La más negra crónica española engrosó sus páginas en 1990 cuando dos señores del campo, envilecidos por la locura y lo que algunos llamaron «la mala sangre», salieron a la noche de Puerto Hurraco con sus escopetas para asesinar a todo aquel que se les pusiera por delante. El zoo mediático alrededor de sus rostros y los de sus hermanas, que fueron acusadas de perpetrar la masacre desde el sofá de sus casas, fue espectacular. Se han escrito libros y filmado películas sobre aquel episodio. El periodismo de sucesos se frotó las manos.
Siempre me ha fascinado esa historia. Los rostros de los asesinos son hoy de dominio público, y a veces me sorprendo tecleando «Puerto Hurraco» en Google y mirándoles la cara, midiendo su expresión, que es la imagen viva de la ignorancia, el aislamiento, la violencia, la tradición y la venganza. Nunca se arrepintieron. Era España. La España más profunda, pero España, al fin y al cabo. Un episodio en el que muchos quisieron ver un síntoma del carácter nacional. La reaparición del baturro y el ignorante en aquel contexto de pujanza económica y social fue la prueba de que ese algo seguía vivo. La nación vio, sorprendida, que no podía huir de lo que se encontraba en sus cavernas.
El periodista Rafael Torres se refirió a esta “España profunda” como el “volcán interior” de España, aún intacto, siempre bramando, siempre emergiendo con relativa frecuencia y siempre en la televisión, por lo llamativo de su fuego y lo sonoro de su explosión.
Cuando no me recreo en el rostro de asesinos nacionales salgo a tomar algo con los amigos, excepto un viernes en el que decidí que no y, mientras cenaba una pizza, puse Telecinco y al ver el rostro del Pequeño Nicolás se me encendió una bombilla que iluminó a los hermanos Izquierdo en aquel rincón de mi imaginario más negro, y la coincidencia fue tan atroz que desde aquel momento tengo ambas imágenes –la de los dos hermanos de Puerto Hurraco y la sonrisa díscola del Pequeño Nicolás– irremediablemente unidas como si fueran una sola, o tal vez dos imágenes que representaran lo mismo.