Fotografía principal: Lorena P. Durany
El caso de Joana Bueno no debería ser excepcional en el siglo XXI. Esta carioca ejerce como redactora jefe de Lance!, el único periódico deportivo brasileño que llega a los kioscos del país sudamericano. A sus 33 años puede presumir de mando en la edición de Río de Janeiro, donde es en cambio una de las dos únicas mujeres que trabajan en una plantilla de 100 personas. Bueno recibe a Negra Tinta el día que presentan a Dunga como seleccionador brasileño. Hay tiempo para hablar del retroceso del jogo bonito, para rescatar la gesta del Flamengo de sus amores (ahora en horas bajas) y sobre todo para analizar por qué sigue sonando raro que una mujer opine sobre fútbol en una sociedad que se presupone igualitaria. Eso sí, en Lance! no aparece una joven ligera de ropa en la contraportada, la imagen que cierra cada día el AS, un periódico que conoce perfectamente Bueno: trabajó allí entre 2011 y 2012 haciendo las prácticas de un máster que cursó en Madrid. Cada día, de camino a la redacción, la periodista brasileña tapaba la contra porque no quería ver «una foto propia de una revista pornográfica».
–¿Qué te parece la vuelta de Dunga a la selección?
–Horrible. Me parece una elección muy equivocada. No ha hecho nada bueno en los últimos cuatro años, solo ha ganado una liga regional con el Internacional de Porto Alegre. Cuando Ricardo Teixeira era el presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) ya dijo que lo hubiese despedido antes del Mundial de 2010. Y ahora [Dunga] vuelve. Tiene muy mala relación con la prensa. Como muchos de los entrenadores brasileños, él tampoco asume sus equivocaciones. [En la época anterior] Eligió a algunos jugadores que simplemente eran sus hombres de confianza y no caían bien ni entre la afición ni en la prensa. Lo único que Dunga tenía a favor eran los resultados. Por estadísticas es el tercer mejor seleccionador brasileño de los últimos 40 años.
–Antes del Mundial de Sudáfrica Dunga ganó la Copa América y la Copa de las Confederaciones.
–Sí, pero la selección ganaba jugando muy mal. No tenía hombres creativos, lo mismo que nos faltó en el último Mundial. Dependíamos demasiado de Oscar y Neymar. Nuestro problema en la Copa fue el medio campo y el medio campo de Dunga durante sus cuatro años como seleccionador fue de choque y contención, con jugadores como Felipe Melo, gente que no dejaba que pasara el balón, pero que no creaba juego. La selección no hacía goles y el ataque dependía de Robinho, que jugaba bien en la época pero que no fue el gran jugador que se esperaba. Eso es lo que va a ocurrir con Neymar ahora.
–No he leído ninguna opinión favorable hacia Dunga en la prensa durante los últimos días. Hace un rato he estado ojeando sus primeras declaraciones como seleccionador y parece que quiere “hacer las paces” con los medios de comunicación. ¿Tanta polémica hay entre él y el periodismo brasileño? Con Scolari parecía que la relación era mejor.
–Creo que las palabras de Dunga se deben a una recomendación de la CBF, como si le contrataran con la condición de cambiar su relación con la prensa. Durante su primera etapa como seleccionador la relación fue un infierno. Era muy maleducado. Incluso tuvo una discusión en una rueda de prensa con un periodista al que le habló de mala manera.
–¿Cuando era el capitán de la selección también se comportaba así?
–No era tan duro su comportamiento con la prensa, pero como jugador ya era muy criticado. Lo que pasa es que tampoco tenía que hablar mucho con los medios porque en aquella época los jugadores comparecían poco ante los medios. Eso era cosa de los técnicos. Seguro que le han dicho que tiene que cambiar su carácter, pero no creo que lo haga. En cuanto Brasil empiece a jugar mal o Dunga llame a algún jugador que nadie sabe quien es y le critiquen volverá a las andadas.
–Parreira, Scolari y ahora Dunga. En Brasil ya es tradición que los seleccionadores tengan una segunda oportunidad. ¿Cómo es eso posible en el país del fútbol? ¿Entre 200 millones de habitantes no hay entrenadores de nivel?
