Esta nueva novela de Chalandon nos llega después de haber recibido el prestigioso Prix Goncourt des Lycéens en Francia.
Su título ya nos indica que el teatro juega un papel fundamental en su argumento. El protagonista principal es Georges, un activista de izquierdas y ‘teatrero’ amateur. Durante su etapa de lucha social, conoce a Sam, director de teatro, judío de confesión y griego de nacionalidad, que se refugia en París después de haber tenido un papel destacado como opositor al régimen de los coroneles.
En 1982, a Sam le diagnostican una enfermedad irreversible y le encarga a Georges que materialice algo que ha estado planificando minuciosamente a lo largo de los últimos años, representar Antígona en un Beirut en guerra, en la versión que Jean Anouilh estrenó en el París ocupado por los alemanes. Los actores tienen que ser representantes de las diferentes comunidades que configuran el Líbano contemporáneo (drusos, sunnitas, chiítas, cristianos maronitas, palestinos…) y la intención es hacer una única representación en medio de una tregua. Sam ya ha realizado todos los contactos y, por lo tanto, los actores ya están escogidos. También ha previsto la financiación del proyecto.
Georges acepta el reto y parte hacia la capital libanesa con el fin de llevar a cabo el sueño de Sam. A partir de ese momento efectuará una bajada a los infiernos que le afectará profundamente hasta unos límites que, de entrada, el lector no espera.
Es especialmente espeluznante su entrada en el campo de Chatila, poco después de que las milicias cristianas falangistas masacraran a toda la población palestina que vivía allí (compuesta mayoritariamente por niños, mujeres y abuelos), bajo el mandato del ejército israelí. El propio Chalandon fue testimonio de la barbarie ya que, en el momento de los hechos, era corresponsal de prensa en Líbano.
Si el 2014 fue el año de ‘Ànima’, este 2015 será, sin duda, el año de ‘La cuarta pared’.
