Allá, en un rincón elevado, Juan Eslava Galán (1948) reposa sobre un orejero. El enclave, unos antiguos almacenes textiles, ha sido rediseñado con gusto y bautizado como La chaise de madamme Frou Frou. A lo largo del tiempo de sobremesa transcurre la conversación con fluidez. La serenidad de este literato emana de sus gestos y su hablar pausado, de un discurso propio, versado y con fundamento. El Historiador –que también es filólogo y escritor– articula reflexiones de forma orgánica, así, cuando la sabiduría se expresa con la elocuencia de los maestros de antes, tan sólo cabe escuchar con atención y absorber todo el conocimiento que sea posible.
–Su infancia son recuerdos…
–… muy simples, de un pueblo de Arjona, de una fábrica de aceite donde nací y estuve viviendo hasta los nueve años.
–Tras la niñez ¿coincide con Max Aub en si «uno es de donde hace el bachillerato»?
– Eso es una simplificación, uno se va haciendo a lo largo de la vida. Estuve algo más de tres años en Inglaterra y aquello me influyó muchísimo, como la lectura y los viajes. Las lecturas son imprescindibles, sobre todo, para un escritor.
–¿Cuál fue la herencia de su periplo británico?
–Me aportó las bases para saber hacer un ensayo de divulgación (que es un género literario que parece que en España se desprecia) tratando, al mismo tiempo, de ser riguroso y ser ameno. Aunque no siempre sea fácil, en gran medida, porque en España pecamos de solemnes, en cambio, los ingleses, que son unos maestros en ello, me enseñaron mucho.
–Ser científico dentro de lo literario. Usted es Doctor…
–Sí, en Historia.
–Como profesor ¿qué observa su ojo clínico en la educación en España?
–En resumen, una cosa muy penosa, que va a peor y diría que es un asunto de poca solución, entre otras cosas, por que lo primero que habría que hacer es convencer a los padres de que a los niños se les educa en casa, y luego, en la escuela o en el instituto, se les instruye. Pero ellos pretenden que por pagar impuestos se eduque y se instruya a los niños en los colegios convirtiéndolos así en aparcamientos para no tener que pensar en sus obligaciones como padres y de ahí viene una parte importante del fracaso escolar, que no tiene que ver con las inversiones. Las inversiones son interesantes pero los resultados son penosos.
–¿Por esta razón, tal vez, la Historia o las Matemáticas siguen planeando como “huesos” en el imaginario colectivo, generación tras generación?
–Muchos lectores actuales, me transmiten que odiaban la Historia cuando se la enseñaban en el aula y sin embargo, ahora, les encanta Historia de España contada para escépticos. Quizá sea, también, que con la edad han ido cambiando el chip, entonces, les obligaban a memorizar una asignatura por la que no tenían el menor interés, cuando son mayores tienen ya más intereses culturales. Y, al mismo tiempo, si se lo das de un modo agradable, mezclando anécdotas, pues se lo toman mejor. Esto ha sido una cuestión de edad, de oportunidad, sobre todo, de hacer interesante la asignatura para los alumnos, aunque no siempre sepamos hacerlo.
–Ahí, también influiría lo que comentaba respecto a la educación en casa, ¿se les enseña a los niños a comportarse en el aula?
–Si un profesor ha de estar, continuamente, durante la hora de clase, imponiendo silencio y vigilando, no puede estar impartiendo su asignatura. Esa hora se convierte en baldía y sólo le sirve al profesor para poner el cazo a fin de mes, y ganarse la vida con ello, pero no está haciendo su labor verdadera que no tendría que ser de gendarme si no de educador.
–Educador e instructor de conocimientos…
–Exacto, los que los padres no pueden transmitir por carecer de ellos, al fin y al cabo, el profesor es un delegado de los padres.
–¿En qué época ejerció como profesor?
–Desde los años setenta hasta los noventa.
–Que es cuando comienza a dedicarse, por completo, a escribir…
–Al empezar a ponerse todo muy feo es cuando decidí dejar a un lado la enseñanza y centrarme en escribir.
–¿Disfruta con ello?
–La verdad es que disfruto, sí, también lo hacía siendo profesor pero llegó un momento en que estaba degenerando la enseñanza y preferí dedicarme sólo a escribir.
–¿Instruyendo con otros medios?
