loscuerposextraños

En 1995 me compré por casualidad y leí con agrado un libro titulado Noviembre sin violetas, la primera obra de un tal Lorenzo Silva publicada por la modesta editorial Ediciones libertarias.  Como eran tiempos sin Internet, tuvieron que pasar casi quince años antes de que me enterara, desde el destierro hereje en el que vivo, de que ese tal Lorenzo Silva se estaba haciendo mundialmente famoso en nuestro país con su serie de novelas sobre una pareja de guardias civiles.  Una fama muy merecida, como tuve ocasión de comprobar cuando finalmente pude hacerme con la serie de Bevilacqua y Chamorro para leérmela de un tirón.

En la mejor tradición del género, Lorenzo Silva ha ido dibujando en estas novelas la evolución social del país desde que empezara con ellas en 1998, en plena euforia de la burbuja económica, hasta esta última entrega centrada en el tema de la corrupción política.  En estos años, tanto la serie como sus protagonistas han ido ganando madurez y profundidad de miras al mismo tiempo que el crimen a resolver ha ido perdiendo importancia;  usando el argot anglosajón, del whodunit se ha pasado al whydunit porque la autoría del crimen importa bastante menos que los motivos y las circunstancias que lo rodean.  El por qué del crimen a investigar en Los cuerpos extraños es el asesinato de la alcaldesa de una población costera levantina y va a llevar a los investigadores a sumergirse en una trama de enredos políticos e intercambios sexuales tan poco ortodoxos los unos como los otros.  Esto da ocasión al autor a meditar a través de su portavoz literario, el brigada Bevilacqua, sobre la doble moral popular que se escandaliza ante prácticas de alcoba fuera de lo convencional pero acepta como inevitables los actos de nepotismo, cohecho y prevaricación por parte de quienes cumplen una función pública.  Lástima que para ilustrar la libertad sexual unida a una fuerte conciencia del deber se haya tenido que servir de una alcaldesa de origen danés, como si la unión de tal grado simultáneo de libertad personal y moralidad pública solamente fuera posible en individuos rubios escandinavos sin rasto alguno del pernicioso influjo carpetovetónico peninsular.  Algo que por otra parte los muy exitosos thrillers escandinavos vienen desmintiendo ya varios años.

La investigación seguirá su curso habitual de sorpresas, demoras y desvíos argumentales que van completando el retrato de los protagonistas, los implicados y el lugar de los hechos con la maestría a la que Lorenzo Silva nos tiene acostumbrados, hasta llegar a un final que como es habitual en esta serie resultará satisfactorio pero poco alentador.  Sin embargo hay en esta novela un elemento nuevo, una reafirmación personal del equipo protagonista que contrasta agradablemente con el panorama desolador de la res publica que nos ofrece.  El país se va al carajo pero todavía hay personas bien capacitadas y de voluntad firme dispuestas a hacer su trabajo como es debido, aunque si esto va a ser suficiente para sacar al país de su profunda crisis institucional es algo que el autor deja sabiamente de lado.

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Lorenzo Silva. Ilustración de Jorge Berenguer para Negra Tinta. © Negra Tinta 2014

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