LA ÉPOCA
Lucio V. Mansilla es integrante de la generación del 80, grupo que luego de la batalla de Caseros participa activamente en la vida de la joven nación argentina a finales del XIX. Esta generación rápidamente descubre que los males de la patria no terminan con la derrota de Rosas. En muchos se aprecia la frustración por no poder parir esa nueva Nación que en apariencia esperaba después de 1852 y no se plasma. Son testigos de un país provinciano, autoritario, dividido, donde todos se conocen y las disputas confunden a partidos políticos y familias; un país que esta en proceso de desaparición y otro que nace al calor de las masas de inmigrantes que empiezan a llegar incesantemente a la Argentina, los ferrocarriles que comienzan a conectar a las zonas productivas con en el puerto enmarcado en el proyecto agroexportador, la escuela que viene a producir una revolución educativa de la mano del proyecto de Domingo F. Sarmiento, el telégrafo y la inmensidad de la la pampa que se multiplica a partir de la derrota del indio.
La mayoría de estos hombres son políticos, militares, pensadores, escritores y tienen la inmensa tarea de hacer y contar ese viejo país que desaparece y el nuevo que no termina de formarse.
EL HOMBRE
Lucio Victorio Mansilla nace en Buenos Aires en 1831, es el hijo mayor del General Lucio Mansilla y de Agustina Rosas, hermana menor de Juan Manuel de Rosas. Lucio cuenta que adolescente inicia sus lecturas en una escasa biblioteca ubicada en el saladero que su padre tenía cerca de San Nicolas. Un día este lo encuentra leyendo el Contrato Social de Rousseau y le dice: “Mi amigo, cuando uno es sobrino de don Juan Manuel de Rosas, no lee el CONTRATO SOCIAL si se ha de quedar en el país, o se va de él si quiere leerlo con provecho”. Así, lo envía a los 16 años a la India con el encargo de comprar un cargamento de yute, obviamente que no cumple el encargo pero con este viaje comienza un periodo importante en su educación y a partir de este hecho se convertirá en un viajero infatigable durante toda su vida. Aprenderá cinco idiomas y es con la escritura de un diario que, sin quererlo, se convierte en escritor.
Vuelve a Buenos Aires en 1851, en las vísperas de la caída del régimen y ve con ojos distintos a los que veía antes de su viaje la idolatría a Rosas. A pesar de que por vínculo familiar es sobrino de Juan Manuel de Rosas, sufre las consecuencias de la caída del régimen, su pensamiento se posiciona en contra de su tío.
Tal vez podría haber sido amigo y aliado de Sarmiento, el otro gran escritor del siglo XIX que tiene la Argentina, pero una acción de este durante la caída del régimen resista resiente para siempre la relación: Sarmiento destroza la bandera argentina que flamea en la casa de los Mansilla. Este hecho define para siempre la relación de estos dos hombres
Luego de un exilio en Paris, en 1854 retorna a Buenos Aires; por un incidente con José Marmol el gobierno lo destierra y se va a ejercer el periodismo a la Ciudad de Paraná, en la provincia de Entre Ríos. En 1859, luego de la batalla de Cepeda en donde las fuerzas de la Confederación derrotan a la de Buenos Aires vuelve a la capital.
La guerra del Paraguay lo tiene entre sus participantes, de la que retorna con el cargo de Coronel. El presidente Sarmiento lo destina a Río Cuarto como comandante de la frontera, a las órdenes del general Arredondo.
LA OBRA
Es en este destino de fronteras que Mansilla escribe su obra máxima y uno de los libros mas importantes de la literatura argentina, Una excursión a los indios ranqueles, en donde cuenta su experiencia de frontera y la interacción con los indios ranqueles de la zona.
Veinte años después de Una excursión… emprende en el diario Sudamérica una publicación semanal que bautiza Causerie de los jueves, a la que después de un tiempo rebautiza como Entre nos. Estos artículos luego se recopilan en libro, convirtiéndose en crónicas privilegiadas de una época, escritas por una pluma con alto contenido estético y artístico.
Alguna vez se calificó a la pluma de Masilla como liviana, anecdótica y carente de profundidad. La injusticia de esta afirmación se observa claramente con la actualidad de su obra que muestra una época con prístina claridad.
Mansilla nunca integro el canon de grandes escritores nacionales. Ignorado por Borges, Groussac y otros que, con su opinión, dieron forma a este canon, lo alejan injustamente de un lugar de relevancia. Seguramente Mansilla junto con Sarmiento, son tal vez las dos plumas mas importantes de la Argentina del siglo XIX
Los hechos siguientes transcurren en el sur de la provincia de Córdoba, cerca del poblado de Rio IV, por el año 1870…
Pero que hable Mansilla…
[…] Pronto estuvimos otra vez en camino con cabalgaduras frescas.
La noche tenía una majestad sombría, soplaba un vientecito del sur y hacía un poco de frío. Medio entumido como me había levantado de mi gramíneo lecho, temí dormirme sobre el caballo, y era indispensable tener muchísimo cuidado, pues en cuanto salimos del descampado y entramos de nuevo en el bosque, comenzaron a azotarnos sin piedad las ramas de los árboles. La penumbra de la luna eclipsada a cada momento por nubes cenicientas que corrían veloces por el vacío de los cielos, hacía muy difícil apreciar la distancia de los objetos; así fue que más de una vez apartamos ramas imaginarias y mas de una vez recibimos latigazos formidables en el instante mismo en que mas lejos del peligro nos creíamos.
