La ciudad italiana de Trento es conocida por el Concilio que se celebró allí entre 1545 y 1563. El objetivo era acercar la Iglesia Católica de Roma, del sur, a la Protestaste, del centro y norte de Europa. Y Trento, a medio camino entre las diferentes versiones de la Europa de hace cinco siglos, fue el lugar elegido. Con el paso del tiempo y cientos de cambios en las fronteras de Europa, Trento es desde mediados del s. XX una ciudad situada en el centro de los caminos que llevan a cuatro de las fronteras italianas: Eslovenia, Austria, Suiza y Francia. Las otras dos, la de San Marino y El Vaticano, se encuentran hacia el sur.
Empezando el viaje desde el Oeste llegamos a Menton, en Francia, y al otro lado Italia, Ventimiglia. Una frontera de mar donde el cuidado francés y la limpieza se notan en cuanto se sale de esa Italia desordenada y caótica. Ventimiglia tiende al gris; Menton, al amarillo. Pero las personas cruzan de un lado al otro sin problemas, más allá de cambios en un idioma de origen latino, el precio de la gasolina o las matrículas. Casi van y vienen como las olas del mar y las corrientes, diría el escritor portugués José Saramago, que refiriéndose a los peces del río Duero entre España y Portugal, escribió que los que nadan nada sabían de diferencias. Y en este mar que divide ambos países, las medusas que nadan tampoco saben nada de fronteras ni idiomas, sólo de venenos, quizás, más o menos mortales.
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Viajando al noroeste, hacia Chiasso, en Suiza, y dejando atrás la ciudad italiana de Como, la frontera se siente mucho más: cambio de moneda y de riqueza; cambio de actitud y de exacta puntualidad ferroviaria; pero no de idioma. Estamos en uno de los cantones italianos de Suiza, el del Tesino, donde todos hablan italiano y las radios emiten música italiana. Sin embargo, importan más los partidos de hockey hielo que los de fútbol; las noticias hablan de Ginebra y Zurich, no de Roma ni Milán. Las conversaciones con acento lombardo giran en torno al secreto bancario y a lo de fuera: a esa Unión Europea y a esos italianos que vienen a trabajar cada día porque se gana más y hay mucho más trabajo. Porque en Suiza estamos fuera de la Unión y hay policías fronterizos en el límite: controlan que no se lleve demasiado carne de un lado al otro o que no entren inmigrantes que vienen del Sur para llegar al Norte. Al adentrarnos un poco hacia el norte llegamos a una de esas pocas rarezas geográficas y políticas que todavía hay en la Europa Occidental: Campione d’Italia: un pueblo italiano dentro de Suiza de menos de 3.000 habitantes, donde hay euro y la capital es Roma, por ejemplo. También donde se encuentra uno de los cuatro casinos de Italia, ejemplo que explica mejor esta excepción. Impuestos, negocio, dinero, intereses.
Más hacia el este italiano llegamos a Brennero, el pueblo fronterizo con Austria y a cuyo lado se encuentra Gries am Brenner. Entramos en uno de los países más ricos de Europa, nación hermana de esa Alemania que dominó Europa bajo el poder nazi del hoy muerto y austriaco Adolf Hitler. País donde el café es hecho con demasiado agua y la leche que lo acompaña es servida en un paquetito frío por tres euros. Al otro lado, a 5 kilómetros, cuesta un euro y es de muy buena calidad. Por las vías de tren que unen ambos países pasó el químico y escritor italiano y judío Primo Levi dos veces. Cuando los nazis de Hitler y los aliados italianos fascistas de Mussolini se lo llevaron a un campo de concentración era químico de profesión, y cuando volvió tras lograr salvarse del holocausto por ser químico y útil hasta el final se hizo escritor para contar el horror.
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La última frontera es la de Eslovenia, entre la italiana Gorizia y la eslovena Nova Gorica. Hace décadas límite muy tenso, pues allí empezaba la antigua y comunista Yugoslavia, luego la Eslovenia eslava que entró en la Unión Europea en 2004. Todavía queda una valla baja que separa ambas ciudades. Todavía hoy se siente un cambio muy grande al ir de un lado a otro, sobre todo en el urbanismo de ambas ciudades. Gorizia tiene un centro histórico muy bonito, lleno de actividad y personas; en la eslovena Nova Gorica el centro es un centro comercial y un edificio alto. Los barrios siguen los esquemas soviéticos de grandes edificios de viviendas a base de cemento visto, lo que da ciertas sensación de frialdad y uniformidad.
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Fotografías: Jesús J. Prensa.
1. Campione d’Italia y el Lago Lugano. Al otro lado, Suiza.
2. Frontera marítima entre Francia e Italia. Tras la roca, Italia.
3. Pintada en la frontera italoaustríaca menospreciando al país transalpino.
4. Atleta de Nova Gorica saltanto en Gorizia, localidad italiana limítrofe con Eslovenia.