Una de las revelaciones más interesantes de 2013.
Teju Cole ha escrito una obra fictiva de no ficción (no sé por qué lo llaman novela porque nolo es), llena de sensaciones y reflexiones sobre el mundo, las ciudades y sobre todo la gente de hoy. El protagonista narrador va por el mundo caminando y observando, y en sus paseos y observaciones va revelando tanto de sí mismo como del mundo que observa con curiosidad casi científica fruto de su profunda soledad y desconexión de todo y de todos.
Cole consigue lo que los buenos ensayistas, hacer que un punto de vista muy personal se convierta en universal por lo modesto y acertado de sus miras.
El retrato que hace de Bélgica y de los inmigrantes marroquíes en Bruselas es al mismo tiempo brutal y magistral, da en el clavo como ninguno de los implicados en el asunto ha sido capaz hasta ahora de hacerlo. Si lo que cuenta sobre Nigeria y los EE.UU. es igual de cierto (y no veo por qué no iba a serlo), el valor testimonial del libro se eleva a la altura de su valor literario y narrativo, que de por sí ya es bien alto.
Un libro completamente diferente para leer con una mente abierta y sin prejuicios de género para disfrutarlo en toda su valía.