La enfermería en combinación con el periodismo sí es el mejor –puto– oficio del mundo. De veras, se lo garantizo, para mí, narrar y curar es mucho más que currar. Aunque haya desempeñado muy diversos trabajos sé que es por lo que he sido enviado, aquí, entre vuestras mercedes, para ayudar a sanar con letras y tratamientos que trasciendan la farmacopea.
Soy periodista y enfermera, sí, enfermera. El cuidado de los enfermos ha sido una milenaria labor femenina, la sensibilidad (inherente) y la condena a la esfera doméstica han propiciado esta realidad, por los siglos de los siglos, desde las primeras diaconisas pasando por el resto de órdenes religiosas y todos los hogares, cuevas, cabañas y hospicios en los que las mujeres han atendido a los dolientes.
Soy enfermera y periodista. El cuidado de las letras ha sido una milenaria labor de cronistas, para reflejar cuanto acontecía en cada momento, para preservar la memoria de lo que fuimos [y lo que seremos de nuevo (again and again and again)] porque así está escrito en nuestro código genético, en los legajos que se rescataron de Alejandría o Sarajevo, en Wikileaks, en los grafitis de las ciudades. Los relatos de aquello que sucede, de sus rostros, de mis percepciones, de filias más que de fobias, de las vidas de seres que inspiran, de las historias impresas en los rostros, de escenarios de toda índole, de fotografías y poemarios.
Desde la enfermería, desde la escucha a los que sufren se absorben argumentos humanos, desde esa cercanía se llega a mirar a través del prisma de los enfermos y se llega a producir, también, un distanciamiento genérico para ser capaz de resetear, de volver a empezar, para continuar con la praxis de Florence Nightingale y facilitar que la naturaleza obre su camino hacia la salud. Desde esta experiencia, con un cronista inserto, los hilos narrativos se hilvanan (como suturas en los bordes de una incisión) en mi imaginario.
Desde el periodismo libre, difuso y disperso, coherente en lo funesto, me encomiendo a la ficción de las vidas y expresiones, de las heridas y reacciones, de las muertes y alumbramientos. De lo humano y lo divino.