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Esta semana muchos ya nos hemos incorporado a nuestro puesto de trabajo con la ilusión comedida de un nuevo curso y la melancolía de haber dejado atrás otro verano más. Septiembre o setiembre –qué más da amputarle una letra– huele a limpio, a reencuentros, a empezar de cero. También a rutina y continuidad. El noveno mes del año es ambivalente, como una melodía fácil de reconocer, manida, que un desconocido silba a nuestro lado.

Nos hundiremos en la normalidad de setiembre, en la promesa de sus días, como operarios obedientes. Terremotos, yihadismo, elecciones de todos los colores son noticias del pasado que conforman la actualidad. Llegarán las imágenes del 11-S. Miraremos ese día la historia de Chile y EE UU como epítomes de la barbarie y el desastre. Nos acordaremos en voz alta de dónde estábamos y qué hacíamos ese día. Yo preparaba junto a un amigo mi asalto a Madrid.

A mí setiembre me hace sentir como si entrara en un Año Nuevo de cartón piedra, sin concierto en Viena, pero con una resaca parecida. A una especie de euforia endeble que se deshace sin dejar rastro en el aire se parece setiembre. Tiempo de tránsito. Otro de los sinos de este mes en tierra de nadie es ponerse al día. Todos son buenos y nuevos propósitos. El inglés, el sobrepeso, el tabaco no dejan de ser un cúmulo de asignaturas pendientes que brotan una vez más en el calendario. Tengo amigos que han jurado y perjurado que iban a dejar los malos hábitos.

Los franceses denominan a este periodo de incorporación rentrée. Aquí muchos usan la expresión ‘la vuelta al cole’. Más imperfecta y menos literaria. Aun así, muchos esperamos con ilusión las novedades editoriales. En este nuevo curso espero con ganas la segunda entrega de los diarios de Ricardo Piglia. Bajo el álter ego de Emilio Renzi, el escritor argentino muestra el ímpetu y las dificultades del intelectual comprometido consigo mismo, y con su literatura, en el último tercio de siglo XX. Además de literatura y mujeres, hay mucha política. Otra de las novedades que apuntan alto es la nueva novela de Fernando Aramburu, titulada, sucintamente, Patria; El autor de Las letras entornadas vuelve al País Vasco y retuerce la realidad hasta sacar de ella una historia de buenos y malos con el terrorismo de ETA como tema. El escritor afincado en Alemania sigue fiel al sello de Planeta Tusquets. Algo más tarde, en noviembre, Bolaño reaparecerá con El espíritu de la ciencia-ficción. Entre los papeles que dejó el chileno, han encontrado una novela con fecha de 1984, inédita, en la que se fraguan revoluciones en México, la tierra por la que tanto deambuló el autor de Los detectives salvajes. Esta vez será publicada por Alfaguara. Sin salir del cono sur, quien también irrumpe en la mesa de novedades, para mi sorpresa, es Jorge Luis Borges. El tango (Lumen) han titulado a las cuatro conferencias fechadas en 1965 y recuperadas de unas grabaciones olvidadas en un viejo magnetofón. Kirmen Uribe y Luisgé Martín son otros de los escritores españoles que me interesan y llegan del periodo vacacional con libro bajo el brazo.

Entendí qué era la autoficción –y mucho más– con Una novela rusa o El adversario o Limónov –todas publicadas en Anagrama. En breve, podremos leer la segunda novela de Emmanuel Carrère, Bravura, que ahora publica la editorial de tapas amarillas. Sin salir del territorio francófono, Mathias Enard llega a las librerías con Brújula (PRHM), último Premio Goncourt. El escritor, afincado en Barcelona, recoge la vida de dos arabistas e indaga en los vínculos que Oriente y Occidente comparten cuando se habla de arte.

Al otro lado, en el mundo anglosajón, entre otros, se presentan Julian Barnes, Kazuo Ishiguro, Joyce Carol Oates, Margaret Atwood y Emma Cline con Las chicas, una novela donde se narra la historia de una adolescente en el verano del 69, en California. En ese marco conocerá a unas amigas y a un gurú, Charles Manson. El porqué una niña se deja embaucar y acaba colaborando en uno de los asesinatos más mediáticos del siglo XX es una de los atractivos de esta novela.

En ensayo, la grata sorpresa es que Germán Huici vuelve con El Dios ausente. Bajo el sello Elba de nuevo. El autor de Entre miradas sigue su ascenso en la crítica contemporánea y escribe un ensayo riguroso, ameno y alejado de academicismos. Afilar la cuchilla y cortar la hierba a ras para dejar ver las contradicciones del mundo en el que vivimos es una de las pasiones de este joven pensador. Otro ensayo que me apetece, esta vez relacionado con la pasión por la lectura, es Leer es un riesgo. Alfonso Berardinelli es su autor. Nacido en Roma, tiene un amplio bagaje a sus espaldas. Y decenas de libros. Y fama de agitador cultural. Y es que Círculo de Tiza está creando poco a poco un catálogo metaperiodístico/literario, acercando las ascuas más del lector pasional que al académico, bastante interesante.

Estas son sólo algunas de las ciento de novedades de la rentrée. Leer un libro es renunciar a otros. Leer tiene algo de perderse en la selva, sin cantimplora ni zapatillas, al son de la música de la jungla. Recuerdo que a finales de los ochenta la banda de angelina Guns N’ Roses publicó un disco excelente titulado Appetite for destruction. Lo escuché en unos viejos auriculares hasta la saciedad. Los riffs hipnóticos de Slash y la punzante voz del Axl de aquella época fueron mi alimento. Por eso estos días, de vuelta a la manigua de la jungla madrileña, entre tantas posibilidades de lectura, como si siguiera con aquellos auriculares colgados, no puedo dejar de tararear Welcome to September.

@cercodavid

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