–Claro, ahora, instruyo a muchos lectores.
–¿Se considera capaz de sintetizar la historia de España como si fuera el narrador de un tráiler?
–Evidentemente, no es fácil resumir tanto…
–Si estuviera ante una audiencia de jóvenes y tuviera que transmitirles nuestra historia como si fuera un fluido…
–Quizá, tendríamos que empezar diciendo que España, como tal, no existe hasta los Reyes Católicos, a partir de aquí es cuando se produce una cierta unificación, primero con León y Castilla, Andalucía se acaba de conquistar, a lo que se suma Aragón. Antes, existe la Península Ibérica, con diversos reinos pero que aún no son España, puesto que es un concepto moderno. A partir de la formación de esa España, hemos tenido varias etapas: primero, una expansión hacia el exterior, herencia de los Austrias y de prolongar el impulso conquistador frente a los moros hacia América. Y, al mismo tiempo, hubo una involución hacia el sentido religioso, por defender el catolicismo o, mejor dicho, al papismo, que no ha sido la mejor idea y por lo que hemos sacrificado mucho. La unión de Estado e Iglesia, o como se decía entonces “Altar y Trono”, ha sido muy perjudicial para la mentalidad y el futuro de los españoles. A la vez que se ha mantenido esa idea de cohesión, que empieza con los Reyes Católicos, hay un movimiento centrífugo y otro centrípeto, por un lado, cohesión, y por otro, la dispersión de diversas regiones. Luego, finalmente, el suicidio de España ha sido el “café para todos” de la Transición, que ahora nos lleva a estar desunidos, y pensemos que uno no es español porque es aragonés.
A título personal, me siento profundamente avergonzado cuando un inglés está orgulloso de Gran Bretaña, el francés, de Francia, el alemán, de Alemania y a nosotros, nos da vergüenza pronunciar la palabra España, y preferimos decir «este país». Cada vez que a un político le oigo decir “este país”, le pongo ya una crucecita.
–Por no estar hablando con claridad…
–Claro, hombre, di “España”.
–Cuando la selección de fútbol ganó el Mundial, por vez primera, noté que los colores de la bandera dejaban de tener, en cierto modo, la significación que tenían…
–Así es, hubo un momento en que ondeaban con orgullo las banderas, pero date cuenta que empezamos a llamar a la Selección, inmediatamente La Roja.
–Me alegré muchísimo por mis primos pequeños, ellos ya podrían mirar la bandera con otros ojos sin que les escociera, como a una parte de mi generación.
–El símbolo de los fachas, sencillamente. Cuando, además, viene siendo el símbolo de España desde el s.XVIII.
–Las banderas se adaptan y se adoptan.
–Y seguirá ocurriendo.
–Un día cualquiera en su vida de escritor…
–Pues resulta una vida muy monótona, me levanto cuando despierto, que en invierno suele ser sobre las cuatro de la madrugada y me pongo a leer en la cama hasta la siete, ya me levanto, hago el desayuno y la rutina diaria; en verano, no, si me despierto a las cuatro, como no hace frío, ya me pongo a trabajar. Hacia las diez de la mañana me voy al mercado a comprar, regreso y sigo trabajando, a mediodía cocino, luego, una siesta, trabajo el resto de la tarde y, al anochecer, ya cansado, veo alguna serie de las muchas a las que estoy enganchado, por que ya no veo la televisión. La última que me ha encantado es House of Cards. Pienso que son la forma de literatura moderna.
–¿Cómo logra ser tan prolífico?
–Por que no hago mucha vida social y no veo fútbol, y por todo el procedimiento que te he comentado. Por que escribo mucho, todos los días. Si se escriben tres folios diarios, teniendo en cuenta lo que trabaja cualquier persona, unas ocho horas, bueno, pues si escribes tres folios diarios, te salen dos libros al año. Así de simple.
–¿Por qué escribe?
–Pues, quizá, sea ya un hábito pero es lo único que me hace feliz. Me alarga la vida por que te hace ensancharla, no te la alarga en el tiempo pero, escribir, te la ensancha en el espacio. Escribir me obliga a leer, sobre todo, cuando escribo un ensayo, tengo que leer muchos ensayos, entonces, me obliga a pensar, me obliga a corregirme y a indagar en el idioma, todo eso me mantiene vivo junto con la ilusión por los proyectos de escritura. He ido restringiendo mi vida hasta condensarla en procesos de lectura y escritura, que es lo que me hace feliz.
