Sólo España podía tener el honor de ser el primer país europeo con un caso de ébola. Todos y cada uno de los ministros, presidente al frente, parecen sacados de Abuelo made in Spain; y es que sus gestiones no pueden ser más penosas ni crear más vergüenza ajena. Señores, somos el hazmerreír de Europa. ¿Quién va a confiar en nosotros escándalo tras escándalo y gestión de risa tras gestión de risa? Es ridículo. Es penoso que a una auxiliar de enfermería la hayan dejado irse de vacaciones después de estar en contacto con un enfermo de ébola, cuando durante 21 días se le tiene que tomar la temperatura y vigilar. Es ridículo que hayan accedido a hacerle las pruebas después de seis días encontrándose mal. ¿A cuánta gente habrá podido contagiar esta pobre mujer? Lo que hizo el Gobierno español trayendo a los dos enfermos de ébola es digno de estudio. Traer el ébola, enfermedad extremadamente mortal y sin cura, a una España hecha jirones, recortada y exprimida hasta tocar la piel, es de una negligencia política aberrante. Ni tenemos los medios suficientes ni la logística adecuada para hacer frente a esta pandemia porque hace años que nuestros dirigentes decidieron que ese dinero era prescindible y que era mejor destinarlo a otras cosas, como por ejemplo, a pagar la deuda que el propio sistema político ha generado. El caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid (donde se lo llevaron crudo comunistas, socialistas y populares) es solo un ejemplo entre un millón.
Sólo este gobierno del PP es tan extremadamente inútil como para, encima, meternos a la Parca en casa. El resto de Europa debería ponernos en cuarentena y aislarnos, no por miedo al contagio de ébola, sino a otro mal más antiguo y peligroso: la imbecilidad.