Tres décadas anhelándote
tres lustros en tu búsqueda
tres años, indómito
tres meses en lo recóndito
tres semanas de incógnito
tres días, ya, que quedé pálido
(tras)
tres horas leyendo tu púlpito
tres minutos de silencio impávido
en tres segundos, rendido
a tu universo ingrávido
Lo supe, más allá del pálpito
Tantos versos con tu hálito
tanta fuerza prolífica
y yo, tan cinético y estático
así, a merced de esa poética
llego a la puerta de tu ático.