–No hay opciones. Cuando Brasil recibió los siete goles de Alemania y ya se vio que Scolari iba a salir, la gente se preguntaba quién podría sustituirle. Los candidatos parecían ser Tite, que ganó el Mundial de Clubes con Corinthians [en 2012], pero que tampoco es un gran entrenador. Cuca ganó la Copa Libertadores con el Atlético Mineiro y ahora está en China ganando millones. Tampoco es una figura fuerte y es un tipo que está siempre quejándose.
–¿Quién ha sido la última gran figura de los banquillos que ha dado este país?
–Luxemburgo sí que fue un gran entrenador… hace 20 años. Sigue siendo el mismo entrenador de hace 20 años. Está desfasado. No tiene condiciones para volver [días después de la entrevista lo ficharía el Flamengo]. Está también Mauricio Ramalho, que estuvo en Fluminense y ahora dirige al Sâo Paulo, con el que ganó tres ligas brasileñas. Creo que es un técnico que rinde mejor en los torneos de la regularidad. Cuando en Brasil adoptamos un formato de liga europeo –de dos vueltas– él ganó muchos títulos. Yo era favorable a que contratasen a un seleccionador extranjero, pero no sé si eso va a pasar alguna vez en Brasil.
–Da la impresión de que la CBF no quiere hacer autocrítica. Ni en el trabajo de cantera ni en la filosofía de juego del equipo nacional.
–El problema es que somos el país del fútbol y tenemos cinco títulos mundiales. La gente se piensa que no tenemos que aprender de nadie y que todos deben aprender de nosotros. “Somos Brasil, el inventor del fútbol-arte, de la selección del 70…” ¿Pero cuántos años hace de la selección del 70? ¿Cuánto ha pasado ya desde que ganamos el último Mundial?
–En los títulos mundiales del 94 y el 2002 el ‘jogo bonito’ ya había desaparecido. ¿Crees que a la larga el ‘tetra’ y el ‘penta’ le han hecho más mal que bien a Brasil?
–Nos convertimos en hegemónicos con el palmarés en la mano. Empezamos a pensar que éramos los únicos buenos. Desde 1994 no ha habido una selección que haya dominado el mundo con un buen fútbol hasta que España empezó a ganar en la Eurocopa de 2008. Y ahora está Alemania, que lleva jugando bien desde 2006. Son las grandes referencias, pero antes no había ejemplos a seguir en cuanto a estilo. Italia ganó un Mundial [2006] muy mal, pero al estilo italiano. Francia fue campeona en 1998 pero tampoco jugó muy bien, excepto en la final. Nadie revolucionó el fútbol hasta España. Por eso parecía que Brasil no iba a ser superado, pero Italia y Alemania ya tienen cuatro Mundiales. Si seguimos con esta mentalidad en diez años nos van a alcanzar. ¡Me dan igual los títulos que tengamos! A mí me gusta que Brasil gane pero quiero que juegue bien y bonito, como es tradición en nuestro país. Se puede hacer eso y no ganar, como le pasó a la selección del 82. Nos acordamos más de aquella selección que de la del 94.
–¿Los medios de comunicación son suficientemente críticos con la crisis del fútbol brasileño?
–La gran mayoría es crítica. Pero está Rede Globo, que es la mayor televisión, además de tener el periódico más leído y la web más visitada. Globo tiene un acuerdo con la CBF para retransmitir los partidos de Brasil, por eso no critica nunca a la federación, ni habla de las corruptelas de Teixeira y José Maria Marin [su sustituto en la presidencia]. No apoya a los jugadores que han empezado un movimiento para intentar cambiar la gestión del fútbol brasileño, empezando por el calendario. A mitad de temporada, como coincide con el verano en Europa, los mejores jugadores de nuestra liga se marchan al extranjero y devalúan el campeonato. ESPN, Folha de Sâo Paulo o le mismo Lance! sí que son muy críticos.
–Durante la Copa daba la impresión de que gran parte de la afición brasileña estaba más ansiosa por ganar otro Mundial que por ver espectáculo en el césped.
