Los factores de noticiabilidad, o los criterios que hacen que una noticia se publique o no, que sea portada o no lo sea, son fundamentales para entender por qué nos quedamos pegados ante el televisor cuando pasa algo en Francia y no lo hacemos cuando pasa algo en Nigeria. Lo hemos visto este fin de semana. Algunos de estos factores son: la actualidad, la proximidad física (cuando el hecho es cercano al ciudadano) o psicológica (cuando el hecho es lejano físicamente pero resulta próximo a nuestro interés), el conflicto entre contrarios, la trascendencia y la magnitud de los hechos (que repercutan más o menos en nuestra vida diaria o en algún sector de la sociedad), el suspense (aquellos hechos que mantienen vivo el interés del público o que se desarrollan en varios días como los juicios o las investigaciones policiales), la prominencia o notoriedad de los personajes, la rareza y la emoción (aquellas noticias que reportan hechos emotivos con bebés, ancianos o actos de injusticia y brutalidad). Algunos autores añaden factores como el interés humano, el factor vida/muerte o el interés de aquellos sucesos relacionados con el sexo,el dinero o el humor.
Por eso nos toca París, y no Kenia. Por eso somos Francia y no somos Líbano. Sin embargo, los periodistas deben asumir su parte de responsabilidad. Y no usaremos la palabra culpa, pero sí responsabilidad. Tal y como afirman Vicente Leñero y Carlos Marín, el interés colectivo no se debería definir sólo por lo que le interesa a la gente, sino por lo que “debe interesarle a la gente”. Y en eso entramos los periodistas, ya que “intentar definir el interés público, el interés colectivo, es tocar el centro de la actividad periodística”. Porque, al fin y al cabo, somos nosotros, los periodistas, o los que intentamos serlo a pesar de la precariedad y la devaluación del oficio, los que conformamos la agenda setting. Corrijo: antes quizás fueran los periodistas, ahora los responsables de esta tarea son los grandes grupos de comunicación y los intereses económicos por los que se rigen. Incluso los gobiernos que los manipulan. Y no hace falta irse muy lejos para encontrar ejemplos evidentes.
La agenda setting o framing no es nada más que la relevancia que los medios de comunicación otorgan a los diferentes sucesos y cómo esto influye en el interés colectivo. Y es evidente, y a estas alturas casi no haría falta ni recalcarlo, que los medios de comunicación priorizan unas informaciones u otras atendiendo a sus propios intereses y prioridades, habitualmente económicas. De esta manera, temas que resultarían de interés para la ciudadanía no salen publicados y temas que no nos interesan para nada, salen en portada. Lo que no se publica, no existe, en definitiva.
Fotografía: Ahmad Hammoud