Libertad para los osos fue la primera novela que escribió y publicó John Irving, y también, sin duda, uno de sus peores libros. Pero a diferencia de sus libros malos de solemnidad como La cuarta mano, Libertad para los osos peca sobre todo del exceso y la falta de mesura que caracterizará a su producción posterior, pero que en este libro el autor aún no es capaz de controlar y convertir en materia literaria, de manera que termina ahogando toda la trama narrativa.
El tema de la excentricidad personal como única forma de afrontar una realidad brutal, que tan prominente será en sus obras fundamentales como La vida según Garp y Oración por Owen, ya domina en la novela primeriza de Irving. Siggy es el joven filósofo anarquista que planea liberar a los animales del zoo de Viena, Graff es el sensato compañero de aventuras que a pesar de todo se ve envuelto en los locos planes de Siggy por no saber decir que no y porque la amistad es algo sagrado. El componente autobiográfico es fundamental, el jovencísimo John Irving viajó de sus Estados Unidos natales a Viena en 1963, con solo 21 años, para estudiar en el Instituto de Estudios Europeos de la capital austríaca, en un momento en el que las huellas de la segunda guerra mundial todavía eran bien visibles al tiempo que la rebeldía de los años 60 ya empezaba a fraguarse. Esta mezcla resultó explosiva para un autor como Irving, capaz de absorber como una esponja el ambiente y los sentimientos que mueven a la gente de a pie a llevar a cabo pequeños o grandes actos heroicos que no cambiarán la historia pero que sí serán de influencia decisiva en las vidas de las personas que les rodean.
Y a través del cuaderno de notas de Siggy, que ocupará toda la parte central del libro, se irán alternando los planes de liberación del zoológico con un recuento de la historia personal de su familia desde los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial. Esta historia familiar es para mi gusto lo mejor de todo el libro, en ella John Irving se centra en la gente de Viena, qué supuso para ellos ir perdiendo día tras día la soberanía sobre su país y sus propias vidas sin que el gobierno pudiera hacer nada para evitarlo y siendo abandonados por la comunidad internacional, primero a la dominación alemana y después a la “liberación” rusa. Los vieneses como víctimas del gran juego político europeo, pocos autores han sido capaces de mirar más allá de los monumentos y la grandeza de la ciudad y fijarse en la gente común, los austríacos de la calle que basan su identidad en la premisa fundamental de no ser alemán por encima de todas las cosas y que han estado todo el siglo XX pagando por ello. Libertad para los osos es un libro irregular, por momentos ilegible, pero gracias a este gran componente humano resulta un libro enormemente entrañable.