En el mes de mayo del año 1993, un grupo de investigadores del INAH dirigidos por el arqueólogo Enrique Martínez Vargas, hicieron un descubrimiento de gran trascendencia. En el lugar de Zultépec o Cerro de las Codornices, perteneciente al municipio de Calpulalpan en el Estado de Tlaxcala, se encontraron restos óseos de españoles, africanos e indígenas que mostraban síntomas de haber sufrido violencia de manera sistematizada. Es decir: habían sido sacrificados. Este hallazgo tiene relación con un suceso histórico del que los propios cronistas de la Conquista ya habían dado noticia.
El mismo Hernán Cortés en la Tercera Carta de Relación, enviada al Emperador Carlos I, hablaba de un terrible suceso que se había producido en un pueblo sujeto políticamente a Texcoco que vino a llamarse Tecoaque o Tecuaque, que en lengua náhuatl significa “donde se comieron a la gente”.
Los habitantes de Zultépec habían capturado una caravana, conformada por españoles (de ambos sexos), indios aliados y negros que venían de la Villa de la Vera-Cruz. Era un grupo de rezagados formado por enfermos y mujeres, que llevaba importantes propiedades que Cortés había quitado a Pánfilo de Narváez. Los capturaron y los sacrificaron siguiendo diversos rituales. Después, como nos relata Bernal Díaz, Cortés envió a Gonzalo de Sandoval para que investigara que había sucedido y acabara con los indígenas sublevados. Sandoval destruyó el sitio y nunca más se supo.
Los descubrimientos que se están realizando desde hace quince años, están aportando gran cantidad de datos sobre los rituales sacrificiales aztecas y también están generando polémica. El canibalismo de los aztecas es un tema espinoso entre la sociedad mexicana actual y hay diversos autores que cuestionan la realidad de la antropofagia entre los indígenas. Es imposible saber, sólo con los restos de Tecoaque, sí aquí se practicó o no la antropofagia. Lo que sí está estudiado y confirmado es que el 99,8% de los huesos muestran marcas de desmembramiento y cocción. ¿Tiene esto relación directa con el canibalismo, o es un mero ritual de sacrificio? Comencemos hablando, en primer lugar, del momento del encuentro.
Cuenta Bernal Díaz del Castillo en el capítulo CXL de su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, que Hernán Cortés mandó a Gonzalo de Sandoval a por madera para construir los bergantines con los que iban a poner sitio a la ciudad de Tenochtitlán. Lo envió, también, con doscientos soldados, veinte escopeteros, ballesteros y quince de a caballo. La razón de esto, es que tenía que pasar por Pueblo-Morisco, sujeto a Tezcuco, pueblo aliado de los mexicas. Aquí habían perecido en junio de 1520 “cuarenta y tantos soldados de los de Narváez y aun de los nuestros y muchos tlasclatecas y robado tres cargas de oro”.
Coinciden estos sucesos con la revuelta de los aztecas contra los españoles y sus aliados, en lo que históricamente se ha venido a llamar La Noche Triste, acontecimiento en que los conquistadores fueron expulsados de Tenochtitlán y masacrados en los puentes que conectaban la ciudad con el lago. La dispersión de las tropas y el caos organizativo que se derivó de este suceso es lo que permitió a los indígenas de Zultépec-Tecoaque aprisionar a los colonos.
La caravana estaba formada por soldados que tenían que socorrer a las tropas diezmadas de Pedro de Alvarado, enfermos y mujeres. Venían de Veracruz y llevaban importantes propiedades que Cortés había conseguido derrotando a Pánfilo de Narváez.
Bernal Díaz nos explica muy someramente, como fue la lucha entre conquistadores y mexicas: “los de Tezcuco y de México los mataron en una celada que les pusieron en una cuesta por donde no podían pasar sino uno a uno, porque era muy angosto el camino; y que allí cargaron sobre ellos gran copia de mexicanos y de Tezcuco, y que entonces los prendieron y mataron, y que los de Tezcuco los llevaron a su ciudad, y los repartieron con los mexicanos”.
Podemos extraer, a partir de este suceso, algunas conclusiones acerca de la capacidad militar de los indígenas. Pese a la idea tradicional de que los españoles conquistaron muy fácilmente el Imperio Azteca, en Tecoaque nos encontramos con una victoria mexica. Los indígenas tuvieron que adaptar a la situación ante su inferioridad en armamento y en número, pues los españoles no iban solos, tenían poderosos aliados autóctonos luchando con ellos.
Practicaron una guerra de guerrillas. Aprovechándose de su mayor conocimiento del terreno, se dedicaron a emboscar a los españoles en lugares angostos, como confirma el paso estrecho donde fueron capturados los de la caravana.
Pero no los mataron en masa, el objetivo era capturarlos para que fueran sacrificados y así conseguir el favor de los dioses, que tenían que restituir el orden anterior a la llegada de los conquistadores.
Los aztecas sabían maneras de cómo hacer el mayor número de prisioneros en un conflicto. Practicaban dos tipos de guerra: una de conquista territorial en la que no se hacían prisioneros y otra llamada Guerra Florida que consistía en apresar al mayor número de guerreros vivos, para luego ser sacrificados a los dioses. Este tipo de guerra se planteaba de forma diferente. No era una lucha cuerpo a cuerpo. De lo que se trataba era de cercar al enemigo y cansarlo para que se rindiera. Para esto, los aztecas se acercaban y retiraban y nunca dejaban que el enemigo pudiera plantarles cara. Esto lo conseguían gracias a la utilización de un arma conocida como atlatl o lanzadera de fisgas, arcos y flechas y hondas, que se podían lanzar a distancia. Una vez los enemigos comenzaban a mostrar síntomas de cansancio, se acercaban con mazas, porras y los macuáhuitl, una especie de bastón de madera de cerca de 70 u 80 centímetros de largo y provisto de navajas de obsidiana a los lados. Este arma, utilizada comúnmente por los aztecas, solo cortaba, no punzaba como lo hubiera hecho una espada española. Es decir, no era un arma letal, pero podía ir debilitando al enemigo, que iba sufriendo una serie de cortes que lo iba desangrando poco a poco.
Con estas tácticas, además de ir aprovechando que los españoles de la caravana en su mayoría eran mujeres y enfermos, consiguieron la victoria. Los capturaron y se los llevaron al poblado de Zultépec para ser sacrificados por diversos ritos que explicaremos en la siguiente entrega. ¡No os la perdáis!
Artículo escrito por Raúl Díaz Guerrero y Antonio Carrera