¿No sucede en el sendero de la vida-de la política, de la milicia, del comercio, del amor-, lo mismo que cuando en nublada noche atravesamos las sendas de un monte tupido?
Cuando creemos llegar a la cumbre de la montaña con la piedra nos derrumbamos a medio camino. Nos creemos al borde de la playa apetecida y nos envuelve la vorágine irritada. Esperamos ansiosos la tierna y amorosa confidencia y nos llega en perfumado y pérfido billete un ¡olvídame! Ofrecemos una puñalada, y somos capaces de humillarnos a la primera mirada compasiva.
¡Cuán cierto es que el hombre no alcanza a ver mas allá de su nariz!. […]
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El cacique Baigorrita llama al indio San Martín para que dialogue con el Coronel Mansilla y surge el siguiente diálogo:
[…] Vino éste y le hice preguntar que si todavía no era hora de ensillar.
Me contestó que teníamos bastante tiempo aún; que de allí a Añancué. Línea divisoria de sus tierras, no había mas que dos galopes, que ya había mandado traer sus caballos y buscar una res, para que mi gente carneara antes de partir; pero que la res tardaría un rato largo en llegar, porque estaba lejos:
-¿Y que, mi compadre no tiene vacas gordas aquí?, le pregunté a San Martín.
-No señor, si está muy pobre , me contestó.
-¿Muy pobre?
-Si, señor.
-¿Y cuánto vale una vaca?
-No tiene precio
-¿Cómo? ¿No tiene precio?
-Cuando es para comercio depende de la abundancia, cuando es para comer, no vale nada; la comida no se vende aquí: se le pide al que tiene más.
-¿De modo que los que hoy tienen mucho, pronto se quedarán sin tener qué dar?
-No, señor; porque lo que se da tiene vuelta
-¿Qué es eso de vuelta?
-Señor, es que aquí el que da una vaca, una yegua, una cabra o una oveja para comer, la cobra después; el que la recibe algún día ha de tener.
-Y si a un indio rico le piden veinte indios pobres a la vez ¿que hace?
-A los veinte les da con vuelta y poco a poco se va cobrando.
-Y si mueren los veinte ¿quién le paga?
-La familia.
-¿Y si no tiene familia?
-Los amigos.
-¿Y si no tiene amigos?
-No ero no todos los hombres no tienen amigos que paguen por ellos.
-Aquí sí; no ve, señor, que en cada toldo hay allegados, que viven de lo que agencia el dueño.
-¿Y si no se les antoja pagar?
-No sucede nunca.
-Puede suceder, sin embargo.
-Podría suceder, si, señor; pero si sucediese, el día que a ellos les faltase nadie les daría.
-¿Cada indio tendrá una cuenta muy larga de lo que debe y le deben?
-Todo el día hablan de lo que han recibido y dado con vuelta.
-¿Y no se olvidan?
-Un indio no se olvida jamás de lo que da ni de lo que le ofrecen.
-¿Me ha dicho que cuando una vaca era para comercio tenía precio?
-Si, señor.
-Explícame eso.
-Señor, comercio es, que el que tiene le haga un cambio al que no tiene.
-¿Entonces, si un indio tiene un par de estribos de plata y no tiene para comer, y quiere cambiar los estribos por una vaca, los cambia?.
-No se usa, le darán la vaca con vuelta y él dará los estribos con vuelta también.
-¿Y si un indio tiene un par de espuelas de plata y las quiere cambiar por un par de estribos?
-Las cambia, con vuelta o sin vuelta, según el trato.
-¿Y con los indios chilenos, como hacen el comercio, lo mismo?
-No, señor; con los chilenos el comercio lo hacen como los cristianos, a no ser que sean parientes.
-¿Y con los indios de Calfucurá y con los Pampas?1.
-Lo mismo, señor.
-¿Y cuando los indios tienen una diferencia, quién los arregla?
-Nombran jueces.
-¿Y si alguno no se conforma’
-Tiene que conformarse.
Estos bárbaros, dije para mis adentros, ha establecido la ley del Evangelio, hoy por ti, mañana por mí, sin incurrir en las utopías del socialismo; la solidaridad, el valor en cambio para las transacciones; el crédito para las necesidades imperiosas de la vida y el jurado civil; entre ellos se necesitan especies para las permutas, crédito para comer.
Es lo contrario de lo que sucede entre los cristianos. El que tiene hambre no come si no tiene con qué, Está visto que las instituciones humanas son el resultado de las necesidades y de las costumbres, y que la gran sabiduría de los legisladores consiste en no perderlo de vista al modelar las leyes. Los que a cada rato nos presentan el cartabón de otras naciones cuya raza, cuya religión, cuyas tradiciones difieren de las nuestras, deberían tomar nota de estas observaciones. […]
Fuentes:
Una excursión a los Indios Ranqueles – Lucio V. Mansilla – Emecé 1989 – Con estudio crítico de Julio Caillet Bois – Emece 1989
Entre Nos / Causerie de los jueves – Lucio V. Mansilla – El elefante blanco 2000
1 Los indios pampas habitaban la provincia de Buenos Aires