–¿Qué le llevo a comenzar a escribir?
–La soledad, siempre fui un niño solitario, con poca vida social y, desde el principio, a los siete años ya comencé a escribir mis imaginaciones que, por aquel entonces, eran tebeos.
–¿Cuándo entendió que iba a ser su vida?
–Cuando gané el premio Planeta había escrito quince novelas, era el año 1987. Sólo he publicado dos, de esas quince, las otras están inéditas, no las quemo pero están en un cajón por que he descubierto que es más fácil escribir una novela nueva que corregir una antigua. Sólo entendí que me iba a dedicar a esto, quizá, diez años después. Con veinte libros publicados, empecé a pensar: “Bueno, soy un escritor”, hasta ese momento me daba cierto pudor decir que era escritor, yo me tenía por un aficionado, que tenía cierta suerte, publicaban mis libros… Sí, una década más tarde, publicando entre uno y dos libros al año, ya lo admití, y comencé a sentirme escritor.
–¿Cómo conoció a Pérez-Reverte?
–Ya ni siquiera recuerdo cuándo lo conocí, creo que fue en unas jornadas de literatura que hubo en la Universidad de Sevilla, o algo así. Nos conocimos, nos caímos bien y desde entonces somos muy amigos, pero no te sabría decir el año.
–Bueno, prácticamente son de la misma generación…
–Sí, pero él ha tenido una vida mucho más intensa, la mía, ha sido mucho más pacífica y la suya, muy movida.
–¿Sería su némesis?
–Sí, quizá sí, y haya una suerte de adaptación, precisamente por ser tan distintos nos acoplamos muy bien como amigos.
TRÍPTICOS HISTÓRICOS
–Tres personajes admirables de nuestra historia:
–Fernando III (de Castilla) , luego, quizá, Fernando el Católico y, mira, Carlos III.
–Tres personajes detestables:
–Fernando VII. Alguien que tiene mucho que ver en mi última novela, el duque de Lerma, responsable del primer pelotazo urbanístico de la historia de España. Y, remontándonos a la antigüedad, Pedro el Cruel.
–Tres mujeres admirables de nuestra historia:
–Isabel la Católica. Bueno, estamos en su año, Santa Teresa, sin lugar a dudas. Y por escoger a una más moderna, Victoria Kent.
–Tres mujeres detestables de nuestra historia:
–Creo que no hay mujeres detestables… no se me ocurre ninguna, soy muy caballeroso.
–Tres episodios de nuestra historia que le fascinen sobremanera:
–La conquista del valle del Guadalquivir a los moros, el episodio de los últimos de Filipinas y las hazañas culturales de los Jesuitas en Latinoamérica.
–De entre los pasajes olvidados de nuestra historia, ciñéndonos a la Guerra Civil ¿cuáles mencionaría?
–La huida, desde Málaga hacia Almería, de buena parte de la población en unas condiciones penosísimas…
–¿Conoce El paseo de los Canadienses? Es un cómic de Carlos Guijarro que retrata, precisamente, «La desbandá” de Málaga.
–Lo cierto es que no. También señalaría el bombardeo de Jaén, que fue un poco antes que el de Gernika, incluso murió más gente. Fíjate la diferencia de publicidad entre un bombardeo y el otro.
–O el bombardeo a la estación de Xàtiva.
–Devastador. Y, si seguimos hablando de desastres, otro, podría ser el de la plaza de toros de Badajoz, mal conocido y terrible, tanto, que no hay manera posible de dilucidarlo correctamente.
–Tres oportunidades de progreso perdidas en la historia de España:
–La invasión napoleónica nos hizo perder la mejor oportunidad que teníamos, incorporarnos a la ideología de la Revolución Francesa pero, de pronto, los afrancesados fueron sospechosos, tuvieron que huir, y después ya vino el retraso durante todo el s.XIX mientras el resto de Europa evolucionaba, a pesar de que también había contrarrevoluciones en todos los países pero, coño, pudieron evolucionar más que nosotros.
