borbones

Desde que la Casa de Borbón, de origen francés, llegó a la Jefatura de Estado de la mano de Felipe V hasta la inminente coronación de Felipe VI, ha llovido. Más bien ha diluviado. Por eso, para conocer mejor a los ancestros, elegidos por la Gracia de Dios, de nuestro futuro rey, vamos a dedicar un espacio en Negra Tinta. Vamos repasar brevemente, nombre por nombre, los grandes hits borbónicos de la mano de sus sangreazuleados protagonistas.

Felipe V, el Animoso

Llegó tras la Guerra de Sucesión, donde se enfrentaron las líneas dinásticas de la Casa de Austria y la de Borbón. Tras el éxito de los segundos, Felipe, haciendo uso de su apodo, empezó a reformar de sobremanera la configuración estatal del Imperio Español a través de los Decretos de Nueva Planta. El Estado se modernizó, sí, pero al mismo tiempo centralizó todo el poder. ¿Qué quiere decir esto? Que castellanizó toda España, se acabaron las leyes propias de la Corona de Aragón, a partir de los decretos, como en Fuenteovejuna, todos a una. Al igual que los gobiernos del PP actuales, Felipe V fue, en sí mismo, una gran fábrica de sentimiento nacionalista, tanto español como ajeno. También aumentó todos los impuestos y creó las aduanas. Hubiera sido un gran Secretario General del Partido Popular. Ajustó cuentas después de la guerra, vaya que sí. Posiblemente el personaje histórico del que peor recuerdo tienen en Cataluña.

Luis I, el Bien Amado

229 días. Esto es lo que duró el mandato del rey más efímero de nuestra Historia. Aun así, este jovenzuelo que fue coronado con 17 años (y casado llevaba desde los 15) aún tuvo tiempo de encerrar a su esposa, Luisa Isabel de Orleans, alegando que padecía un trastorno severo de personalidad y acostumbraba a pasear por palacio tal y como su madre la había traído al mundo. El 31 de agosto de 1724 la viruela se llevó a Luis I. En el trono volvería a sentarse su padre, Felipe V, 22 años más.

Fernando VI, el Prudente, el Justo

La muerte también trajo oportunidades a miembros de la Casa que habrían pasado sin pena ni gloria por las páginas de nuestros libros de Historia. Con las muertes de Luis I y Felipe Pedro, a Fernando le cayó la corona como al que le toca la primitiva. La única idea que tuvo este monarca fue la de intentar reformar la Hacienda para que se pagara según la riqueza que se poseyera. Esta reforma del catastro se topó con la aristocracia noble y eclesiástica, así que nada de nada. También creó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y modernizó el comercio con América.

La realidad pintaba demasiado bonita para ser Borbón. El Justo, decretó prisión general para los gitanos en un intento de exterminar esta raza de suelo español. Esto se conoció como la Gran Redada. Separó a hombres y mujeres de esta etnia y los envió a los peores trabajos, en minas y astilleros mientras que los niños fueron llevados internos a instituciones religiosas. Como curiosidad, para terminar, este monarca es el que aparece en la cuarta entrega de Piratas del Caribe.

Carlos III, el Político, el Mejor Alcalde de Madrid

Fernando VI falleció sin descendencia y la corona pasó al que era Rey de Nápoles y Sicilia. Carlos sería considerado el mejor Alcalde que ha tenido Madrid en su historia pero, sin duda, fue uno de los peores políticos a nivel exterior que jamás ha tenido nuestra corona. Se encontró con la Guerra de los Siete Años y, debido a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, acabó perdiendo numerosos territorios de Ultramar. Eso sí, recuperó Menorca, y con ella los maravillosos veraneos y la pomada que actualmente gozamos muchos españoles. También tiene el honor de haber creado la Lotería Nacional, que ha hecho felices a tantas familias en nuestro territorio.

También tuvo lugar durante su mandato una de las revueltas más esquizofrénicas de nuestro país: el Motín de Esquilache. El detonante para la revuelta fue cambiar el sombrero de ala ancha por el de tres picos, lo que provocó que la nobleza y parte del clero provocaran levantamientos a lo largo y ancho del reino para intentar bajar la presión fiscal a la que estaban sometidos desde la Guerra de los Siete Años. El rey acabó desterrando al ministro Esquilache, la moda le condenó.

