Podrán variar las modas, las letras, los instrumentos o la manera de llamarlo, pero si hay algo que no ha de cambiar es su espíritu. Si algo ha quedado confirmado este otoño es que una noche de octubre Madrid se convirtió en una fiesta gracias a uno de los grupos más carismáticos que Australia ha dado: The Cat Empire.
La ilusión por volver a bailar en Madrid con los ritmos de estos gatos australianos era máxima, muchísimo mayor que la expectación de los fans por conseguir un paraguas para resguardarse de la lluvia que empezó a arreciar en la cola de entrada, a eso de las 21.30. A pesar del aguacero, la espera merece la pena. The Cat Empire ofrece un magnífico espectáculo donde ninguno de los espectadores para de bailar en las dos horas que dura el show. Los presentes tienen la oportunidad de viajar sin despegar los pies del suelo, de viajar sin dejar Madrid. La música de los felinos, una mezcla de influencias rítmicas del funk, reggae, jazz, rock o ska, solo puede sentirse en el aire, saltando (¿y es que hay mejor manera de disfrutar de un concierto?)
La noche avanza entre los dedos de Ollie McGrill, en el piano, Ryan Monro, al contrabajo, entre las baquetas de Will Hull-Brown y entre los ritmos electrónicos de DJ Jumps. Entre tanto, el público no deja de acompañar a voz en grito a los vocalistas, Felix Riebl y Harry James Angus, quienes también se encargan de la trompeta y la percusión, entonando a coro con ellos Sly, Wild animals, Steal the lights; hasta que la sala estalla con la llegada de Still Young: “Ya basta de cuentos, es tiempo de lo nuestro”. Los solos de trompeta, piano o contrabajo comparten espacio con las canciones emblemáticas del grupo, reflejando así la belleza de la fusión rítmica de The Cat Empire. Incluso se marcan una versión instrumental Pump it, de los Black Eyed Peas.
Cuando acabó el recital, el público ovacionó a los australianos hasta tres veces para que continuaran con el concierto en los típicos descansos que se realizan en cualquier show musical. All night loud, cerró la noche del 27 de octubre –una noche de fiesta gracias a ellos– de los Cat Empire. Nunca dos horas dieron para tanto. Nunca dos horas de pura energía y fiesta fueron tan efímeras en Madrid, “una fiesta que nos sigue”.
Fotografías: Bruce