Otra perdida fue, precisamente, la muerte del príncipe don Juan, el hijo de los Reyes Católicos, que trajo la dinastía Austria. Esa fue otra desgracia nacional. Los Reyes Católicos tenían una política exterior inteligentísima que consistía en aislar a Francia a base de matrimonios y, de pronto, todo este negocio, con América recién descubierta, cayó en manos de los Austrias y tuvimos que hacer la política propia de ellos con todos los problemas de Europa. Aquel era el momento de proyectarnos hacia América, y olvidarnos, un poco, de Europa, donde por otra parte teníamos un mercado estupendo para la lana merina, asegurado, y esa fue otra desgracia histórica.
Y luego, el franquismo. Si Franco hubiese participado activamente en la Guerra Mundial, o si Churchill no hubiera evitado que se le pasara factura a Franco como quería Stalin, pues el franquismo se habría acabado en 1945. Y, habríamos podido evolucionar en los años cincuenta, habríamos entrado en el Plan Marshall de ayuda, en fin, habría sido otra realidad, en vez de esa prolongación de la dictadura, durante tanto tiempo.
–La ayuda americana en los cincuenta fue irrisoria…
–Cuando los americanos se acercan, nos echan una mano y nos dan migajas a cambio de cesiones de soberanía nacional. Siempre estamos protestando por Gibraltar pero Franco lo que hace es ceder la soberanía de territorio nacional y poner tres o cuatro gibraltares.
TRÍPTICOS VARIADOS
–Tres libros
–El Quijote, sin lugar a dudas. Rojo y negro. Y, toda la literatura de Hemingway.
–Tres autores españoles
–Quevedo, me encanta. Conqueiro, muy desconocido, me gusta y lo releo. Ramón J. Sender. No menciono autores vivos por que, Dámaso Alonso decía «cada nombre es una peligrosa sima». Más vale ir siempre a los difuntos.
–Tres autores en lengua inglesa
–Donne, John Donne, me ha interesado mucho, incluso lo he traducido. También traduje la poesía completa de T.S Eliot. Y, evidentemente, Shakespeare, donde siempre se aprende.
–Tres películas a las que siempre regresa
–El paciente inglés es mi película predilecta. Blade Runner. Y, todas las Navidades, Golfus de Roma.
–Tres series
–Por decir un clásico, Los Soprano. Ahora, House of Cards y, cómo no, The Wire.
–Gracias por mencionarla. No he alcanzado a experimentar eso mismo con nada más.
–The Wire la he visto ya un par de veces, además, tengo la ventaja, debido a mi edad, que se me olvidan las cosas… veo una película por segunda vez y, sólo al final de la película, de pronto recuerdo que ya la había visto. Es cojonudo. La disfrutas nuevamente, por que no te acuerdas. Estoy esperando que pasen un par de años para medio olvidar The Wire, y volver a verla.
–¿Qué opinión le merece David Simon, creador de The Wire?
–Contemplo la obra pero no me intereso por sus guionistas pero, en este caso, me parece de altísimos valores literarios y, no digamos ya, como reflejo de nuestro tiempo.
–Tres compositores
–Mozart, es una constante en mi vida. Beethoven, obviamente. Las cantigas y la música medieval me chifla y, por consiguiente, también Carl Orff, con Carmina.
–Tres cuadros
–Los tengo muy claros: Las meninas de Velázquez; La familia de Carlos IV de Goya, y el Retrato de Madamme Gautreau, de Singer Sargent. Está en el Metropolitan de Nueva York aunque no lo tienen entre los grandes cuadros, lo tienen casi en un pasillo-almacén, pero tiene un brazo y un perfil de dama que es algo absolutamente maravilloso, de una morbosidad que me encanta.
–Tres museos
–El Prado, obviamente, y el Museo Británico. Todos los años hago viajes a escenarios de las guerras napoleónicas o de las mundiales y, por mencionar uno peculiar, el Museo de Blindados Général-Estienne, en Saumur, he ido un par de veces y no estoy dentro menos de ocho horas.
–Tres esculturas
–La Venus de Milo. La Victoria de Samotracia y… La Pietà, que impacta más que el propio Vaticano.
–Tres poemas
–Las coplas a la muerte de su padre (Jorge Manrique). Cualquier poema del Libro de Buen Amor (Arcipreste de Hita) y la Epístola moral a Fabio (Andrés Fernández de Andrada), no hay condensación de pensamiento y de estoicismo español que la iguale, es algo absolutamente maravilloso, unos cincuenta tercetos encadenados. Búscala, y verás.