–Totalmente. La opinión de muchos periodistas, entre los que me encuentro, es muy diferente. Queremos que Brasil juegue bien y que salga otro Neymar, al menos, para que no dependamos tanto de nuestro crack. ¡Que se desarrolle el talento de los chavales! Si perdemos contra Alemania porque ellos tienen un equipazo, no pasa nada. Pero hay que perder jugando, no encajando cuatro goles en cinco minutos. En el Mundial ya se jugó muy mal contra Chile, Colombia e, incluso, Camerún. Cuando nos enfrentamos a un rival fuerte y con tradición quedamos fuera. Vivimos en un país de 200 millones de habitantes donde la educación no está muy desarrollada. Por eso gran parte de la población sí que quería que Brasil ganara el Mundial a cualquier precio.
–Pero el talento no se pierde, es innato. Solo hay que pasear un rato por las calles de Río para ver cómo se trata al balón.
–Eso es en parte un problema. Esa materia prima la vamos a tener siempre porque todos los chicos juegan a fútbol. Entre 200 millones de brasileños vas a encontrar a un Neymar, Kaká o Ronaldinho en alguna parte, pero es que estos tipos podrían ser mejores e, incluso, los que no son Ronaldinho no se van a desarrollar lo que podrían. Eso en Alemania no ocurre.
–¿En qué momento se fastidia la cadena de producción del futbolista?
–Desde la base. Los clubes entrenan a los jugadores para ganar títulos con solo 12, 13 ó 14 años. Eso lo tienen que pensar cuando tienen 20 ó 22, no antes. No hay un sistema bueno para preparar a los entrenadores. Los clubes no tienen dinero y por eso pagan muy poco a técnicos poco formados. Creo que casi todos los entrenadores brasileños tienen una mentalidad de la primera mitad de los años 90. No se han reciclado. Ahí detuvimos el fútbol.
–¿Hasta qué punto llega la influencia de la escuela gaucha en la evolución del fútbol brasileño hacia un estilo mucho más físico que técnico?
–Tenemos una idea de que los gauchos [los habitantes de los estados del sur de Brasil, Dunga y Scolari entre ellos] son buenos entrenadores porque son más rígidos y disciplinados, pero también se puede formar en esos valores a los entrenadores de otras partes de Brasil. La solución no es la disciplina del entrenador, es el desarrollo de esta materia prima, de ese talento que se nos pierde. Si en Alemania consiguen desarrollarlo sin tener las cualidades genéticas de los brasileños… Aquí muchos nacen sabiendo mover el cuerpo en el campo. Alemania ha encajado disciplina y calidad, abriendo encima la puerta de su selección a los hijos de los inmigrantes, que han aportado su carácter. En España es ejemplar cómo se trabaja la cantera. Solo hay que ver la filosofía del Barcelona. Su cantera lo ha ganado todo en los últimos diez años y eso se ha implantado en la selección, por eso España ha ganado tantos campeonatos sub’19, sub’20 y sub’21. Y, además de la buena estructura, a España le salió una generación de talento. Porque si no hay magia, por muy educado y luchador que sea el grupo siempre va a tener un límite.
–En ‘Lance!’ no soléis titular nunca con las derrotas de los equipos de Río o Sâo Paulo, pero el día del 7-1 no os quedaba otro remedio. ¡Y dejasteis la portada del periódico en blanco!
–Es la peor derrota de la historia profesional de Brasil. ¡Y en casa! Era una vergüenza tan grande que la portada no iba a ser esa. Barbosa, el portero de la selección cuando el Maracanazo, murió con el estigma de haber sido el culpable de la derrota contra Uruguay en el 50. Hay una leyenda que dice que cuando se cambiaron los travesaños del Maracaná se los llevó a su casa e hizo una barbacoa con ellos. Íbamos a poner una foto de Barbosa acompañada del titular “Descanse en paz” porque dejaba de ser el gran culpable de la historia del fútbol brasileño. Pero el director del diario cambió de opinión y optó por dejar la portada en blanco para que cada aficionado la rellenara con su indignación. Ahora tenemos al Flamengo último en la liga y le dimos la portada. No hay cómo ignorar que el mayor equipo de Brasil en popularidad esté en la parte baja de la tabla.
