Aún a día de hoy resulta difícil de concebir que el protagonismo que habían tenido caballos y jinetes durante más de 5000 años de historia de la guerra terminara por unas pocas razones muy concretas; la evolución del alcance, la precisión y la cadencia de tiro de los fusiles, la irrupción a gran escala de la ametralladora, la aparición de los vehículos automóviles y la impensable evolución de la guerra del 14 a un conflicto de trincheras a gran escala.

Ocurrió de forma muy brusca y bastante imprevisible. Todos los ejércitos que entraron en la conflagración tras el estallido la primera guerra mundial tenían aún muchos regimientos de caballería. Los rusos, por ejemplo, contaban con varias divisiones de caballería bien entrenada. Cientos de miles de caballos y jinetes adiestrados para cargar contra formaciones de infantería.

La reconversión se hace a marchas forzadas y sin margen para la nostalgia, porque la guerra es un asunto urgente y muy serio. Muchas unidades de caballería se convierten en infantería montada, pero evidentemente acaban por sobrar muchos caballos. Y un caballo es difícil y caro de mantener. Requiere muchos cuidados, y diariamente consume unos 25 litros de agua y una notable cantidad de pienso bastante específico. Muchos de ellos tuvieron un final poco honorable cuando se hizo evidente que ya no eran indispensables.

Los pilotos de avión se convierten en los nuevos exploradores. Llevan un pañuelo de seda alrededor del cuello, ya que deben girar constantemente la cabeza en todas direcciones para detectar aviones enemigos y el roce con la ropa les provoca molestias. Las gafas también son indispensables. No sólo para protegerse del aire frío, sino para evitar que el aceite del motor, que tienen muy cerca de la cara y a la misma altura, les entre en los ojos. Y deben abrigarse bien, porque los aviones aún no tienen cabina y la temperatura desciende notablemente a medida que ganan altura.

La fotografía aérea se convierte en un arma formidable. Los artilleros ajustan sus disparos en función de lo que aparece en las imágenes, y los generales planean las ofensivas por las zonas de las fortificaciones que se muestran más vulnerables. Los aviones de exploración, por supuesto, se convierten en objetivos prioritarios. La artillería antiaérea evoluciona rápidamente.

Pero no tarda en resultar evidente que el peor enemigo de un avión es otro avión, preferiblemente más rápido y maniobrable. El problema fundamental se manifiesta enseguida; el piloto no puede apuntar una ametralladora contra otro aparato sin disparar a través de la hélice. En aquella época las hélices son de madera, y no es una buena idea disparar a tu propia hélice. Las primeras alternativas son las más evidentes; un copiloto equipado con una ametralladora o una ametralladora colocada sobre las alas superiores (en caso de un avión biplano) y que dispare por encima del radio de la hélice.

La primera opción tiene muchas desventajas. En primer lugar, el hecho de llevar un copiloto añade mucho peso al avión, con lo cual le resta velocidad y maniobrabilidad. Unos kilos de más o de menos tienen mucha relevancia en una época en que los aviones son aún muy endebles y los motores no han evolucionado lo suficiente como para desarrollar demasiada potencia en función de su propio peso. Y además de eso, resulta difícil para un artillero alcanzar a un blanco móvil desde una plataforma tan inestable como un avión de aquella época. Debía ser parecido a subirse encima de una lavadora que estuviera centrifugando e intentar alcanzar a un pájaro en pleno vuelo. Otra complicación es la comunicación. El piloto y el copiloto deben intercambiar información a base de gestos, lo cual dificulta la interacción entre ambos.

La segunda opción, la de colocar las ametralladoras encima de las alas superiores, también tiene muchas desventajas. El piloto no puede apuntar directamente. Es como si intentáramos alcanzar a un conejo en fuga pero tuviéramos la escopeta colocada en una tarima a un metro y medio por encima de nosotros y tuviéramos que accionar el gatillo con un cordel. Y además de eso, cuando hay que cambiar el cargador o desencasquillar la ametralladora (aquellos primeros modelos tenían mucha tendencia a encasquillarse, es decir, a que uno de los casquillos se quedara atascado en la recámara) debía ponerse de pie en pleno vuelo y manipular la ametralladora mientras también se hacía cargo de los controles del aeroplano.

En algunos modelos se incorporó una guía metálica para poder subir y bajar el arma sin que el piloto tuviera que cambiar de posición, lo cual palió en parte el problema. En la imagen inferior, correspondiente a una preciosa maqueta de un SE5, se observa dicha guía metálica. La imagen es especialmente interesante porque puede apreciarse el entramado de madera que constituía la estructura del avión y que se cubría con tela impermeabilizada.

se5

La necesidad de encontrar la forma de disparar a través de la hélice sin dañarla se hizo evidente, y ambos bandos se dedicaron a ello con ahínco.

 

En ésta interesante fotografía aparece un avión retropropulsado (Modelo F.E. 2, del ejército británico), un sistema que tuvo mucho éxito a principios de la guerra. La hélice está colocada detrás del piloto, por lo que podríamos decir que en lugar de tirar del avión lo que hace es empujarlo. La ventaja era que los artilleros podían hacer fuego en el sentido de la marcha del avión sin el estorbo de la hélice, lo cual era muy ventajoso en una persecución, pero las desventajas eran varias. En primer lugar, un avión retropulsado tiene menos maniobrabilidad que un avión con la hélice colocada en la parte frontal. Y además de eso, existía la posibilidad que los casquillos expulsados por la ametralladora dañaran la hélice, aunque esta última complicación podía paliarse colocando bolsas de lona adosadas a la ventana de expulsión del arma para que recogiera los casquillos. Resulta curioso observar que este aparato contaba con tres ametralladoras, lo cual no era en absoluto habitual. Las armas, por cierto, son del modelo Lewis, que tienen su peculiar historia (ver enlace).

También es interesante observar la cámara fotográfica ensamblada en el lateral derecho, a la izquierda del piloto.

En la fotografía inferior, una vista lateral del F.E. 2, cuya función fundamental era el reconocimiento y la exploración. Ambas fotos están extraídas de la Wikipedia.

Continuará.

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