Este libro fue para mí una de las mayores sorpresas lectoras de mi vida. El autor ya me venía con excelentes referencias de muy distintas fuentes, así que me esperaba lo mejor: pero que un libro traducido del hebreo y leído en neerlandés pudiera resultar tan divertido, humano, conmovedor, cercano, actual… (me faltan adjetivos para continuar) tantos años después de su fecha de publicación y después de tantos libros como llevo leídos, es algo que no esperaba encontrar tan fácilmente ya a mis años.
Keret cerró el siglo XX como los dadaístas lo inauguraron: convirtiendo los horrores de la guerra en un arte absurdo, grotesco y divertido que coloca delante de la realidad un espejo que deformándola revela su verdadero rostro mejor de lo que podría hacerlo cualquier realismo. Un librito de relatos altamente recomendable para todos los lectores que guarden un rescoldo del sentido del humor gamberro y empático necesario para ser capaces de reírse con un más allá exclusivamente para suicidas, donde las familias se reúnen y hay predicadores que proclaman la vuelta a la vida. Con amigos que se van contagiando la locura unos a otros. Y con conductores de autobús que tendrán que elegir entre la justicia de llevar a los viajeros a tiempo a su destino y la misericordia de abrir las puertas a los pasajeros rezagados porque de pequeños querían ser Dios.
Etgar Keret by Negra Tinta. © Negra Tinta 2014