–¿De dónde viene el amor del brasileño por el Flamengo? Tiene 32 millones de seguidores cuando otros clubes como el Santos han logrado más trofeos.
–Flamengo era muy fuerte en los 40 y 50, los años en los que la radio se hizo muy popular en el país. Radio Nacional, la gran cadena de la época, tenía su sede en Río y retransmitía principalmente los partidos del Fla. En el nordeste y en el interior escuchaban los partidos del equipo y muchos se hacían flamenguistas. En otras ciudades como Salvador, la gente es del Vitória o del Baía, pero luego del Flamengo. En Brasilia también es el más popular. Y después de esa primera época dorada vinieron los años de Zico, donde era el equipo a batir y practicaba un gran fútbol.
–Romário o Bebeto están metidos en política. Pelé fue ministro de Deportes. El Corinthians apoyó decisivamente a Lula durante la fundación del PT. ¿Está politizado el fútbol brasileño?
–No. Lo que ocurre es que muchos directivos de clubes están metidos en el Congreso o en el Senado para velar por sus intereses empresariales. Romário se ha convertido en uno de los hombres fuertes del Partido Socialista Brasileño, de izquierdas y opositor a los gobiernos del PT, por criticar precisamente la gestión del fútbol, sobre todo los gastos de la Copa. Creo que va a sacar escaño por Río para el parlamento federal. O Baixinho siempre supo conectar muy bien con la gente. Pelé… Mira, Romário siempre dice que Pelé es un “gran poeta cuando está callado”. Cada vez que habla dice alguna tontería. Pelé quiere ir de políticamente correcto y siempre está del lado del poder, pero cuando dice algo suele ser bastante desafortunado. La historia del Corinthians con la política fue una cosa solamente de finales de los 70 y principios de los 80. Sócrates era el líder de ese movimiento de futbolistas en favor de la democracia y no hablamos de un cualquiera. Había estudiado Medicina y, por tanto, era un tipo que pensaba. Hoy eso casi no se ve en los equipos. Además estamos hablando de la época de la dictadura y Sócrates y sus compañeros se atrevieron a hablar en contra de los militares.
–¿Es cierto que el estadio de Corinthians se renovó para el Mundial porque el expresidente Lula es ‘torcedor’ de este equipo?
–Sí. En principio, el estadio de Sâo Paulo que se iba a usar en la Copa era el Morumbí. La FIFA no lo aprobó. El Corinthians llevaba décadas intentando renovar su campo, pero nunca encontraba dinero o terreno. De la noche a la mañana el club consiguió presupuesto para construir su nuevo estadio, el Arenas Corinthians. Nadie sabe de dónde salió esta financiación. Seguro que el gobierno medió para para que tuvieran facilidades para conseguir los préstamos necesarios, pero está por ver cuánto tardarán en pagarlos.
–¿Va a amortizar Brasil los 10.000 millones de euros que se ha gastado para organizar la Copa del Mundo? ¿Qué va a pasar con los estadios cuando pasen un par de años?
–Algunos se van a amortizar, como el de Salvador. No tenían un estadio en condiciones en una región donde sí hay tradición, afición y dos grandes equipos. Maracaná también fue una gran inversión para el fútbol brasileño, pero es el estadio más caro del mundo. Levantar el Allianz Arena [de Múnich] costó la quinta parte que la reforma Maracaná, financiada además con dinero público. Se salva este proyecto porque Río es la ciudad del fútbol y se le va a dar mucho uso. El problema de las obras del Mundial son tres estadios en particular: Amazonas, Pantanal y Brasilia, donde han tenido que llevar clásicos del fútbol brasileño para que abriera antes del Mundial. ¿Van a hacer eso todos los años? No es lógico. Además, un partido al mes no mantiene un estadio.
–En España el fútbol nunca fue sinónimo de buena gestión, pero hace un par de décadas al menos daba la impresión de ser más cercano a la gente. Parece que en Brasil también se ha alejado de las clases populares. Se ven camisetas-protesta por las calles de Río donde se lee: “Maracaná es nuestro”.
