Los partidos políticos en España, normalmente, proponen un programa y después buscan a las masas susceptibles otorgarles el voto. Podemos, en cambio, ha seguido el camino inverso, haciendo primero el trabajo sucio que los demás suelen hacer ya en plena campaña electoral: ha salido en los medios, ha llegado a los oídos de todos los españoles y ha bajado a la calle para ir, puerta por puerta, buscando a sus musas para poder retratar del mejor modo posible los problemas de este Estado. La culminación de este orden inverso tuvo lugar ayer durante la marcha que organizaron en Puerta del Sol (Vodafone Sol para los hipsters). Allí, en la cuna del 15-M, se firmó delante de notario lo que venían diciendo las encuestas de los últimos meses: hay alternativa real y la gente que les apoya es de carne y hueso. La mayoría, apaleados por esta cruenta crisis/estafa que han encontrado en la joven formación política a su escoba particular para limpiar las instituciones.
Podemos me parece, a día de hoy, un gran retratista, el mejor. El único que ha sido capaz de representar sobre el lienzo de nuestra sociedad absolutamente todos los matices; todos y cada uno de los detalles que han hecho que España se convierta en una república bananera, en un protectorado de Alemania, en un país donde el pago de la deuda se ha puesto por encima de la dignidad de las personas, por encima, incluso, de los Derechos Humanos. Ese retrato nos ha embelesado, nadie hasta ahora había sido capaz de representar con ese color todas las miserias que llevan cociendo, en mayor o menor grado, PP y PSOE. Y por eso, cientos de miles de personas, han apostado por ese artista, la masa social más castigada se ha convertido en el mecenas.
Ahora bien, los mecenas tienen que ser exigentes, no conformarse con cualquier cosa y deben demandar obras de arte de calidad. De Podemos (y del efervescente Ciutadans/Ciudadanos) depende también pasar a la Historia como un retratista o como un partido del Renacimiento. Es hora de que se empiecen a tocar también la escultura y la arquitectura, cual Miguel Ángel del siglo XXI. Hay que empezar a poner sobre la mesa, a parte de los problemas, las soluciones que se podrían adoptar en forma de programa político y una hoja de ruta a seguir. Es el momento de comenzar a construir un programa firme y sólido que nos permita poder mirar de frente a la troika que nos asfixia y poder decirle, sin miedo, que ya basta, que no vamos a permitir más miserias a costa del enriquecimiento y del tren de vida de algunos. Que, si hace falta, conquistaremos las instituciones para impedirles convertir el sur de Europa en el Disneyland de los países del norte. Porque, en el mundo capitalista, no existe derecha ni izquierda. En esta vuelta de tuerca que dio este sistema económico y voraz a partir del inicio de esta última crisis/estafa sólo existen los que se hacen (más) ricos a costa de desmantelar y exprimir a las clases medias y pobres. Arriba y abajo.
Por eso, Podemos, para mantener contentos a sus mecenas, tiene que mantener la cabeza lo más fría posible ante los ataques de los que no quieren ni pueden permitir que se les desmonte el chiringuito de buena vida y corruptelas que tienen desde que se murió Franco (algunos incluso desde antes). Por eso, Pablo Iglesias, Errejón, Monedero y compañía no pueden permitirse el lujo de caer en los errores más humanos: el egocentrismo y la soberbia. De esos, ya conocemos a muchos; los conocemos tanto que nos han estado gobernando, a cara descubierta o en la sombra, 40 años.
Es la hora del cambio pero, aparte de Podemos, “programemos” para pasar a la Historia como los mejores retratistas de la realidad política de nuestro siglo.
Fotografía: Wikicommons