Juanma despierta ilusionado. No hace demasiado tiempo encontró un trabajo en un distrito de moda de la ciudad, cuyo nombre es algo peculiar:»22@»
En la época de sus papás, los distritos tomaban sus nombres del santoral cristiano: San Martín, San Andrés, etc. -“Eran otros tiempos”, piensa Juanma, aunque eso le importa más bien poco, mientras lee en el metro de camino a la oficina.
De formación humanista, Juanma se graduó en filosofía y, tras una época en el extranjero sirviendo mesas, volvió a su ciudad natal cansado del clima y la gastronomía europeas. Muchos le preguntan «Filosofía…¿de qué?,¿hispánica, inglesa…?» Esta es una de sus preguntas preferidas, pues se toma las cosas con buen humor.
Ni corto ni perezoso, decidió seguir por la senda de las humanidades y se especializó en la didáctica del español para extranjeros, si bien antes de ejercer como “profe” de idiomas, encontró trabajo en una oficina y no se lo pensó dos veces. Corren tiempos difíciles y no hay que despreciar un empleo estable, aunque no sea tu oficio ideal.
Sea como fuere, hoy se ha parado en la estantería antes de salir de casa y ha quitado el polvo a una vieja novela, que leyó en el instituto: «Un mundo feliz» de Aldous Huxley. Tras este título, recuerda a un autor que ironiza sobre una sociedad futurista, distópica, donde la felicidad impera gracias al avance de la tecnología y las técnicas del condicionamiento. Recuerda, asimismo, a una práctica común en la sociedad imaginada por Huxley: sus personajes, para paliar los momentos amargos, toman pastillas (drogas) que les producen sensación de bienestar. Sin embargo, la felicidad en un mundo feliz tenía un precio, pues en la novela no existe la familia como institución, ni la ciencia, la religión o el libre pensamiento. Gracias a Dios, aunque ya no reparta los nombres del callejero, la tecnología todavía no nos ha conducido a un mundo semejante.
Entre una cosa y la otra, ya es la hora de comer y Juanma se ha reunido con sus compañeros más jóvenes para explorar la zona en busca de un buen restaurante. Gran aficionado a la gastronomía, ha conducido a sus compañeros a un restaurante decente, aunque sin pasarnos del presupuesto. Ante su sorpresa, no han llegado los primeros platos y la conversación ya ha empezado a diluirse. Sus compañeros parecen más interesados en conversar mediante whatsapp, de modo que sugiere a sus comensales crear un grupo para la ocasión… Nadie entiende la ironía.
Tras varios minutos en silencio, Juanma reflexiona sobre lo lejos que estamos de la sociedad que imaginaba Huxley…Pero no se ha dado cuenta y ya está de vuelta al trabajo. Los compañeros ultiman sus conversaciones por el móvil y pagan sin mirarle los ojos al camarero para no desperdiciar ni un segundo del descanso.
Son las semanas previas al congreso de telefonía que revoluciona la ciudad. Por unos días, el metro se llena de hombres trajeados con placas identificativas colgando del cuello y apariencia poco mediterránea. Justo antes de entrar a la oficina, Juanma pasa en frente del cartel publicitario. Le ha llamado la atención el lema de este año: “Mobile is everything”.
El móvil lo es todo… De eso, tras su hora de descanso, no le cabe la menor duda.