–En Maracaná había tres sectores para el público. El gallinero, que era solo cemento, la grada, que tenía sillas y era un poco más cara, y la zona general, una parte abierta a pie de césped donde se estaba de pie y se veía muy mal el partido, pero que era muy barata. Se pagaba solo un real para entrar al campo. Iba gente de todos los tipos. Para el Flamengo era muy importante porque esa gente pobre era la que más se identificaba con el club. Los jugadores iban hacia ellos para celebrar los goles. Con la reforma del estadio se cargaron esa zona popular y ahora ir a un partido de Maracaná cuesta 100 reales [30 euros]. El precio ha subido y no han incrementando los servicios. El producto no fue mejorado. En el interior del estadio no hay centro comercial ni restaurantes y encima están aumentando los problemas de seguridad en los estadios durante los campeonatos locales. Están alejando también a la gente de clase media del fútbol.
–El capitalismo y el romanticismo no suelen llevarse muy bien.
–El problema es que con el caso de Maracaná se han saltado varios pasos de la cadena. Primero tienes que mejorar la oferta antes de encarecerla. Cada vez me llama más la atención el apartado del marketing deportivo. Me encanta el deporte en general, pero sobre todo el fútbol. Me gradué en Cine y luego trabajé en una empresa de publicidad. Un día me di cuenta de que tenía que trabajar en algo que me motivase de verdad. Eso lo encontré en el periodismo deportivo, pero todavía tengo el sueño de trabajar algún día en el departamento de marketing de un club profesional. Un club que funcione en ese aspecto, aunque sea en Estados Unidos. Los [clubes] brasileños no están puestos al día.
–¿Qué club te llama la atención a nivel de marketing?
–El proyecto del Real Madrid es diferente del resto, basado en comprar jugadores caros y explotar su imagen al máximo. Tiene éxito. Por ejemplo, cuando ficharon a Kaká, si hubiera sido la única nueva estrella del equipo, no les habría salido bien porque su rendimiento fue muy malo. Sin embargo, tenían a otros referentes para explotar la publicidad. Ahí, al parecer, recuperaron la inversión, pero creo que la idea del Madrid tiene un límite. ¿Hasta cuándo van a poder fichar a los mejores jugadores del mundo? A largo plazo no lo veo sostenible. El Madrid siempre tiene que fichar cada verano, no puede hacer un equipo a tres o cuatro años vista, y para comprar tiene que vender. Si traspasan a Di María van a cometer un error. Fue el mejor jugador de la Liga la temporada pasada. El sistema de la Liga española tampoco es sostenible. Es un campeonato hecho para dos, Real Madrid y Barcelona, y se les dan pocas oportunidades a los demás equipos con el reparto de la televisión. Y hace falta también un control más estricto de las finanzas de los clubes. En Inglaterra el modelo es más igualitario, aunque City, Chelsea o United estén por encima en cuanto a dinero. Pero también falta control sobre lo que gasta cada club. En el Manchester City, por ejemplo, llega un gran grupo financiero, compra al club e inyecta un montón de dinero a través del patrocinio de una empresa que también es de su propiedad. Eso es una forma muy sencilla de blanquear capital. En Alemania sí hay un control financiero más rígido. ¡Hemos visto entrar hasta al presidente del Bayern en prisión! Si no enseñas las cuentas, bajas a Segunda, y la afición responde yendo al campo porque se siente identificada con el modelo.
–Trabajaste en AS entre 2011 y 2012. ¿Para qué te sirvió tu paso por el periodismo español?
–Para verme envuelta en otro tipo de periodismo y palpar una realidad diferente. Trabajaba con fútbol internacional y seguía mucho la Premier y la Bundesliga, pero también me dio tiempo para empaparme de la rivalidad entre el Barcelona y el Real Madrid, un fenómeno que me gusta mucho.
–En España cada vez hay más analistas de fútbol internacional y más programas especializados en las televisiones de pago y en internet. En los medios más tradicionales (y mayoritarios) siempre viene bien contar con un especialista que te explique cómo juega el Borussia Dortmund antes de una eliminatoria de Liga de Campeones, pero normalmente los comunicadores más conocidos del país no tienen ni idea de lo que ocurre en las ligas extranjeras. ¿Se suele mirar por encima del hombro lo que pasa fuera de España?
