No me importa ser el segundo plato. El segundo plato es el que más llena, el que más sacia, el que posee mayor aporte calórico. Te comes el primero rápido para acto seguido engullir el segundo. Tampoco me importa ser el café; el aroma, el sabor, las palpitaciones, la intensidad y las noches sin dormir. Postre tampoco está mal ¿A quién le desagrada un dulce? Puro pecado, caramelo, chocolate y nata derretida en la boca. Vicio. La copita de vino; ese temblor y mordida de labios involuntario, los coloretes y la sonrisa tonta, que parece que concede pero no da. No me importa ser nada de eso.
Lo que no me gusta es ser el puto palillo de dientes.