Hans Jakob Chirstoffel von Grimmelshausen, hijo del panadero de una aldea del norte de Alemania, escribió en 1668 una novela titulada Der abenteuerliche Simplicissimus Teutsch.

El título completo, en realidad, es algo así como El Aventurero Simplicissimus: la narración de la vida de un curioso vagabundo apodado Melchior Sternfels von Fuchshaim, de dónde y de qué manera vino a este mundo, de lo que aquí vio, aprendió, vivió y sufrió, y también de cómo voluntariamente renunció a él. Sobremanera divertido y muy provechoso de leer.

En España no se publicó hasta 1978, más de trescientos años más tarde, con el título de El aventurero Simplicissimus (Caralt Editores).

Básicamente debe catalogarse como una novela picaresca, algo así como la versión alemana de un género (por aquel entonces bastante novedoso) que en España había tenido ya mucho éxito. Actualmente está considerada como la novela picaresca más relevante publicada fuera de la Península Ibérica, además de una de las joyas literarias del Barroco alemán y, probablemente, la primera novela moderna en ese idioma. Algo así como nuestro Quijote. En la época en que fue publicada (un año después de ser redactada)  tuvo un éxito demoledor, con numerosas y constantes reediciones. Los hermanos Grimm, por ejemplo, manifestaron ser admiradores incondicionales de la obra, y también Thomas Mann la ensalzó a menudo. Y es muy probable que su obra Doctor Fausto esté muy influenciada por ella.

La razón principal de su éxito popular, muy probablemente, es que se trata de una novela redactada en lenguaje llano y por un hombre sencillo, aunque notablemente talentoso y con un gran sentido del humor. De hecho, a lo largo de toda la obra late la intención del autor de ensalzar la vida honrada y sencilla de un aldeano, y también una crítica feroz a las clases altas y a su vacía y vanidosa sofisticación, fuente de muchos males.

Simplicius Simplicissimus, el protagonista de la novela,  se ve envuelto a su pesar en La guerra de los 30 años, un conflicto de dimensiones atroces. Durante más de tres décadas, la mayoría de los ejércitos europeos se vieron involucrados en un auténtico infierno que asoló, literalmente, Europa. Las batallas, los saqueos, las hambrunas y las plagas redujeron la población europea en un 30 % de promedio, aunque en algunas de las zonas más castigadas desapareció más de la mitad. Los orígenes de la guerra fueron de origen religioso (las reformas y contrarreformas), aunque no tardó en convertirse en un enfrentamiento político en cuyo fondo latía el afán de las potencias de la época por someter a sus rivales y hacerse así con la hegemonía continental.

Simplicissimus, un pobre huérfano, ha sido criado prácticamente como un animal en la granja de unos parientes, y por tanto tiene la edad mental de un niño de pocos años a pesar de ser un adolescente. Es feliz criando cerdos y no conoce el mundo en absoluto, ya que nunca ha traspasado los límites de la propiedad. Tras escapar de la granja, cuando es atacada y saqueada por unos soldados, es recogido por un amable y sabio monje ermitaño que le otorga el nombre de Simplicius a causa de su sencillez intelectual y de su candidez, que le resultan fascinantes. Y gracias a su convivencia con el anciano, además de aprender a leer y escribir, Simplicius conoce y experimenta por fin el amor, el respeto de otro ser humano y la compasión. Tras la muerte del monje, y de forma muy alegórica, un desconcertado Simplicius es arrojado a un mundo cruel, despiadado y terrible. Progresivamente, él mismo acaba por convertirse en un superviviente, en un depredador ubicado en un ecosistema especialmente implacable. Y tiene bastante éxito gracias a su extraordinario ingenio y a su notable inteligencia, como es preceptivo en una novela picaresca que se precie. En sucesivas épocas de su vida se convierte en bufón, soldado, ladrón, saqueador, amante afortunado (y entusiasta) y hombre acomodado. El precio que acaba pagando por su supervivencia, no obstante, es su propia humanidad. Simplicius, en definitiva, nunca llega a ser digno de la memoria del monje, que ha sido lo más parecido que ha conocido a unos padres benevolentes o a un dios piadoso.

Es muy probable que la novela contenga elementos autobiográficos, ya que el autor también fue reclutado a la fuerza para participar en aquella guerra y sufrió notablemente durante su juventud a causa del conflicto.

En primavera de 1978 se estrenó en España la serie El aventurero Simplicissimus, una adaptación televisiva de la obra literaria. Era una coproducción (muy típicas en aquella época) entre las televisiones alemana, francesa e italiana. Se emitió en aquel maravilloso programa que era Grandes relatos, los lunes por la noche. Una sola temporada de trece capítulos, tantos como la novela original. Hay que tener en cuenta que en aquellos tiempos en que era ya raro un hogar en el que no hubiera un televisor, sólo podían sintonizarse las dos cadenas de Televisión Española. Y aún no se había generalizado el uso del vídeo, por lo que todo el mundo, prácticamente, veía lo mismo. La audiencia, por lo tanto, estaba asegurada. El aventurero Simplicissimus, sin embargo, no tuvo tanto éxito como otras producciones emitidas en aquella época. De entrada, ocupó el lugar de Capitanes y Reyes, una serie estupenda que causó fervor entre el público. Y además de eso, la mayoría de los televidentes de aquellos tiempos estaban habituados a las producciones norteamericanas, y El aventurero Simplicissimus les resultó un tanto desconcertante. En el relato no hay, prácticamente, buenos y malos propiamente dichos, y la virtud personal no es, en absoluto, una garantía para evitar un destino terrible. El humor alemán, en una época en que la globalización estaba aún muy lejos, resultaba un tanto extraño para los españoles, incapaces (por lo general) de captarlo en todos sus matices.

Aún y así tuvo bastantes adeptos. La serie, al fin y al cabo, estaba muy bien producida y los guiones eran de notable calidad.

El protagonista era Matthias Habich, un actor de origen polaco que ha desarrollado su carrera, fundamentalmente, en la televisión pública alemana. Aún y así, ha aparecido en películas como El hundimiento, Enemigo a las puertas o El lector. Aunque su papel más relevante, para los españoles, ha sido el del padre de la protagonista de Caótica Ana, la notable película de Julio Medem.

A día de hoy es muy difícil de encontrar la serie con subtítulos en castellano, pero aquí podéis echar un vistazo al primer capítulo, en versión original. Los títulos de crédito son toda una declaración de intenciones.

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