–Eso me pareció. A la gente ahora le gusta la Premier League porque hay muchos españoles allí. En el AS teníamos una página para las ligas extranjeras cada día y si no había un tema importante de otro país había que hablar de la Premier. Muy pocos periodistas sabían qué pasaba en el Bayern y en Alemania. O en Italia… y mucho menos en Francia. De Sudamérica no se sabía prácticamente nada. Quizás algún redactor sabía algo de fútbol argentino. La prensa deportiva española vive muy encerrada en sí misma. Piensa que todo es Real Madrid y Barcelona: tampoco se le da el espacio que merecen a los otros grandes equipos del país.
–¿Tienes algún referente en el periodismo español?
–Me gustan mucho los artículos de Guillem Balagué, creo que narra el fútbol inglés con una óptica diferente. Y hay más periodistas que lo hacen muy bien en deportes, el nivel es bueno. Pero había algo que no me gustaba nada: no se critica nunca al club de tu ciudad. Lo de Mourinho fue excepcional, una guerra abierta con la prensa. No se ha criticado a Carlo Ancelotti, tampoco a Cristiano Ronaldo cuando no jugaba en los partidos importantes. Ahora rinde, pero hace años no hacía nada en esos partidos. Si tocaba enfrentarse al Manchester United, desaparecía y no se notaba que estaba en el césped. Como es Cristiano no se puede hablar mal de él y siempre, en cambio, se encuentran cosas que decir del Barcelona. ¡Y en Barcelona pasa al revés! Eso me ponía nerviosa. En Brasil, el Lance es más crítico, incluso con la selección; pero hay medios que son como los españoles. Creen que si hablan mal de un equipo importante no venderán su periódico.
–¿AS y Marca se parecerían entonces al grupo Globo?
–Sí. AS y Marca también tienen las exclusivas con los jugadores del Madrid y la selección. Con Mourinho no tenían ese trato de favor porque él no dejaba hablar a los jugadores con la prensa. Como no hablan mal del club es fácil que esos periódicos saquen una entrevista exclusiva con Kaká o Casillas. Si hacen una crítica a la gestión de Florentino Pérez les van a poner más difícil su trabajo. En las ruedas de prensa siempre preguntan los mismos periodistas en el mismo orden. El tipo de Marca, el de la SER, el de no sé donde… Al desconocido no lo dejan hablar porque no lo conocen y eso que puede ser alguien de un periódico extranjero importante. Solo dejan hablar a sus amigos porque no hacen preguntas críticas.
–En el deporte español se ve mucho la figura del periodista-amigo. Con las redes sociales se hace mucho más visible.
–Aquí pasa menos. Un compañero estaba cubriendo a la selección española durante el Mundial. Decía que la prensa española no criticaba duramente a España después de recibir cinco goles contra Holanda y que tampoco se explicaba en los medios que casi ni se entrenaba en la concentración de Curitiba. Los jugadores no paraban en la puerta del campo de entreno para fotografiarse con los aficionados… pero en cambio los periodistas tenían fotos con ellos y camisetas llenas de autógrafos. ¡Llegaban al entrenamiento con camisetas para que se las firmaran para sus hijos o sobrinos! Más que periodistas eran amigos. Aquí hay periodistas de Globo que llevan diez años siguiendo a Brasil y sí que tienen un trato más informal con los jugadores, pero no llega a un nivel de colegueo como en España.
