En 1941 una niña enferma de neumonía en Estocolmo. Para entretenerla su madre le cuenta las fantásticas aventuras de la niña más fuerte del mundo, una huérfana pelirroja de 9 años que vive en una casa con la única compañía de un mono y un caballo. Nacía así Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta Efraimsdotter Långstrump, más conocida como Pippi Calzaslargas. La niña enferma se llamaba Karin y su madre Astrid Anna Emilia Ericsson, conocida literariamente en todo el mundo como Astrid Lindgren.
Astrid Lindgren nació en la granja de Näs, cerca de Vimmerby (Småland), al sur de Suecia, el 14 de noviembre de 1907, y descubrió su pasión por escribir trabajando en un periódico local en Vimmerby. A los 18 años, soltera y embarazada, se trasladó a Estocolmo, y cinco años después se casó con Sture Lindgren, de quien tomó el apellido por el que es mundialmente conocida. En 1944 escribió las aventuras de Pippi y las convirtió en un libro casero para regalárselo a su hija Karin por su décimo cumpleaños. Intentó publicarlo pero la editorial rechazó el manuscrito. Ese mismo año ganó el segundo premio en un concurso de novela que organizaba la editorial Rabén & Sjögren, lo cual supuso la publicación de su primer libro “Cartas de Britta Mari”. El año siguiente ganó un nuevo certamen organizado por la misma editorial y le publicaron las aventuras de Pippi. Entre otros, en 1958 recibió el premio Hans Christian Andersen por su trayectoria como escritora. A lo largo de su vida publicó cerca de 100 libros, que superaron los cien millones de ejemplares vendidos en todo el mundo y se tradujeron a 80 idiomas.
Kalle Blomquist, Rasmusyu, Emil (o Miguel el travieso), son algunos de las criaturas literarias de Lindgren, pero sin duda ha sido Pippi Calzaslargas el personaje que más ha popularizado a su autora. En España conocimos las aventuras de Pippi gracias a una serie de televisión que se emitió a través de Televisión Española en 1974. Coproducida por Suecia y Alemania Occidental, la serie se había emitido ya en Suecia en 1969, y sus 13 episodios nos permitieron disfrutar de las aventuras de la niña que escandalizaba al mundo, una niña desclasada y feliz, antiescuela, antifamilia (Pippi es huérfana de madre y su padre es un pirata, rey de los congoleses), que vivía perfectamente bien en una casa enorme llamada Villa Villekulla (casa que, por cierto, se encuentra en la localidad sueca de Bisby y recibe miles de visitas al año), en compañía de su caballo Pequeño Tío y su monito Mr. Nilson, sin ningún adulto que la tutelara, y se saltaba todas las normas destinadas a convertir a los niños en modelos de bondad y obediencia, tal como eran sus amigos Tommy y Anika. De hecho, la misma Lindgren era tan consciente del punto de provocación de Pippi que cuando envió el manuscrito a las editoriales añadió una nota que decía: «Con la esperanza de que no alarmen a la Oficina del Menor». En un mundo televisivo lleno de modelos moralizantes resultaba chocante la frescura de un personaje libre como todos los de esta autora que en alguna ocasión reconoció que sus libros no tenían absolutamente ninguna intención didáctica sino que escribía simplemente para entretener a la niña que había sido y seguía siendo. Y, ante el estupor y a veces el escándalo de sus padres, los niños veían fascinados las aventuras de esta pecosa de trenzas rojas y permanentemente tiesas. ¿Qué niño no soñaba con disponer de su vida a su antojo y rebelarse contra las normas impuestas por los mayores?
Al éxito de la serie contribuyó no poco el carisma de Inger Nilsson, que daba vida a Pippi, acompañada por Maria Persson y Pär Sundberg como Annika y Tommy respectivamente, quienes, por cierto, no volvieron a trabajar nunca más como actores.
Aunque no fue la primera y única adaptación de la obra de Lidgren a la pantalla, esta serie fue la que más se ajustó a las novelas originales, entre otras cosas porque la misma autora participó en la elaboración de los guiones, seguramente para quitarse la espina del descontento que le habían producido anteriores intentos de llevar las aventuras de Pippi a la pantalla. Como curiosidad, podemos decir que Hayao Miyazaki quiso adaptar las aventuras de Pippi al anime, proyecto que se canceló después de entrevistarse con la autora.