Nicaragua, ese gran desconocido, por fin deja de serlo. Poco a poco el mundo es capaz de poner una chincheta en el lugar exacto que ocupa el país a lo largo de ese “cordoncito” que une América del Norte y América del Sur. Y es que el ser humano, tomando una vez más el dinero por bandera, ha vuelto a pasar por encima de la sociedad y del medio ambiente. ¿En qué consiste la hazaña en esta ocasión? En construir un canal interoceánico que atraviese Nicaragua de costa a costa conectando el Océano Pacífico con el Atlántico.

¿Cuál será su dibujo en el mapa? La ruta cruzará el Lago Cocibolca, la reserva de agua dulce más importante de Centroamérica, destruirá diversas reservas naturales y desplazará a más de cuarenta mil personas. Medirá 286 km de largo (tres veces más que el de Panamá), 520 metros de ancho y 27,6 metros de profundidad. ¿Quién está detrás de todo esto además del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega? El señor Wang Ping, presidente de la empresa china Hong Kong Nicaragua Canal Development (HKND Group).

China siempre ha tenido especial fijación por esta ruta debido a su difícil acceso a los mercados Europeo y Americano, además de su interés por importar materia prima del atlántico de Latinoamérica. No es la primera vez que se plantea el canal en este país ya que, al igual que Panamá, Nicaragua fue uno de los objetivos claros tanto para Inglaterra como para EE.UU antes de la construcción de la vía panameña. Seguramente alguien se pregunte: y por qué no utilizan el de Panamá que ya está hecho? Pues porque a través de este canal no pueden navegar barcos que transporten más de cinco mil contenedores (de ahí su modernización), y eso, a los chinos, les parece poco.

¿Cuáles son las razones que el gobierno utiliza para convencer en general al mundo y en especial a la población nicaragüense? Que van a contribuir al desarrollo y al progreso de la civilización humana a través de la facilitación del comercio mundial y de la promoción de relaciones amistosas entre naciones. Además, la economía mejorará, crearán miles de empleos, se reducirán costos, se construirán nuevos puertos y cambiarán las estructuras en los patrones de comercio mundial. Muy bonito y muy bien dicho.

CanalNicaragua

¿Cuál es la realidad en la actualidad? La evaluación de impacto medioambiental y social, encargada a la consultoría internacional ERM, aún no se ha finalizado ni mucho menos han sido divulgados sus resultados. Están llevando a cabo reuniones en ciudades y aldeas seleccionadas a lo largo de la ruta para obtener opiniones públicas y particulares e intercambiar información con los residentes. Si es cierto que estas reuniones se están realizando, qué ocurre con las zonas fuera de las elegidas en las que están expropiando terrenos indiscriminadamente al no tener capital para hacer una valoración medioambiental independiente? Qué sucede con las comunidades indígenas desplazadas a las que les prometen un derecho de propiedad sobre unos terrenos que ya no existirán y una cantidad ínfima de dinero a cambio de alejarse de las tierras que conocían, cuidaban y respetaban durante generaciones? ¿Qué consecuencias biológicas tendrá el canal respecto al hábitat de muchas especies, algunas endémicas, vitales para el medio ambiente? ¿Qué ocurriría en el Lago de Nicaragua, unas de las reservas de agua dulce más importantes a nivel mundial, si hubiera un derrame de petróleo o un aumento del nivel del mar?

Una larga lista de preguntas sin respuesta que no ha sido decisiva para evitar el comienzo de las obras que tuvo lugar en diciembre del pasado año. El canal no sólo dividirá el país, sino también a la sociedad nicaragüense a la que no se le ha dado la información suficiente para posicionarse. La controversia está servida.

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