–Eres redactora jefe de una de las redacciones que marcan la pauta del periodismo deportivo en Brasil. Equiparando este puesto a la prensa española, tendrías un estatus parecido al de Tomás Roncero o Manolote en AS. Pero a ti no te veo grabando vídeos mientras animas al Flamengo en la redacción de tu periódico…
–Los vídeos de Roncero y Manolete son una simple estrategia para que crezca la rivalidad entre Real Madrid y Atlético y se vendan más periódicos. No se puede resumir la cobertura de un club a eso. Los vídeos pueden ser una parte más informal, graciosa… No me creo que Tomás Roncero sea así como persona. En su casa se pondrá nervioso, pero no como lo hace cuando le graban en la redacción para colgarlo en internet. Vi cómo grababan vídeos así en la redacción de AS durante la Eurocopa de 2012. Es un estilo que funciona porque en la red este tipo de cosas venden. ¡La gente entra en la web de AS solo para ver a Roncero enfadándose cuando marcan Holanda o el Barcelona! En Lance tenemos una sección para un ‘enfermo’ de cada uno de los cuatro grandes de Río. Es una columna donde un periodista que es hincha de Flamengo, Vasco, Botafogo y Fluminense dice cosas que no se pueden decir en un artículo normal, como que el equipo “va a descender porque no juega una mierda”. Manolete y Roncero son dos ‘enfermos’ hablando entre sí. Aquí podríamos inventar un personaje de este tipo para nuestra web, que diera una visión más graciosa para el público que nos lee por la red. El papel se está muriendo.
–¿Pero no crees que a largo plazo es mejor el análisis? ¿Podemos calificar eso como periodismo? Ahora prima que la información sea instantánea y escueta por encima de su calidad.
–Estoy a favor de que la información sea más detallada y completa, pero estas bromas tienen audiencia. En Lance tenemos una sección de blogs que se llama ‘Fuera de campo’ y allí aparecen todas las fotos que los jugadores cuelgan en sus Instagram de sus vacaciones. Yo quiero entrar en una web deportiva y no quiero saber qué está haciendo Mario Götze en sus vacaciones. Solo hay que explotar la vida personal del tipo si no está jugando bien y se le ve más cansado o más gordo. En ese blog, claro, también sale Irina Shayk en bikini en la playa.
–Eso no es algo exclusivo de tu periódico. En España, el prototipo de la mujer que sale en la web de un diario deportivo es la novia o esposa de un futbolista y suele aparecer ligera de ropa. ¿Si AS quitara a la chica de la contraportada vendería menos?
–Una vez lo preguntamos. Nos dijeron que en una ocasión la retiraron y que los lectores se quejaron tanto que volvieron a ponerla.
–¿Te han dicho alguna vez que una mujer no puede escribir ni opinar sobre fútbol? Existe la falsa creencia de que una periodista que se dedique al deporte solo puede ocuparse de natación, gimnasia rítmica o patinaje.
–Nunca me lo dijeron, pero me he encontrado con personas que sé que piensan que no sé nada de fútbol. Principalmente pasa cuando te dedicas al fútbol porque «es un deporte de hombres». Los partidos de chicas no tienen ni espacio en la prensa. Me ha ocurrido eso más veces en Brasil que en España porque el mío es un país más machista. En Lance! hay una mujer entre los columnistas, pero no hace análisis sobre fútbol. Valora el peinado de Cristiano Ronaldo o el color de las botas de los jugadores. A mí me parece que esa columna fortalece la opinión de que la mujer no sabe nada sobre fútbol. Cuando veo eso me da un poco de vergüenza. Igual que con la chica de la contra del AS. Cuando leía el AS en el metro y hacía esto [coge un periódico y dobla la portada para tapar la contraportada]. Lo tapaba porque esa foto es de publicación pornográfica, no deportiva. A mí me encantaría dar mi opinión y enseñar mi análisis en una de las columnas de Lance!, pero no tengo sitio de momento. En todos los medios y empresas hay gente que llega a ciertos lugares y no lo hace precisamente por sus méritos.
–¿Cuándo tendrán las mujeres el espacio que merecen en la prensa deportiva?
–Creo que primero tendría que haber más mujeres que trabajaran en ese tipo de periodismo [en su medio solamente son dos mujeres en la edición de Río entre un centenar de redactores]. El problema es que sigue habiendo mucha más demanda de hombres que de mujeres para estos puestos de trabajo. No lo olvidemos: el perfil del periodista deportivo en Brasil es el de alguien sin talento para jugar, pero que siempre soñó con ser futbolista. La mayoría de las chicas, en cambio, no crecen queriendo ser jugadoras profesionales. Eso desincentiva aún más a las periodistas que desean escribir sobre fútbol, como yo. No quería ser jugadora, pero sí escribir sobre este deporte. Aquí estamos en un periódico: no hace falta ser guapa para escribir. Pero en televisión sí que te lo exigen y no les importa lo que sepas de fútbol. Con todo eso nos ponen las cosas muy difíciles a las mujeres.
