“No se enamore de ninguna criatura salvaje”
Truman Capote – Desayuno en Tiffanys
Hace unos días pasó por mis manos una frase de John H. Newman que me llamó la atención: “Las personas nos influyen, las voces nos conmueven, los libros nos convencen, los hechos nos entusiasman”. Me quedé durante unos instantes releyendo y rumiando esas palabras, meditándolas con detenimiento y saboreando su significado. Es cierto: hay personas que nos influyen y que nos marcan. Yo las llamo las personas tormenta, son mis tempestades.
Las personas tormenta pertenecen a esa clase de individuos que desestabilizan tu vida, que marcan un antes y un después haciendo que esos “antes” se difuminen en un tedio hasta entonces desconocido como si de un fantasmal sol de invierno se tratara. Un huracán que arrasa, criaturas que brillan con luz propia, a veces con tanta intensidad que pueden llegar a cegar y, por qué no, incluso quemar. Son inesperadas, caóticas, no te das cuenta y “bang”, estás enamorado. No me refiero exclusivamente al archiconocido enamoramiento entre un hombre y una mujer. Voy más allá: las personas tormenta pueden presentarse con todas las fisiologías y fisionomías que se puedan imaginar. Incluso en forma de poliamor y es que creo que podemos enamorarnos a la vez de un sinfín de personas tormenta.
Lo advertía Truman Capote: “No se enamore de ninguna criatura salvaje. No hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes para huir al bosque o subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto y luego al cielo. Así terminará si se entrega a alguna criatura salvaje. Terminará con la mirada fija en el cielo”. Sin embargo, creo que hay que enamorarse de ellas. Hay que apostar por esa clase de personas que hacen magia con sus acciones, que bailan en otra sintonía. Amo las revoluciones y el caos que se deriva de ellas. Y no saber si llorar, reír o las dos cosas a la vez como si poseyeras una avería emocional. Es cierto que hay gente que es una carga emocional difícil de soportar pero no importa, hay ocasiones en que rendirse es la única opción. Lo fundamental es desbordar amor y ganas de jugártela a una. Desbordar lágrimas y frustración pero, especialmente, echar de menos.
Porque esa es la característica de las personas tormenta: las sueles echar terriblemente de menos una vez que se han ido y nunca, nunca, nunca dejarás de mirar al cielo esperando que regresen. Ya sea en forma de lluvia, ya sea en forma de tormenta.