebrón se ha convertido en un conjunto de calles estrechas y sucias. Las que no están desiertas están tapadas completamente por rejas, para evitar el continuo lanzamiento de objetos (desde basura, piedras y objetos contundentes hasta aguas fecales) por parte de los colonos que viven justo encima del mercado. Solo quedan unas cuantas tiendas abiertas y, por el camino, nos abordan unos cuantos niños que nos ofrecen pulseras hechas a mano con la bandera palestina a cambio de algo de ayuda.

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Calles para judíos; leyes para palestinos

La imagen de patrullas israelíes peinando las calles de Hebrón es tan habitual como la de palestinos en pie y de cara a la pared, al lado de algún check point a la espera de que los soldados les devuelvan su documentación. Muchas de las calles de la ciudad están vetadas a los palestinos y son de uso exclusivo para los judíos, como la calle Shuhada, antiguo mercado y, actualmente, parte de la colonia Avraham Avinu, veto que obliga a los palestinos a dar un rodeo atravesando un cementerio para trasladarse de una vecindad a otra. También es habitual ver a niños y mayores saliendo o entrando por ventanas de casas palestinas para evitar los controles.

La tensión acumulada en este lugar se puede cortar con un cuchillo. Mohammad A. guía que vive en Hebrón, nos cuenta la difícil convivencia entre los partidarios de estas dos religiones: «Hebrón es la única ciudad con asentamientos palestinos en su interior. Según la ley de Naciones Unidas del 29 de noviembre de 2012 es una tierra ocupada ilegalmente. Lo que quiere decir que todo asentamiento construido después de 1967 es ilegal y debe ser destruido, restableciéndose las fronteras de 1967».

Tampoco se aplican las mismas leyes a unos y otros. «La vida en Hebrón es difícil. Hay dos leyes, la ley militar y la ley civil. Para los palestinos se aplica la militar, por lo que el ejército israelí tiene autorización para disparar a cualquiera que porte una navaja o un cuchillo. A los colonos israelíes se les aplica la ley civil, por lo que pueden llevar un arma para protegerse y nadie les dice nada», añade Mohammad.

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