En cuanto al tema de los gitanos. Carlos III tuvo mano izquierda y los calés pudieron volver a tener libertad de residencia. Cuentan los rumores que era un apasionado del flamenco.

Carlos IV, el Cazador (cazado)

A Carlos lo que le fascinaba era cazar (ya sabemos de dónde le viene a Juan Carlos I su devoción por las escopetas). Gobernar le gustaba menos, así que delegó todo en varios Secretarios de Estado. Al primero de ellos, Floridablanca, le estalló la Revolución Francesa en las manos y decidió cerrar fronteras ante esta expansión de descontento que amenazaba con dejar a los monarcas europeos sin cabeza. España volvió a su pasado más rancio de la mano de la Inquisición, detuvieron a Cabarrús y desterraron a Jovellanos. Se acabó el reformismo. Si es que estos modernos…

El segundo Secretario fue el Conde de Aranda, que tenía la tarea de salvar de la guillotina al rey francés Luis XVI, primo de nuestro rey. El resultado de la empresa es de sobras conocido. Entonces salta al terreno de juego Manuel Godoy. Godoy firmó la paz con Francia y se enemistó con Gran Bretaña, pero perdió Puerto Rico y Trinidad, lo que provocó su destitución.

Después de dos años, Godoy volvió al poder. Pero entonces aconteció uno de los acontecimientos más funestos que se recuerdan en nuestros libros: la Batalla de Trafalgar. El descalabro de la flota compuesta por Francia y España se la pegó, y bien pegada, en las costas de Cádiz, lo que dio vía libre a Gran Bretaña para que, a partir de entonces, controlara el Atlántico.

Pero el destino aún tenía preparado otro capricho. Carlos IV, el Cazador, iba a ser el Cazado. Napoleón quería invadir Portugal y pidió permiso para pasar con sus tropas a través del reino aliado de España. Godoy accedió y, cuando las tropas llegaron a Madrid, rompieron el pacto y ocuparon la capital. Godoy, que no era muy bien visto, en realidad era la víctima del hijo de Carlos IV. Fernando VII había sido parte de una conjura que le llevaría al trono, pero finalmente le salió el tiro por la culata cuando Napoleón nombró a José Bonaparte (Pepe Botella, para los amigos) como virrey de España, lo que inició la Guerra del Francés. Carlos IV fue “cazado” y estuvo prisionero en Marsella hasta la derrota del Emperador en 1814.

 

Carlos IV

 

Fernando VII, el Deseado

El Deseado, tal y como lo veían los españoles después de que el monarca aceptara modernizar el país aceptando la Constitución de Cádiz de 1812, pronto se convirtió en el más odiado. Nada más llegar al poder en 1814, rompió el pacto de caballeros y se pasó la Constitución por el arco de triunfo. Lo que sí hizo fue volver al más casposo y retrógrado de los absolutismos y comenzó una persecución contra los liberales que duraría desde 1814 hasta 1820, año en el que Riego encabezó un levantamiento militar que obligaría al monarca a jurar la Constitución, dando así por comenzado el Trienio Liberal.

La Restauración Europea era firme contra los que se salían del tiesto absolutista. En 1823 cruzaron los Pirineos los Cien Mil Hijos de San Luis, que restablecieron el poder absolutamente divino de Fernando. No serían los últimos problemas de este monarca.

También se le puede considerar como el monarca que acabó por dilapidar las posesiones de Ultramar, quedando únicamente como españolas Cuba, Puerto Rico, Filipinas, las Marianas y las Carolinas. Todo un éxito.

Para finalizar, a su muerte comenzó la I Guerra Carlista. Carlos María Isidro, hermano del rey y más absolutista que los propios absolutistas, no reconoció a Isabel II por discrepancias con la derogación de la Ley Sálica. Posiblemente, Fernando VII haya pasado a la Historia como nuestro monarca más rockstar.

