«En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país». Artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Todo eso no sirve para nada porque no hay nadie que vigile que eso se cumpla o que castigue al que lo ha firmado y no lo cumple. No hay un juez internacional, lo que hay son dos, tres, cuatro países que juzgan y condenan sólo según sus propio intereses. No hay nadie que vigile, que actúe o que nos salve de nosotros mismos. No hay nadie que nos proteja de nosotros mismos. No hay nadie que te resguarde, que te refugie si no hay algo a cambio. Los países ricos siempre han jugado a lo mismo: pagar dinero a los paises pobres para que se queden a los que escapan de la guerra, del exterminio y de la violencia. Es lo mismo que quieren hacer con Turquía y lo que han hecho con Jordania y muchos otros países. Es lo que hacen para que nunca nadie llegue a ellos. Todos hemos visto las imágenes de las familias cruzando mares, nieve, barro, tormentas, muertes, violaciones, y enfermedades, escapando de una guerra, para llegar a una zona en la que no son bienvenidos aunque los derechos humanos digan lo contrario. Cada una de las muertes debería pesar todo lo que resta de vida en la conciencia de aquellos que pudiendo hacer algo, escurren el bulto. Cada muerte de cada persona que muere en el camino y que no son refugiados, porque no tienen refugio, están en la intemperie y no son bienvenidos.
Todas las muertes que estamos viendo son evitables y como nadie va a pagar por ellas, por lo menos que le pudra la conciencia. En ocasiones entiendo perfectamente a aquella persona que viendo que no hay justicia en este mundo, la busque en Dios.