Las cuatro Historias de que firma Enric González es de lo mejor y más ameno que he leído en muchos años.

Corresponsal en las principales capitales del mundo, el periodista y escritor Enric González (Barcelona, 1959) ha trabajado para El País desde Londres, París, Nueva York, Washington, Roma y Jerusalén. Durante la primavera árabe, se desplazó hasta El Cairo para cubrir los acontecimientos que desembocaron en la caída de Mubarak.

Con motivo del ERE que PRISA anunció el mes de octubre de 2012, se acogió por voluntad propia para dejar el medio en el que llevaba trabajando 27 años. Ni estaba conforme con la deriva que estaba tomando este diario ni comulgaba con la arrogancia de sus mandamases. Se despidió con un “el diario baña en oro a sus directivos”, lo que le valió el reconocimiento de buena parte de sus colegas y de la mayoría de sus lectores.

Sin embargo algo bueno se llevó de aquel cuarto de siglo, y lo quiso compartir con todos nosotros. Vivir el día a día de las ciudades sobre las que informas en un periódico te ofrece perspectiva y recorrido, y da para mucho. Incluso para escribir un libro sobre cada una de ellas.

Eso fue lo que hizo Enric González, quien entre 2006 y 2010 publicó, por este orden, Historias de Nueva York (2006), Historias de Londres (2007), Historias del calcio (2007) e Historias de Roma (2010).

Los más futboleros, aunque no sea ésta una condición excluyente, apenas tardarán un par de días en devorar las 255 páginas de Historias del calcio. El libro compila algunas de las crónicas que Enric envió a El País cada lunes, entre 2003 y 2007, sobre la jornada de liga italiana mientras vivía en Roma. El fútbol es pura pasión en Italia y mueve muchos intereses, sobre todo políticos. El autor, consciente de ello, no dudó en meter el dedo en la llaga y dejar con el culo al aire a más de uno. Berlusconi, por supuesto, entre ellos.

Las otras tres Historias de… son un recorrido por las tres capitales de las que habla. Sin embargo no es un trayecto al uso, no uno más, sino más bien todo lo contrario. Es el punto de vista de un periodista que se fija en todo, que siempre lleva su pluma perfectamente afilada y que no se calla nada. Nos recomienda lugares –como el local en el que se toma el mejor café de Roma–, nos habla de personajes y nos invita, sin saberlo ni proponérselo, a visitar estas ciudades.

Con un estilo directo y llano, sin florituras –espacio que ocupa el talento–, los libros de Enric González son lecturas ideales para relajarse, divertirse con la acidez y socarronería del autor, y para conocer anécdotas y personajes de unas capitales mundiales de referencia. Esos directivos de El País no saben todavía lo que se dejaron escapar.

Gonzalez

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