Isabel II, la de los Tristes Destinos

El comienzo oficial del bipartidismo tuvo lugar con el reinado de esta dama de belleza exótica. Liberales y progresistas se repartían los gobiernos como buenos hermanos. Pero la ruina de la Hacienda Pública, las Guerras Carlistas y la influencia de los militares sobre la regenci, hicieron a España ingobernable. A todo esto hay que sumar también que la reina estaba más por tener líos de faldas con la alta alcurnia castellana que por gobernar. De hecho, se creía que su hijo, Alfonso XII, era, o bien de Arana, o bien de Puig y Moltó. Hay un versillo popular que rezaba lo siguiente:

Isabelona tan frescachona y don Paquito tan mariquito”

Isabel era un títere frente a los pucherazos electorales que se fueron prodigando durante su reinado mediante la, permítanme utilizar el término de moda, “casta” política de la época. La situación se hizo tan insostenible que, en 1868, tuvo que exiliarse a Francia. Desde allí fue testigo de honor de la I República Española. Abdicó en su hijo Alfonso pero, gracias al apoyo de las altas esferas políticas, llegaría antes un italiano.

Isabel II

 

Amadeo I, el Rey Caballero

El primer rey de España elegido en un parlamento. Italiano de cuna, no supo adaptarse al caótico reino español. Todos le veían como un extranjero que venía a quitarles el chiringuito. Odiado por carlistas, republicanos y borbones. En 1874, después de años de decadencia política, hizo el petate y volvió a Italia mientras Martínez Campos proclamaba la I República.

Alfonso XII, el Pacificador

¿Dónde vas Alfonso XII, dónde vas triste de ti? Todos tenemos en la mente la película donde Alberto Parra encarna la figura de un monarca español triste y desaliñado por la repentina muerte de María de las Mercedes, su esposa. Alfonso XII pasó sin pena ni gloria por la historia borbónica. Intentó apaciguar un país que estaba en llamas y, al mismo tiempo, intentar consolidar por enésima vez la figura real. Conocidos son también sus escarceos amorosos con la contralto Elena Sanz, con la que tuvo dos hijos bastardos.

Alfonso XIII, el Africano

Esquizofrénico. Así podríamos definir el reinado del abuelo de Juan Carlos I. Problemas en África, problema con los catalanes, problemas de gobierno, problema para controlar sus hormonas masculinas y problemas para controlar su, recientemente descubierta, adicción al porno. Problemas.

El desastre del 98 tuvo como consecuencia que tuviera que derivar todo el gobierno en Primo de Rivera, un militar que se echó el saco de piedras a la espalda para intentar salvaguardar el poco, escaso y/o nulo honor que le quedaba al monarca de poblado bigote. Abandonó España después de las elecciones de 1931, donde el estallido social hizo que llegara la II República. Los borbones tardarían más de cuarenta años en retomar la Jefatura de Estado, Franco de por medio.

Juan de Borbón y Battenberg, Juan sin Corona

Con Franco como auténtico Rey de la Fiesta, poco o nada pudo hacer el bueno de Juan para intentar acceder al trono que le correspondía por derecho dinástico tras las renuncias de sus hermanos Alfonso y Jaime.

Lo más relevante de su no reinado fue la patética ceremonia de renuncia, en 1977, a sus derechos dinásticos en favor del ojito derecho del tío Paco, Juan Carlos de Borbón.

Juan Carlos I, ¿el Campechano?

Pura cercanía, así era Juan Carlos I mientras reinaba. Y no daremos pie a la duda porque, actualmente, el rey sigue siendo “inviolable”. Por eso no vamos a profundizar en el golpe de estado del 22-F. Solo aplaudiremos su gran afición a cazar elefantes o, según rumores que se leen y oyen por ahí, a doncellas que no tienen como costumbre ser sus esposas. Corruptelas familiares, y más prótesis que Robocop, su majestad campechana deja un vacío profundo en nuestros españoles y respetuosos corazones.

Felipe VI, ¿el Preparado?

El primer Borbón con estudios universitarios, algo insólito en la Casa de Borbón. Además, rebelde y rompedor con el pasado. Casado con una periodista de sangre roja. ¡Qué desparpajo, oye!

(Aquí reservamos espacio para futuros hitos felipescos)

 

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