España siempre ha sido un país retrasado, inculto, receloso y lleno de analfabetos, salvo contadas excepciones. De pronto todo el mundo tuvo acceso a la educación y todo el mundo aprendió a leer y a escribir, pero sólo a leer y a escribir. Continúa siendo inculto, receloso y retrasado salvo contadas excepciones. Todo el mundo sabe leer y escribir, pero pocos piensan y pocos ven más allá de su propio ombligo. No creo que haya otro país que haya desperdiciado tanto su potencial y que se esté cargando la democracia desde la democracia con la aceptación de un pueblo manso. La España que vuelve a cerrarse al mundo.
Un país que gasta 20 euros por cada libro de Belén Estaban, que se lo han escrito haciendo ver que lo ha escrito ella, hasta llegar a comprar 100.000 libros en dos semanas (2.000.000 de euros) y convertirlo en el libro más vendido del año, no es un país en crisis. Es un país gilipollas. Ya puede celebrar el día del libro las veces que quiera. Usar los avances científicos que el hombre ha ido creando a lo largo de la historia para matar y someter a otros hombres es lo mismo a que todo un país sepa leer y lea a Belén Esteban.
Me da igual que lean a Belén Esteban, que salven su alma viendo Sálvame, que les guste las tapitas y las terracitas y el anuncio de Campofrío. Me da igual lo que hagan, que vivan en la inopia o rezando a su ombligo, pero no me da igual lo que elijan; y me enfada que sus votos arrastren a los demás, a mi mismo; incluso a ellos mismos a la miseria. Me daría aún más igual si lo que ellos eligiesen no me afectase, pero ya se sabe cómo es la democracia: Unos arrastran a otros aunque sea a un precipicio. Aunque sea a un matadero. Que mi futuro dependa de los demás y que tengan tan mala puntería es lo que me cabrea. No quiero ir camino de un puto precipicio cogiditos de la mano a la fuerza. Tampoco quiero vivir solo en una cueva.