Los medios de comunicación nos han estandarizado la imagen de los futbolistas profesionales haciéndonos creer que la mayoría sale con modelos, presentadoras de televisión o cantantes. La realidad es bien distinta a lo que se presupone. Por estadística, es más probable que un futbolista acabe con una mujer anónima que con alguien popular en el mundo de la farándula. Las modelos que ves con los futbolistas no acostumbran a ser como Elle McPherson, Claudia SchifferNaomi Campbell. Normalmente, son modelos menos conocidas que necesitan un empujón para afianzarse o para entrar en el mundo de la moda. Un mundo que se mueve a base de contactos, principalmente. Este filtro es normal, si tenemos en cuenta que para participar en ese juego solo es necesario cumplir unos patrones de belleza establecidos por la industria, patrones que se basan en el capricho de hombres, en su mayoría afeminados, que se atreven a enseñar a una mujer cómo tiene que andar. Es como si un adiestrador de caballos se pusiera a enseñar al cuadrúpedo como ha de correr. Los hombres somos muy osados y enseñamos a todos los demás como deben ser, incluso a las mujeres les decimos qué es una buena mujer.

No existe una sola modelo que no busque reconocimiento. ¿Qué más va a buscar si no? Eso no se consigue hablando de la moda ni mostrando los estudios o la preparación académica. No sé si realmente requiere algún tipo de entreno. Lo ignoro completamente. Lo que parece imperar es el: «Yo nací guapo y no tuve que practicar mucho para saber sobrellevarlo». Ser la pareja de un personaje conocido –en este caso, un futbolista– es el contacto ideal para progresar en el sector: las marcas quieren que estés en el candelero aunque sea solo para arrastrar al marido a presentaciones y fiestas. Se da el caso de mujeres que sienten la llamada del mundo de la moda una vez están con un futbolista. Abiertamente no se postulan como tal pero cuando cogen tablas, de repente escuchas en una noticia que el jugador llegó acompañado de su esposa, la modelo fulanita. No creo que haber hecho algún trabajito puntual luciendo ropa te convierta en modelo profesional, al igual que haber trabajado alguna vez sirviendo copas no da mucha autoridad para poner en el currículo que eres camarero. A no ser que una quiera presentarse al mundo como tal, que es el caso de las modelos repentinas.

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¿Por qué no dedicarse a ello cuando la vida como esposa de futbolista no te permite muchas más libertades? Sin embargo, a medida que se afianza la pareja como proyecto de familia, en más de un caso, la ambición de ser modelo va perdiendo fuerza. Una vez conseguido el premio no hace falta seguir aguantando la falsedad del mundo de la moda. Y, sin embargo, esa condición de «esposa de una estrella del fútbol», que a más de una mujer le resulta idílica, no supone una tarea sencilla. No todas las mujeres están preparadas para ser la esposa de un futbolista. Sobre todo, porque no todos los futbolistas son multimillonarios. Yo les recomiendo que no se enamoren ni inicien una relación con un jugador que se dedique al fútbol profesionalmente sin tener en cuenta los siguientes consejos:

–No te enamores de un futbolista si sueñas con una vida estable y planificada. Quizás un día estáis en el parque jugando con vuestro hijo  y él recibe una llamada urgente de su representante –unos tipos que cuando llaman siempre lo hacen por un tema urgente– ordenándole que tiene que estar al día siguiente en una ciudad situada a 500 kilómetros para firmar con un equipo. «¿Cuánto voy a cobrar?» «Vas a cobrar tanto pero nos interesa ir para allá porque es un buen escaparate». Esa conversación es habitual. La esposa sigue a su marido. Le esperan unas semanas para organizar la mudanza… otra vez. Cada nueve meses, un nuevo destino. Un futbolista no es como un comercial, un camarero o un profesor, que pueden encontrar trabajo en la misma ciudad si se quedan en paro. Cuando hablamos de fútbol profesional, donde se mueven cantidades por encima de los 60 mile euros anuales, no es fácil encontrar trabajo (y equipo) en la misma zona geográfica.

–No te enamores de un futbolista si no eres capaz de soportar que tu marido o tu novio sea juzgado por desconocidos continuamente, ya sea desde la grada o desde la prensa. Puede pasar de héroe a villano en cuestión de días. No todo el mundo tiene el aguante necesario para escuchar alguien situado a unos metros se pase el partido insultando desde tu asiento a tu hombre y a tu suegra. Bueno, quizás te unas para insultar a tu suegra… y quién sabe si también a tu marido. Depende de la salud de la relación. Pero al principio tendrás que tragar mucha mierda y llegar a casa echa un manojo de nervios.

Spain's Casillas kisses girlfriend Carbonero as celebrates defeating Italy to win Euro 2012 final  in Kiev

–No te enamores de un futbolista si no estás dispuesta a dejar tu profesión en un segundo plano durante un período dorado de tu vida, entre los 20 y 33 años, para dedicarte a la familia y el hogar. No es que él pase mucho tiempo fuera, de hecho, trabaja solamente unas tres horas a día. Los traslados geográficos, sin embargo, complicarán que tú puedas desarrollar un proyecto o unos estudios. Además, si tienes hijos, los viajes de tu marido cada dos semanas para jugar a domicilio te forzarán a ocuparte en exclusiva de los pequeños. Por otro lado, los matrimonios se vuelven especialmente agrios cuando él deja de trabajar –ya sea por jubilación o desempleo– y pasa mucho tiempo en casa. Si no se lesiona antes, un futbolista puede ser un ‘jubilado’ muy prematuro: con 30 y pocos años su carrera ha podido concluir. Ambos miembros de la pareja deben tener espacios personales de tiempo fuera de las obligaciones familiares. Trabajo, actividades, inquietudes… Pasar mucho tiempo e casa juntos no es muy sano. Hacer todas las actividades juntos solo lo veo lógico en los siameses. Para la esposa es complicado encontrar un empleo en el que no pueda comprometerse debido al continuo cambio de ciudad del marido. Si estás dispuesta a trabajar desde casa o montar una empresa que puedas manejar desde cualquier ciudad, entonces no tendrás problemas para seguir activa. Otra opción es formarte para cuando llegue tu hora o la posibilidad poder reintegrarte al mundo laboral.

–No te enamores de un futbolista si odias quedar con las mujeres de sus compañeras porque tus amigas están en tu ciudad y no las tienes a mano para tomar un café una tarde cualquiera. En el mundo del fútbol, es habitual que las mujeres de los futbolistas hagan migas porque todas viven una situación similar y se comprenden. Tienen los mismos problemas y se enfrentan a los mismos brotes de melancolía. Todas son conscientes del esfuerzo que hacen para que sus maridos sean felices en los pocos años que dura esta profesión que se acaba bien pronto. Si crees que puedes sacrificarte durante unos años por esta relación, no voy a ser yo quien te diga que te busques a un funcionario como pareja, pero ser mujer de futbolista tiene sus cosas buenas y sus vacíos, que solo los hijos pueden llenar. Ahora que soy padre lo puedo comprender con más certeza. Los futbolistas necesitan más que otros colectivos de esposas que les sigan al fín del mundo, y el fin del mundo no es siempre glamuroso. Puede tener aspecto de patatal donde se disputa un partido de Segunda B o forma de vestuario donde se encierra un equipo a exigir que el club les pague los atrasos. ¿Son en estos casos las modelos las mujeres perfectas para los futbolistas? Si dejan de comportarse como top models, sí.

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