–¿Por qué crees que el fútbol engancha por igual a sociedades y culturas tan diferentes y alejadas?
–Es el único deporte en el mundo en el que un equipo puede ser mejor que el rival y tener mejores jugadores… y perder. El portero puede tener un día increíble, detener todos los chuts del rival, pero recibir un gol en la contra o tener un error. Es el elemento de sorpresa que no se ve en el vóley o en el tenis, donde casi siempre gana el mejor o, al menos, el que juega mejor durante gran parte del partido. Si Federer está bien no va a perder. A mí me gusta mucho el análisis de las rivalidades, el desarrollo del fútbol en Brasil en los años 20, la historia de los Mundiales… Además el fútbol es un deporte muy plástico, lleno de movimientos bonitos que fabrican goles para el recuerdo. Algo tan bonito como el gol de Zidane en la final de la Champions [2002] solamente se ve en el fútbol.
–¿Por qué crees que cuesta tanto llevar esas pequeñas historias al cine? He visto buenas películas brasileñas, pero ninguna está basada en el fútbol, que es fundamental para entender a este país.
–Es un gran enigma. Creo que la dificultad está en que el fútbol es mejor que el cine. Si tú coges una gran historia sobre fútbol y la llevas al cine… esa película no va a ser tan buena como la realidad. El otro día yo veía de nuevo el España-Holanda del Mundial en la tele. ¡El partido era increíble! Eso engancha, aunque sepas qué va a pasar porque ya lo viste en directo. Es muy difícil meter la emoción del juego en una película.
–¿Y no sería posible hacer una película sobre la vida de Romário, Garrincha o Barbosa, el portero del ‘Maracanazo’?
–[Piensa]… Esas biografías se plasman muy bien en libros. No sé si hay un libro que se base exclusivamente en el papel de Maradona en el Mundial 86. Fue tremendo lo que hizo en aquel mes en México. El argumento es increíble para hacer un gran libro. Como argumento más reciente tienes la historia de Júlio César, nuestro portero. En 2010 se va de la selección porque le acusan de fallar en los dos goles que Holanda le mete a Brasil en cuartos. Para el siguiente Mundial vuelve al equipo con Scolari, es el salvador en los penaltis contra Chile en octavos y acaba recibiendo los siete goles de Alemania. Esas historias solo las crea el fútbol. Mira, se me ocurre una historia más reciente que quizás podría dar para una película.
–Tomamos nota.
–En 2009, el Flamengo tampoco estaba jugando muy bien e hizo dos apuestas en el mercado de invierno. Fichó a dos jugadores que eran un mar de dudas, pero funcionaron muy bien y acabaron ganando la Liga en el último partido. Uno de los fichajes era Adriano, que estaba gordo y medio acabado para el fútbol. Pasaba por grandes problemas con la bebida, además. El otro era el serbio Petkovic, que jugó muchos años en Flamengo y otros equipos después de no haber hecho nada en el Madrid. Era muy bueno, pero estaba viejo y casi retirado. De hecho, volvía porque el Fla tenía deudas financieras con él y trataban de saldarlas. La gente se tiraba de los pelos imaginando lo mal que iba a salir aquello, pero Petkovic volvió a ser el ’10’ que creaba todas las jugadas e hizo la mejor temporada de su vida, con pases fantásticos que cada vez que acababan en las botas de Adriano eran gol seguro. El Flamengo empezó a mejorar, ganó un montón de partidos, muchos con remontadas épicas… Petkovic llegó a marcar dos goles olímpicos en el mismo partido. Y ganamos la Liga brasileña 17 años después. A excepción de algunos argentinos y paraguayos de los años 50 y 60, Petkovic ha sido el extranjero que más éxito ha tenido en Brasil. Un caso muy extraño porque, además, hasta que llegó Seedorf al Botafogo hace un par de años, era casi el único futbolista foráneo en el país. Esa historia sí que sería una gran película, pero repito: es tan difícil meter la emoción del fútbol en el cine que necesitarías a un guionista increíble.