–Tres obras de teatro
–Desde hace años, no voy al teatro. Cuando vivía en Inglaterra iba todas las semanas al teatro, entonces, claro, estoy contaminado por el teatro inglés contemporáneo, pero si yo tuviera ahora que ir al teatro sin duda que acudiría al teatro de Shakespeare, el otro, nunca he llegado a apreciarlo, es un bache que tengo, y que reconozco. A mi vuelta, intenté continuar con mi afición por el teatro, pero no logré conectar ni desprenderme.
–Tres enclaves monumentales
–Jerusalén. Roma. Y, como ciudad que es en sí un monumento, Nueva York, sobre todo la parte neoyorquina de art déco: el edificio Chrysler, o el vestíbulo del Empire State y esos cien hoteles de este estilo, me fascinan.
–Tres edificios
–La Alhambra. Venecia, en su totalidad. Y, Florencia, como conjunto.
–Escritores y lectores…
–Los libros y las personas son como elementos químicos, un libro no hace el mismo efecto en una persona que en otra, algo que para ti sea tremendo, para otro será anodino. Uno, no tiene que juzgar lo que le parece a otro si no lo que le parece a sí mismo. En esto, hay que ser muy subjetivo. Tengo una norma, aunque un libro tenga muchísima fama y te digan que es cojonudo, leo diez páginas, si a las diez páginas no me ha enganchado, no sigo leyendo. Antes, leía treinta, pero después de intentar leer Cristo versus Arizona de Cela, me di cuenta que con diez páginas era suficiente. Hay quienes dicen: esto es imprescindible. Por ejemplo, nunca he logrado terminarme el Ulises de Joyce y, ten en cuenta que soy de filología inglesa, hice esa carrera y el Ulises había que leerlo por cojones, en dos o tres ocasiones llegué a la mitad, y no fui más allá, y no se me caen los anillos.
–Incluso podría hacer creer que se lo ha leído y nadie lo pondría en duda…
–Claro, en una conversación normal, sé de Joyce lo suficiente como para que parezca que he leído el Ulises, aunque, a cierta edad ya lo reconoces, y no pasa nada. Me parece mucho mejor The Portrait of the Artist (as a Young man) que el Ulises.
–¿La historia de España siempre habrá que contarla para escépticos?
–Si eres un autor prolífico, tus libros acaban muriendo descatalogados y, desde hace diecisiete años, es mi libro más vivo, todos los años se reedita. Si quisieras leer otro libro mío el que te recomiendo es La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos, a ver qué te parece…
–Tomo nota, aunque el de la Gran Guerra, me cautiva por ese halo de romanticismo bélico…
–¿Puede haber una historia más romántica que la de un piloto alemán de caza que va con el 109 y encuentra una fortaleza volante destrozada por los antiaéreos que vuelve renqueando y observa por los agujeros a casi toda la tripulación muerta y, en lugar de derribarla, la acompaña hasta el mar del Norte para asegurarse de que se salvan? Ese tipo ¿es o no es un romántico? Alguien que se plantea: qué voy a ganar yo con derribar a un enemigo que ya está destruido y matar a los tres o cuatro que quedan vivos. Un perfecto caballero.
–Son tantos los pasajes vibrantes de nuestra historia que, si no fuéramos “tan españoles», a nivel literario o cinematográfico, se les daría otro eco y difusión pero el peso de «España” y la bandera aún es una losa…
–Es una tergiversación, sobre todo a los jóvenes de tu generación os han enseñado a avergonzaros de lo nuestro, y es muy triste. Desde la creación de las autonomías se ha inculcado un odio hacia lo español, por mi edad, que soy anterior a las autonomías, tengo algunas lecturas más ¿por qué me voy a sentir andaluz y no castellano o vasco si me siento bien en todas partes? Como decía Baroja «el carlismo se cura viajando».
–Pero en cada región hay ondas que predominan y determinan…
–Sobre las opiniones ajenas hay que sobrevolar. Es propio de la juventud dejarse arrastrar por la opinión dominante pero también es una misión de los jóvenes contrarrestar la opinión dominante. Es mejor nadar contracorriente, te aguza más la mente, que nadar a favor.
Fotografías: Olga Palomares (Lavisible)