Manuel Pardiñas Serrano nació en El Grado, provincia de Huesca, el 1 de enero de 1886. Hijo de Agustín y María, su padre, se dice, fue carabinero. Marchó pronto del nido, y parece que fue desertor del Ejército, en un tiempo en que el rigor de las levas para la Guerra de África podía hurtarse con dinero. Según la Wikipedia, cursó estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, y trabajó como pintor decorador. Hay quien dice que fue anarquista toda su vida, y hay quien dice que fue un sicario: su hermano Agustín Pardiñas, carpintero residente en París, dijo luego del crimen de Canalejas que su hermano no había tenido ideal político alguno.
En la mañana del 12 de noviembre de 1912, Pardiñas asesinó a José Canalejas Méndez, presidente del Consejo de Ministros y esperanza del liberalismo regeneracionista español. Tenía 58 años y venía de despachar en Palacio con Alfonso XIII. Caminaba hacia Gobernación, hoy sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, desde su casa en la calle de Huertas. Había Consejo de Ministros. Iba escoltado a distancia por una ronda llamada secreta disimulada de paisano y capitaneada por Leopoldo Borrego Robledo. Alrededor de las 11 de la mañana y 25 minutos, Canalejas, aficionado a la lectura, se paró en el escaparate de la librería de San Martín, en la Puerta del Sol, donde hoy hay una tienda de ropa llamada Topshop. De un bar cercano salió Pardiñas. Tenía 26 años. Llevaba gabán largo y elegante, bigote bien perfilado, iba bien peinado y tenía el mentón afeitado. Era de mediana estatura, como se decía en la época. Se acercó a donde estaba Canalejas y le pegó tres tiros con una pistola tipo Browning, “de reglamento, al parecer nueva”, según reza la crónica del Heraldo de Madrid. Una bala le dio en el pecho y otra en el brazo, rebotando ambos en el vidrio del escaparate. Otro disparo acertó en la apófisis mastoidea del occipital del presidente, con orificio de salida por su parietal derecho. Murió en el acto.
Entre un transeúnte, Víctor Galán, ordenanza en La Filarmónica madrileña según algunas fuentes, y uno de los agentes de la escolta, acorralaron a Pardiñas en la embocadura de la calle de Carretas. Allí Pardiñas se pegó un tiro en la frente, tras disparar sobre sus perseguidores. Sobrevivió hasta casi las dos y media de la tarde en estado de inconsciencia. Fue trasladado a una casa de socorros sita en la Plaza Mayor. Francisco Pérez Abellán, escritor y criminólogo, sugiere ciertas dudas sobre su suicidio, dadas las confusas circunstancias del momento y los relatos imprecisos que se han conservado. En sus ropas fueron halladas una partida de nacimiento, la fotografía de una mujer dedicada (“A mi querido Manuel”), un documento con el rótulo Conflagración mundial: París, al parecer escrito en clave; propaganda anarquista, un trozo de Astronomía Popular, de Nicolas Camille Flanmarion; un ABC de aquel día, una estilográfica dorada; una cédula personal; una carta del Comité Internacional de Ginebra en donde se le inquiría sobre si seguía trabajando en las obras del Palace Hotel; un billete de 25 pesetas, 16 pesetas de plata y alguna calderilla.
El mismo Pérez Abellán señala una inquietante relación entre el asesinato de Canalejas, el atentado contra Alfonso XIII acaecido en 1906 y la muerte de Prim, indicando los beneficiarios políticos directos de las dos muertes: el Conde de Romanones y Segismundo Moret. Lo único probado es que la policía española tenía desde agosto las señas de Pardiñas, quien había sido expulsado de Argentina tras el asesinato de un jefe de la policía bonaerense. Pardiñas estuvo también en Cuba, Estados Unidos y Francia, ruta habitual de los pistoleros anarquistas de aquel tiempo, como puede comprobarse en las memorias de Buenaventura Durruti contadas por Hans Magnus Enzsesberg en El corto verano de la anarquía. Las policías argentina y francesa comunicaron a la española la presencia de un individuo de intenciones sospechosas, llamado Pardina o Pardiñas. De Burdeos había saltado a Barcelona, y de Barcelona a Madrid. Se imprimieron copias de su ficha policial conservada en Huesca. Parece que su estancia en Madrid fue semejante a un juego del escondite con la policía. Según algunas fuentes, el propio Canalejas charló con su esposa, doña María Purificación Fernández y Cárdenas, acerca de sus temores. “Se ha perdido la pista de un hombre peligroso, anarquista y de acción. Estaba en Francia y allí le seguía la pista un policía español para conocer sus pasos, pero al parecer sólo se supo que se había internado en España y tengo el convencimiento de que nos dará algún disgusto serio. Se llama Pardinas”.