Todo se remonta a Fernando VII, bisabuelo de Alfonso XIII, que a su vez es bisabuelo del futuro Felipe VI y abuelo de Juan Carlos I. En España había una ley, la Ley Sálica, por la cual una mujer no podía acceder al trono. Fernando VII no tenía descendencia, por lo que el legítimo heredero al trono de España era su hermano, Carlos María Isidro, que tendría que reinar bajo el nombre de Carlos V. Pero dos años antes de morir, Fernando VII tuvo una hija con su nueva esposa: Isabel. Fernando VII anuló la Ley Sálica, por lo que la heredera al trono pasó a ser Isabel, que gobernaría, después de la regencia de su madre, Maria Cristina, con el nombre de Isabel II.
En 1833 moría Fernando VII y comenzó la primera Guerra Carlista, guerra civil, de las tres que hubo, entre partidarios de Carlos María Isidro, hermano del rey, y partidarios de Isabel II, hija del rey. Era más que una guerra por la legitimidad dinámica. Los carlistas eran tradicionalistas, ultraabsolutistas, ultracatólicos, antiliberales y antirrevolucionarios. Por otro lado, los isabelinos eran partidarios de las reformas liberales-burguesas, surgidas como consecuencia de la Revolución Francesa y de la Revolución Industrial, que habían empezado a reorganizar la sociedad, tanto moral como materialmente, especialmente en las clases populares.
A partir de Carlos Maria Isidro, se inicia una dinastía, borbónica también, alternativa a la casa real actual. Desde 1833 los carlistas no han parado de reclamar el trono de España con un deseo inmarcesible y un ímpetu infinito. El último y actual heredero carlista, Carlos Javier II, no ha querido ser menos y también reclama el trono a España ahora que el rey ha abdicado a favor de su hijo. Su abuelo se autoproclamó rey de España durante el franquismo y Franco le echó del país por la puerta de atrás. Después su abuelo envió a su hijo, padre del actual heredero, a España como Príncipe de Asturias, pero también fue expulsado por la puerta de atrás. El padre de Carlos Javier II, incluso trabajó con mineros españoles para saber de primera mano cómo de duro se trabaja y para ganarse al pueblo.
En un comunicado Carlos Javier II se dirige “a todos los españoles y en especial» a sus «leales carlistas”. El heredero se muestra dispuesto a ocupar el trono español. “Ante los acontecimientos sociopolíticos que se están produciendo en nuestro país quiero repetir, una vez más, el firme compromiso que adquirí tras el fallecimiento de mi padre, Carlos Hugo. (…) Cumpliré con los deberes y obligaciones que me impone ser hoy el abanderado dinástico del carlismo”
También se refiere a las elecciones europeas en las que se ”demuestra la voluntad de un cambio regenerativo que permita corregir el descrédito de la clase política y de las instituciones por su falta de sinceridad”, señalando, como no, a la monarquía como una de las causantes de los problemas actuales de España. Por ello, exige “transparencia y que se evite y desmonte las prácticas corruptas”.
Parece ser que el heredero carlista al trono español,no se ha enterado de la película al creer que el cambio pasa por traer a otro rey; de hecho es como esos reyes de hace siglos que heredaban un reino del cual no sabían casi nada, como por ejemplo los Borbones al heredar la corona española, ya que vinieron de Francia. El heredero carlista viene a reclamar su corona como aquel familiar lejano que viene a reclamar una herencia de un antepasado que no conoce y ni le importa. Yo voto para que Carlos Javier II y Felipe VI se disputen el trono a duelo. Un buen rey daría espectáculo a su pueblo. Un buen rey daría tres días de fiestas y vino a su pueblo para su coronación. Ahí lo dejo.