En una escena de la serie Friends, Joey tiene que hacer una prueba como actor y el encargado de evaluar la prueba es interpretado por Jeff Goldblum, que asombrado por lo mal actor que es Joey, le aconseja:
–Lo que has hecho ha sido horizontal, no tengas miedo de explorar lo vertical.
Esto es lo que parece responder Pablo Iglesias a Alberto Garzón cuando hablan de confluir en una candidatura de “unidad popular”. Como Goldblum, Podemos parece querer explorar más lo vertical (los de abajo frente a los de arriba) y menos lo horizontal (izquierda frente a derecha). Lo han dicho una y otra vez: quieren cambiar los ejes que marcan el tablero de juego, teniendo en cuenta que hace tiempo que el contrario se ha transformado en enemigo, y el juego en un campo de batalla.
Una de las reglas hasta ahora inamovibles de ese campo de batalla es la narrativa que impone el debate político en función del eje izquierda-derecha. IU/Ahora en Común, y otros, lo aceptan y defienden. Podemos propone otro camino: abandonar las abscisas y asumir otro eje: el de las coordenadas. Y creen que para eso sería perjudicial todo lo que lleve la huella de esa parte de Izquiersa Unida que Podemos, más allá de abruptos varios, ve anclada en una especie de melancolía ideológica institucionalizada que ha sido incapaz hasta ahora de cambiar el rumbo de la política española y europea (que pueda cambiarse es otro asunto). El fondo del argumento es legítimo. Y no es relevante si proponer ese eje es una estrategia electoral o no (que lo es). Por un lado, porque nada de malo hay en tener una estrategia, de hecho, es más que conveniente tenerla (mantenerse en el eje de las abscisas también es una estrategia por parte de IU/Ahora en Común). Y por otro lado, porque aun siendo una estrategia, el cambio de eje narrativo puede ser al mismo tiempo un buen diagnóstico.
En la resolución de esta disparidad de criterio respecto a si hay que explorar más o no lo vertical (y quién guía ese camino) está una de las salidas al debate sobre cómo dar forma a lo que se ha dado en llamar “unidad popular”. El objetivo, si se pretende captar la esencia del movimiento 15-M, debería ser identificar prioridades colectivas y dejar a un lado diferencias individuales y partidistas, por mucho que cada cual piense que tiene razón. Quizás uno de los dos la tenga, y el otro deba reconocerlo. ¿Dónde puede estar el problema? Que estamos en España. Y aquí ya se sabe que llevar la razón a toda costa se trata de una necesidad fisiológica que en ocasiones puede al hambre (de cambio), a la sed (de victoria) y a la necesidad de depurar la mierda que le sobra al sistema.