Hace unos días Képler Laverán Lima Ferreira, más conocido como Pepe, fue expulsado frente a Alemania en el primer partido de Portugal en el Mundial de Brasil. El brasileño del Real Madrid, nacionalizado portugués, volvió a perder los papeles y agredió y se encaró con Thomas Müller en una muestra más de que estamos ante uno de los jugadores más duros de la historia de los mundiales.
Una lista en la que bien podría estar Harald Schumacher, el guardameta de Alemania Occidental que en las semifinales de España’82 llevó a cabo una de las agresiones más brutales que se recuerdan cuando impactó con el defensa francés Patrick Battiston, dejándolo inconsciente y con conmoción cerebral, una vértebra rota y dos dientes menos. También habría hueco para Nigel de Jong, el duro centrocampista holandés que pasará a la historia por su patada en el pecho a Xabi Alonso en la final de Sudáfrica 2010 y por, entre otras acciones, romper la pierna al estadounidense Stuart Holden y al extremo del Newcastle Hatem Ben Arfa en un partido de la Premier League. No faltaría tampoco un antiguo defensa de la Juventus y de la selección italiana: Claudio Gentile. El zaguero es recordado como uno de los mejores exponentes de marcador a la vieja escuela. No tenía ningún problema para usar cualquier método válido o no válido para frenar al adversario, incluyendo algún que otro agarrón en los genitales, táctica usada contra Diego Armando Maradona en el Mundial de 1982. Y, por supuesto, la cuota española no podía faltar. Andoni Goicoechea, representante patrio y conocido como el Carnicero de Bilbao, fue un fijo en la selección española de los 80 y casi acabó con la carrera del propio Maradona el 24 de septiembre de 1983. Fue una entrada escalofriante que rompió el tobillo y dañó los ligamentos al astro argentino, que por aquel entonces jugaba en el FC Barcelona. A Goico le cayeron 16 partidos de sanción.
Entrada a Holden
Entrada a Maradona
Sin embargo, a la cabeza de todos ellos, con el brazalete de capitán de este peculiar equipo estaría sin duda Nobby Nosferatu Stiles, defensa central de la selección inglesa que ganó el Mundial jugado en la isla británica en 1966. Al combinado nacional accedió Stiles gracias a su condición de fijo en el Manchester United durante once temporadas. Seguramente a los lectores más jóvenes no les suene de nada su nombre. Yo tampoco vi a Stiles en el campo, le conocí por otra vía. Tener un padre que me inculcó su pasión por el fútbol histórico cuando jugaba a las chapas que él mismo había creado cuando era joven –y que guarda como el tesoro que son en una caja– me valió para ello. Sacábamos de la caja a la selección inglesa de 1966: allí figuraban nombres como los hermanos Charlton, Booby Moore, Gordon Banks, Martin Peters, Geoff Hurst, o Roger Hunt. Pero mi padre siempre me decía lo mismo: “Ninguno como Stiles, sin duda uno de los jugadores más duros que he visto en mi vida y es que no veas las patadas que le pegaba a Amancio cuando el Manchester United se enfrentaba al Real Madrid”.
Norbert Peter Stiles, nació el 18 de mayo de 1942, en plena II Guerra Mundial, en Collyhurst, un barrio obrero y poblado de inmigrantes irlandeses en el norte de Manchester. Desde muy pequeño, guiado por su poca afición a los estudios y sí a las peleas y al fútbol no se perdía ni una de las retransmisiones deportivas del United, hasta el punto de que, como relata el periodista Rubén Uría, “un día, tan nervioso por el resultado de su amado club, metió la cabeza entre los barrotes de una silla y hubo que serrarla para rescatarlo”.
Tras muchos esfuerzos, el club de sus amores le ofreció una prueba con 17 años para formar parte de sus categorías inferiores. Y allí se presentó, con su poca pinta de defensa e, incluso, de deportista. Medía 1,68, estaba ya medio calvo, era flaco, tenía una terrible miopía que le hacía llevar gafas de culo de vaso fuera del campo, y por si fuera poco, siendo un adolescente había perdido toda su dentadura frontal. Es decir, su rostro era clavado al que gastan los jóvenes jugadores de hoy en día, abonados casi todos ellos a la metrosexualidad.
