Entiendo perfectamente por qué Otegi no condena la violencia de ETA de igual manera que entiendo por qué no condena el PP, entre otros, el franquismo ni el golpe militar del 36. Lo entiendo, pero no lo comparto en absoluto. Sí, sé que muchos diréis que yo estoy en contra de eso de que como me llamo Hamed tenga que salir y decir que estoy en contra del terrorismo islámico, pero no es lo mismo: yo no le diría a un vasco por ser vasco que debe condenar algo que no ha hecho, pero creo que Arnaldo Otegi debería hacerlo porque es un militante, un político y sus fines políticos son exactamente los mismos que los de ETA, aunque él diga que ahora quiere alcanzarlos por otros medios democráticos y no por la violencia; pero sigue sin condenarla. Vamos, se lo pido (es un decir porque no obligo nada a nadie) igual que le pediría a cualquiera del PP, o de cualquier otro partido, que condenase las torturas, abusos, asesinatos y la violencia en general de la maquinaria del estado; en cualquier ámbito porque, por poner un ejemplo, lo que ha hecho el PP en la última legistatura es violencia pura y dura completamente legitimada por una democracia podrida y obsoleta donde todo vale para hacerse con el poder e imponer ideología en detrimento del bien del estado, que es el bien de todos y cada uno de los que lo formamos y no sólo una minoría de nosotros.
Lo que no puede ser nunca en la vida es un político que no condene la violencia, ya sea usada para alcanzar lo que uno quiere como para reprimir a quien lo quiere porque la violencia sólo genera violencia y al final acaba siendo el pez que se muerde su cola. Los políticos deberían estar en las antípodas de la violencia y deberían aprovechar cualquier oportunidad para desmarcarse completamente. O si no, que cojan la escopeta y que se vayan al campo, pero que dejen a la gente tranquila.