A Conejo le bautizaron cariñosamente como «el conejo de la suerte». Dejó una huella imborrable en la memoria de una quinta que alucinó con sus paradas en la primera fase del campeonato del 90 y en las colecciones de cromos de Panini, tanto del Mundial (cuando aparecían dos jugadores.en uno en una selección pequeña) como en las de la liga española, donde actuó tres años en el Albacete Balompié.
Italia 1990. Cuatro años antes el público había consagrado a Diego Armando Maradona y su mano de Dios y en España seguíamos lamentándonos del fallo del penalti de Eloy ante Bélgica. Y dos años antes, en 1988, había llegado el momento de una nueva generación de tulipanes holandeses comandados por Mario Van Basten, Ruud Gullit, Ronald Koeman y Frank Rijkaard. Eran tiempos de los de unos pantalones casi short, de camisetas Adidas sin el nombre encima del número, de jugadores con bigote y con poca pinta de metrosexuales. Pero en ese Mundial de grandes potencias hubo varios soplos de aire fresco que alteraron el guión previsto. Igual que lo que está pasando en Brasil, pero con una media de goles por partido mucho más baja. En 1990, tras la sorprendente victoria de Camerún en el partido inaugural ante Argentina, una selección centroamericana captó la atención de los espectadores. Era la Costa Rica entrenada por el mayor trotamundos del mundo del fútbol, el serbio Bora Milutinovic (un personaje digno de la literatura de Julio Verne) y en la que destacaban Ronald González, Juan Cayasso, Hernán Medford y, sobre todo, «el conejo de la suerte», el cancerbero Luis Gabelo Conejo.
Sus mayores logros lo consiguió con la selección nacional de su país, a pesar de que no jugó más de 30 partidos. Su primera convocatoria le llegó en 1983, aunque su debut oficial se hizo esperar hasta el 13 de diciembre de 1987 en un choque contra Corea del Sur. Su consagración a nivel internacional se produjo en el Mundial de Italia. Conejo formó parte del combinado tico que acudía a su primera Copa del Mundo, encuadrado como el rival más débil en el Grupo C. El Brasil post Zico, una Escocia habitual en los grandes campeonatos y la Suecia en la que ya destacaba Thomas Brolin eran las selecciones rivales para una Costa Rica que se había aprovechado de la sanción que la FIFA le había impuesto a México para clasificarse junto a EE UU en la liguilla de la Concacaf.
Sin embargo, contra todo pronóstico, en el primer partido del grupo, jugado en el estadio Luigi Ferraris de Genova, los chicos de Milutinovic dieron la gran sorpresa y se impusieron a los escoceses por 1-0 con un gol de Cayasso y con una actuación memorable del guardameta de San Ramón, que detuvo una tras otra las acometidas de los delanteros británicos. Cinco días después, en Turín, otra gran actuación de Conejo no pudo evitar sin embargo la derrota de los ticos ante Brasil, que se acabó imponiendo con un solitario gol de Muller en el minuto 33 de la primera parte. Pero lo mejor estaba por llegar. En el tercer encuentro, ante los suecos y cuando a Costa Rica sólo le hacía falta un empate para pasar a la siguiente ronda, el arquero tico dio toda una exhibición. A pesar de que el combinado nórdico se adelantó con un gol de Johnny Ekstrom, sus paradas fueron fundamentales para que el equipo llegara con vida y finalmente se llevara el gato al agua con los goles de Roger Flores y Medford, en el último cuarto de hora de partido.
A pesar de que fue uno de los momentos más gloriosos y celebrados por la afición costarricense y por el propio Conejo, la mala suerte se cebó con él en forma de inoportuna lesión. Un golpe en el hombro le dejó fuera del partido en octavos ante Checoslovaquia y su lugar fue ocupado por Hermidio Barrantes. Pero claro, no fue lo mismo ni por asomo y Costa Rica se despidió del Mundial de Italia con una dolorosa derrota por 4-1. «Siempre ha sido una espinita que he tenido en el corazón, es como cuando uno pasa una vida estudiando, y el día de la graduación no puede disfrutar el baile con sus compañeros» recordó neutro protagonista en una entrevista a la web de la FIFA. A pesar de todo, la revista France Football lo eligió como uno de los dos mejores porteros de aquel Mundial, por lo que aún hoy, casi 25 años después, muchos costarricenses se siguen preguntando… ¿qué hubiera pasado si «el conejo de la suerte» hubiera estado bajo los palos?
Cuando terminó el campeonato decidió probar suerte en el Viejo Continente fichando por el Albacete Balompié, al que acudió «engañado» por un promotor como él mismo confesó en una entrevista. «Me dijeron que era un equipo de Primera, cuando en realidad era de Segunda B que recientemente había ascendido a Segunda, y por fichar con ellos dejé otras ofertas del Torino, Espanyol, Las Palmas, Valladolid o Logroñés», comentaba años después. No obstante, Conejo no se arrepintió nunca de su paso por el Carlos Belmonte, donde pasó tres temporadas «inolvidables». Eran los tiempos del Queso Mecánico de Floro, mucho antes de que el técnico asturiano se hiciera mediático en su paso por el Real Madrid, cuando pronunció el famoso «con el pito nos los follamos» en el vestuario del Lleida en la temporada 1993-1994. Con el técnico valenciano Conejo consiguió en su primera temporada el ascenso a la Primera División y en las siguientes dos campañas, sus actuaciones fueron claves para que el conjunto manchego se mantuviera en la máxima categoría del fútbol español. El secreto del éxito lo resumió el mismo portero en una entrevista reciente: «El Queso Mecánico era un grupo de amigos que se divertía, estaba unido para lograr los objetivos y que además, se identificaba con la ciudad, desde los colegios a los centros sociales».
Tras su retirada, la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol lo designó el segundo mejor portero del siglo en la Concacaf, el 34 mejor de la historia de un ranking que encabeza Gianluigi Buffon y el 96º de entre las 100 figuras de la historia de los mundiales. Su trayectoria se ha cruzado invariablemente con la de Keylor Navas. Desde que se retiró, Conejo entrena a los porteros de las selecciones inferiores de Costa Rica. Por sus manos pasan los arqueros de 15 a 18 años. El propio portero del Levante fue uno de ellos, igual que Daniel Cambronero, su suplente en el combinado tico, el orgullo de un país que vuelve a verse en octavos de final. En 2014 la gesta tiene más mérito si cabe. Hace diez días, las casas de apuestas les daban como el antifavorito para alzarse con la Copa del Mundo. Con los ingleses eliminados y uruguayos e italianos condenados a luchar a muerte para pasar a segunda ronda después de sus derrotas contra Costa Rica, el pelotón que encabeza Navas ha hecho saltar la banca.