Kent, Galindo-Oyarzábal, Lejárrega, Riaño y Oñate soportaron burlas, pero consiguieron destacar con nombres de mujer en una sociedad machista. Su talento luchó en pro de la igualdad.
La sátira y las caricaturas sobre mujeres son una constante, especialmente en periodos históricos de cambio en los que aparece como amenaza el mito del amazonismo, o el temor de un mundo al revés. Sirva como referente la abundancia del género satírico y caricaturesco durante la Revolución Francesa o la ridiculización sistemática de la que fue objeto el movimiento sufragista. No cabe duda que la II República fue uno de estos momentos, pero desde hacía ya algunos años, los ataques contra el incipiente movimiento feminista español y sus representantes más conspicuas fueron habituales en la prensa.
En el Museo de Pontevedra se puede ver la caricatura que encabeza este artículo. El autor del dibujo es Fernando Gómez Pamo del Fresno, y en él aparecen varias de las personalidades femeninas más relevantes de la II República, comprometidas con la lucha por los derechos de las mujeres. Son, de izquierda a derecha Victoria Kent, Beatriz Galindo (pseudónimo de Isabel Oyarzábal), Mª de la O Lejárraga (también conocida como María Martínez Sierra), Aurora Riaño y Pilar Oñate. El personaje masculino de pie que blande unos papeles es el doctor César Juarros, médico psiquiatra perteneciente al cuerpo de sanidad militar y presidente de la Sociedad abolicionista que reivindicaba la supresión de la prostitución reglamentada, propuesta rápidamente asumida por ciertos sectores del feminismo de la época.
Juarros, psiquiatra militar, reivindicaba la supresión de la prostitución reglamentada, punto en el que tuvo el apoyo de alguno de los sectores del feminismo de la época
La caricatura de Fresno hace mención a un mitin abolicionista que se celebró en el madrileño Teatro Eslava del que dio cuenta el ABC en una crónica del 26 de febrero de 1924 y que reproducimos a continuación: “Anteayer celebró en el teatro Eslava, la Sociedad Española de Abolicionismo su anunciado acto de propaganda. Público selecto llenaba el teatro. La señora de Riaño habló de la necesidad de dar en el hogar la educación sexual, salvaguardia de la moralidad y de la salud de los hijos. La señorita Kent, doctora en Leyes, disertó sobre La falta de personalidad de la mujer, que la inclina a toda clase de prostituciones, obligándola a defenderse con las armas cobardes del deprimido. Beatriz Galindo, trató del servicio doméstico, fuente la más abundante de las que arrojan víctimas a la casa pública. La señorita Pilar Oñate señaló los motivos económicos y de falta de educación que contribuyen a arrastrar a la mujer por caminos de infamia. La señora de Martínez Sierra afirmó la necesidad de que las mujeres tomen parte en la actividad política para hacer entrar la vida en la ley y la salud en la vida. Ramón Pérez de Ayala envió una poesía serena y dolorosa que, leída por Antonio Riaño, emocionó hondamente. El doctor Juarros, que comenzó el acto con la presentación de las oradoras, la terminó con una disertación amenísima: Lección de amor para mujeres honestas. El mitin habla muy alto a favor del entusiasmo de los abolicionistas y de la cultura y comprensión del público que acude a estos actos culturales, cada vez más numeroso e interesado.”
Cinco mujeres extraordinarias
En este mitin estaban presentes cinco mujeres extraordinarias ridiculizadas por Fresno de las que haremos una breve reseña. Victoria Kent (Málaga 1898-Nueva York 1987) llegaría a ser una de las más destacadas políticas españolas. Estudio Magisterio en su ciudad natal y Derecho en Madrid siendo la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de la capital. Tras proclamarse la II República, obtuvo un escaño como diputada por el Partido Radical Socialista y fue nombrada directora general de Prisiones. Paradójicamente, a pesar de sus ideas demócratas y feministas, se opuso a la concesión del voto a las mujeres ya que pensaba que estas lo utilizarían para votar a las derechas manteniendo un encendido debate sobre el tema con Clara Campoamor.
A su lado, la escritora María Lejárraga (San Millán de la Cogolla, La Rioja, 1874 – Buenos Aires 1974) que escribió casi todas las obras teatrales de su marido, Gregorio Martínez Sierra que fueron publicadas bajo el nombre de este como si de una Colette española se tratase. Fue amiga de Juan Ramón Jiménez, con quien funda la revista Helios; de Falla, con quien colaboró en el Amor brujo, de Valle Inclán y de otras figuras relevantes de la época. Pero La gran obra de María en estos años fue la Asociación femenina La Cívica, nacida como escisión del elitista Lyceum Club, con el objetivo de “despertar a las mujeres de la clase media, mucho más dormidas e ignorantes que las de pueblo a la conciencia de una responsabilidad ciudadana”. En 1933 fue elegida diputada al Congreso por Granada y ocupó el cargo de vicepresidenta de la Comisión de Instrucción Pública. Exiliada, muere en Argentina en 1974.
Oyarzábal, la embajadora
La tercera es la escritora Beatriz Galindo, pseudónimo con el que colaboraba en el diario El Sol Isabel Oyarzábal de Palencia (Málaga 1878-México 1974). Fue una de las fundadoras del Lyceum Club, junto a María de Maeztu y Victoria Kent. Asistió al XIII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer celebrado en Ginebra. Fue la primera mujer inspectora de Trabajo en España por oposición. Fue nombrada por la República embajadora en Suecia. Además de novela y teatro, escribió un libro sobre folklore: El traje regional español y una biografía de Alejandra Kollontai. Para saber más sobre este asunto se puede consultar Hambre de libertad: memorias de una embajadora republicana (Granada. Ed. Almed, 2011).
La sociedad española de los años republicanos tenía cuentas pendientes con las reivindicaciones feministas
Por lo que respecta a las dos últimas, Aurora Riaño era vicepresidenta de la Sociedad abolicionista y Pilar Oñate es la autora de un clásico inencontrable en papel: el feminismo en la literatura española publicado por Espasa-Calpe en 1938, pero que puede ser consultado en www.bieses.net. No nos cabe ninguna duda, siguiendo a Jenkins, de que si la risa es una huella dactilar de nuestra identidad y los objetos de nuestra risa revelan mucho de quienes somos, la sociedad española de la generación de la II República tenía cuentas pendientes con las reivindicaciones feministas que mucho nos tememos todavía no han sido saldadas.
Una breve nota sobre el caricaturista:
Fernando Fresno fue de los más hábiles dibujantes y caricaturistas de la primera mitad del siglo XX; era una figura destacada de la escena teatral, en la que sobresalió por su acusada personalidad. Junto con Tovar, Sancha, Xaudaró, y después Sileno y Sirio, representan una época brillante del dibujo y la caricatura.