Todos habéis abierto la ventana del dormitorio y la del comedor alguna vez  para generar una corriente de aire y así tener ráfagas de aire fresco en días duros y cálidos de verano.

Este ejemplo viene porque voy a empezar hablar de la corrientes oceánicas frías y de su influencia en nuestro ecosistema y nuestro ritmo de vida. Para entender esto, después del primer ejemplo, que escenifica claramente el recorrido del agua fría a través del océano Atlántico (la corriente del Golfo), primero repasemos los antecedentes históricos. Esta corriente fue descubierta por Juan Ponce de León; y el primero que publicó descripciones detalladas y mapas precisos fue Benjamin Franklin en su obra de 1786 Sundry Maritime Observations. Nada más y nada menos que todo un señor fundador de los Estados Unidos de América publicando lo que hoy es algo de vital importancia para la supervivencia humana. Imaginad ahora a Rajoy descubriendo algo. 

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Diréis que para qué narices sirve esta corriente oceánica. Hace ya muchos años se le descubrió su principal utilidad, hasta el día de hoy, y no es otra que la navegación: el simple hecho de poner un barco en la ruta de la corriente consigue que el viaje sea mucho más corto. No es que reduzca unas horas el trayecto, sino que influye en más de una semana de viaje. Hasta ahora no vemos más que una bonita historia de conocimiento y ventajas sobre uno de los efectos naturales mas grandes y espectaculares de la naturaleza; pero ahora viene la parte mas compleja de todo. El por qué no se puede vivir sin esta corriente marina y qué estamos haciendo para destruir este fenómeno natural. Esta corriente, como se ve en el mapa, va desde México hasta las proximidades del Polo Norte. Simple efecto de corriente, como en el ejemplo de las ventanas, el agua se calienta en México; y como el agua más caliente pesa menos que la fría sube a la superficie y por el cambio de temperatura se mueve hasta el Polo Norte, donde se vuelve a enfriar. En este camino va aumentando la temperatura de todas las zonas que tocan el océano Atlántico, pero aquí entra la mala mano del ser humano y su ya famoso calentamiento global, el cual derrite los polos.

Lo sé, todos pensáis que si se derriten los polos habrá inundaciones y acabaremos como en la película de Kevin Costner, Waterworld, pero es mentira. Lo cierto es que jamas podría pasar eso (bueno sí, pero tendríamos que acercar la tierra bastante al sol), en cambio lo que está sucediendo es que está variando la cantidad de sal que tiene el agua marina. Está cambiando el peso del agua. Allí viene una simple deducción: con un agua más ligera la corriente será más floja, hasta que este proceso natural sea tan débil que no logre cruzar el Atlántico.

¿Qué pasará cuando esto pase? Lo que dice exactamente el lema de la familia Stark, en Juego de Tronos: winter is coming. El invierno se acercará, comenzarán olas de frío, que harán que gran parte del hemisferio norte sea inhabitable y nuestra sociedad, como la conocemos hoy en día, desaparecerá. Falta miles de años para ello, pero hay científicos que dicen que como mucho ocurrirá en 2020. El más optimista, en cambio, lo aplaza hasta 2200. Es decir: o la humanidad cambia o probablemente ni nosotros ni nuestros hijos veamos otra cosa que frío y hambre.

¿Os acordáis del primo de Rajoy?

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