Los avances tecnológicos de esta década han facilitado la detección de exoplanetas; planetas fuera del Sistema Solar. Además, se está estudiando la posibilidad de poder detectar en estos planetas indicadores de vida potencial, como por ejemplo agua u oxígeno en la atmósfera. Debido a que el único sitio en el que sepamos a ciencia cierta que hay vida es el nuestro, los planetas que reciben más atención cómo candidatos a posibles lugares que alberguen vida son los planetas parecidos al nuestro.
Sin embargo, aquí voy a hablar de otra posibilidad: la de vida en satélites como Europa. Europa es un satélite rocoso de Júpiter de un tamaño ligeramente inferior al de la Luna, pero con una enorme cantidad de agua; comparable a la de la propia Tierra. Eso, como Europa es mucho más pequeña que la Tierra, significa que tendría una capa exterior de agua de unos 100 km de profundidad. Pero Júpiter (y por lo tanto Europa también) se encuentran fuera de la zona habitable, es decir la distancia desde la estrella (en nuestro caso el Sol) en la que recibe luz suficiente como para que pueda haber agua líquida. Si está demasiado cerca, toda el agua se evaporará, y si está demasiado lejos estará toda en forma de hielo. Estar en la zona habitable se considera un requisito indispensable para la vida (por lo menos, tal y como la entendemos) ya que todos los organismos la necesitan para reacciones químicas básicas para poder mantenerse. Y, efectivamente, la superficie de Europa se encuentra a temperaturas de entre -220 y -150 grados centígrados –muy por debajo de la temperatura de congelación del agua.
Entonces, ¿por qué hablo de Europa como un lugar con potencial para la vida? Porque el Sol no es la única fuente de calor que hay que tener en cuenta. Tenemos que considerar los efectos de la fuerza de marea. Para poner un ejemplo más cercano, consideremos las mareas en la Tierra. La fuerza de la gravedad depende de la distancia entre los dos cuerpos involucrados, además de su masa. Aquí, en la Tierra, las mareas las provoca la Luna, que ejerce una atracción gravitatoria ligeramente más intensa sobre la parte del océano que tiene más cerca respecto a la que está más alejada de la propia Luna, y eso es lo que causa las subidas nivel del mar. Además, a medida que la Tierra gira sobre su eje las zona que están más cerca de la Luna van cambiando, cosa que provoca las subidas y bajadas periódicas de las mareas.
Para el caso de Europa ese fenómeno se ve intensificado por el hecho de que la órbita alrededor de Júpiter no es un círculo perfecto sino una elipse. Debido a eso, la fuerza de la gravedad de Júpiter sobre Europa varía a medida que ésta se aleja y acerca en su trayectoria elíptica. Y encima, Júpiter tiene otros satélites masivos (Io, Ganímedes y Calisto) que también tiene interacción gravitatoria – y efectos de marea – con Europa. Este vaivén de fuerzas provoca, debido al rozamiento, un calentamiento del interior de Europa. Aquí me refiero al núcleo metálico y el interior rocoso que, al igual que la Tierra, se supone que tiene Europa, y me refiero también a la capa de agua que hay por encima. De hecho, el calentamiento podría ser suficiente para que, debajo del hielo en la superficie, hubiese un gran océano de agua líquida. Además, el calentamiento del centro rocoso del satélite (provocado por la fuerza de marea) causa que Europa tenga una actividad geológica que, de otra forma, un satélite tan pequeño no tendría.
Así pues, tenemos la posible existencia de un gran océano de agua líquida bajo la superficie en un satélite con una actividad geológica comprobada (la superficie helada presenta unas grietas que los científicos atribuyen a la tectónica del interior rocoso). En la Tierra existen ecosistemas en los océanos profundos en los que viven bacterias que extraen la energía de fuentes hidrotermales, de las que fluye agua calentada en el interior del planeta, sin necesidad de luz para hacer la fotosíntesis. Y es altamente probable que en Europa también haya fuentes termales de estas características. Si además hubiese oxígeno abundante en estos océanos (cosa que no se descarta) podríamos esperar encontrar vida mucho más compleja.
Por supuesto, lo que os he expuesto son solo conjeturas pero, si se encontrara vida en Europa –en nuestro Sistema Solar – sería una fuerte indicación de que la aparición de la vida no es algo tan improbable como se cree y que, con toda probabilidad, abunda en el universo. Y cuando se mandan misiones espaciales a Europa, se va con muchísimo cuidado de que no se lleve ningún organismo de la Tierra que contamine los posibles ecosistemas que haya*. Por si acaso.
*De hecho, recientemente hubo una alerta de una potencial contaminación biológica en Marte provocada por la sonda Curiosity. http://www.abc.es/ciencia/20140520/abci-bacterias-terrestres-pueden-haber-201405201309.html