Quisiera
un sábado cualquiera,
al alba,
que marcháramos a trotar,
hasta agotar las fuerzas.
Y regresar
a esa cabaña,
o tienda,
o refugio,
y desayunar(nos)
pletóricos, endorfínicos…
Tras
cada montaña,
o cresta,
o risco,
y extasiarnos,
tendidos, rendidos.