Siempre he defendido la fotografía creativa por las múltiples posibilidades que nos da de ser nosotros mismos, de volcar esa unicidad que tenemos la suerte de albergar todos, para desarrollar todo un universo personal de una gran carga tanto estética como conceptual. Nos permite volcar ese nido de fobias, alegrías, dudas, anhelos y desequilibros que desencadenan ciertas circunstancias de la vida. Frente a la metodología de trabajo tradicional en fotografía, es un proceso que se origina en la mente del fotógrafo, para luego ser trasladado en un plano visual. Muchos la llaman «Fotografía construida», en el sentido de que se interpreta la realidad componiendo una imagen, que previamente ha nacido en nuestro interior. No es el fotógrafo cazador, no es el fotógrafo que registra la realidad, fruto de un relativo azar, es el fotógrafo de las ideas y los sueños, aquel que se desnuda, si lo desea en cuerpo, y constantemente en alma.