Sin embargo se cruzó en su carrera el mítico entrenador Sir Matt Busby, quien desde el primer momento confió en él tras quedarse prendado por su garra y su entrega. Y así, gracias a él, este escuchimizado defensa debutó con 18 años con los Red Devils en 1960. El entrenador escocés cambió de puesto a Stiles y creó una figura nunca vista hasta el momento: la de centrocampista destructor. Su tarea era, única y exclusivamente, la de secar a la estrella del contrario, recuperar el balón y dársela “al bueno”, que no era otro que Sir Bobby Charlton. Casi cuarenta años después, el Atlético de Madrid hizo lo mismo, intercambiando los papeles con Juan Vizcaíno y Bernd Schuster, pero esa es otra historia.
Afianzado en la medular del Manchester United, en 1965 debutó con una selección inglesa entrenada por Alf Ramsey que ya preparaba el Mundial que se celebraría en su país al año siguiente. En los amistosos previos, el seleccionador le probó por delante de una defensa de cuatro formada por George Cohen, Jackie Charlton, Bobby Moore y Ray Wilson. El pequeñajo de Collyhurst no le decepcionó. Es más, en un amistoso en febrero de 1966, en Wembley y ante la República Federal de Alemania, consiguió el único gol de su carrera con la camiseta nacional.
Sus características –duro, peleón, leñera y asfixiante en el marcaje– le hacían ideal para esa selección y por ello jugó todos los partidos de la primera fase, el de cuartos de final y el de semifinales, donde dejó un marcaje a Eusebio, estrella de Portugal, que pasará a la historia. La Pantera Negra no olió un balón. Empujones, patadas al tobillo, presión pegajosa y la selección inglesa en la final de su Mundial. Stiles jugó los 120 minutos del último partido del campeonato y cuando concluyó la final con victoria para Inglaterra por 4-2, el defensa del Manchester United dejó una imagen para la eternidad. Su euforia y su peculiar baile con la Copa del Mundo en una mano y sus dientes postizos en la otra son tan famosas que incluso, treinta años después, esta misma escena fue recordada y recogida en la letra de la canción Three Lions de Frank Skinner y David Baddiel.
But I still see that tackle by Moore / And when Lineker scored / Bobby belting the ball / And Nobby Dancing
(Pero aún veo aquella segada de Moore / y cuando Lineker marcó / Bobby disparando el balón / y el baile de Nobby)
Escena bailecito
Fue sin duda su mejor momento como profesional. Dos años después, en la final de la Copa de Europa que se celebró en Wembley, volvió a secar a Eusebio, en esta ocasión estrella del Benfica. Así, su United conseguía la primera de sus tres orejonas al vencer a los portugueses por 4-1. Sin embargo, a partir de ahí su carrera entró en declive con la llegada al fútbol de las tarjetas. Aunque fue convocado para el mundial de México 1970, fue suplente. En 1971, el club de sus amores lo traspasó al Middlesbrough, donde tras dos años se marchó al Preston North End, lugar en el que se retiró en 1975, lastrado por la nueva reglamentación.
Atrás dejó quince años de carrera en los que patentó un estilo. Los que le vieron jugar aseguran que nunca han visto nadie tan duro como Nobbie Nosferatu Stiles. Y es que dicen algunas leyendas que antes de salir al terreno de juego, Ramsey le llamaba aparte y le decía al oído “do suffer“ («hazlo sufrir») y el volante tapón, por supuesto, lo cumplía a rajatabla. Desde que comenzaban los partidos perseguía a su enemigo de turno como una sombra, lo provocaba, lo manoteaba, le pegaba en los tobillos, lo pellizcaba, se sacaba sus dientes postizos y como decía su descubridor, Busby, “escupía en varios idiomas“. Algo que le convirtió durante más de una década en el hombre más odiado del fútbol mundial, algo que no le importaba, ya que sabía que su juego fue fundamental para que Inglaterra obtuviera su única Copa del Mundo y los Red Devils su primera Copa de Europa.
¿Quién se atreve ahora a decir que Pepe, De Jong, Gentile o Goicoechea eran guarros? Al lado de Stiles, casi unos angelitos de la caridad.
***
Stiles, en, 1989 aceptó un puesto como técnico en las categorías inferiores del Manchester United y por sus manos pasaron algunos jugadores que conocen hasta los más jóvenes de la casa: un tal David Beckham, un tal Ryan Giggs o un tal Paul Scholes. Tras esta experiencia, en 1993, Nosferatu decidió retirarse del mundo del fútbol y hasta el pasado otoño era un dulce jubilado que sigue disfrutando del club de sus amores. Le diagnosticaron un cáncer de próstata, enfermedad con la que convive desde entonces.